Fuerte presi¨®n sobre Obama para investigar la 'era Bush'
La revelaci¨®n de que Dick Cheney orden¨® a la CIA matar a los jefes de Al Qaeda sin informar al Congreso impulsa las peticiones de investigaci¨®n sobre los abusos de la Administraci¨®n Bush
Aunque Barack Obama ha manifestado reiteradamente su deseo de no echar la vista la atr¨¢s, la revelaci¨®n de que el propio ex vicepresidente Dick Cheney orden¨® a la CIA matar a Bin Laden sin comunicarle previamente sus planes al Congreso, puede ser la ¨²ltima prueba de que los abusos de poder cometidos durante la anterior Administraci¨®n exceden los limites de lo que puede ser ignorado sin perjudicar gravemente la credibilidad de las instituciones democr¨¢ticas y del propio sistema.
Obama tiene que hacer frente a una presi¨®n creciente tras este ¨²ltimo episodio. La CIA hab¨ªa puesto en marcha despu¨¦s del atentado del 11-S un plan secreto contra Al Qaeda. Ese plan se fue desarrollando -la verdad es que bastante lenta y torpemente- sin que ninguno de quienes ocuparon el puesto de director de la CIA desde entonces se atreviese a discutir la orden de Cheney de hacerlo a espaldas de los representantes populares, como manda la ley. Tuvo que cambiar el color del Gobierno, para que el actual jefe de la agencia, Leon Panetta, despu¨¦s de recabar informaci¨®n sobre el asunto, lo transmitiese al Capitolio y le pusiera fin.
Fuentes oficiales han informado de que, en esencia, lo que el programa inclu¨ªa era dinero y entrenamiento para formar un equipo de super agentes capaz de liquidar el problema de Al Qaeda por la v¨ªa r¨¢pida, es decir, matando a sus principales dirigentes.
Al parecer, el proyecto fue aplicado tan penosamente que los profesionales de la CIA se avergonzaban de ¨¦l. En realidad, ni pudo ser creado nunca un equipo tan extraordinario ni, que se sepa, mataron nunca a nadie de relevancia. Todo lo que ha quedado es un horrible caso de instrumentalizaci¨®n de un departamento oficial y un gran motivo de bochorno para el Gobierno anterior y de preocupaci¨®n para el actual.
Varios senadores dem¨®cratas han advertido ya que esto no puede ser pasado por alto y que va a ser dif¨ªcil satisfacer los deseos de Obama de mirar para adelante. "Siempre he dicho que lo mejor hubiera sido crear una comisi¨®n de investigaci¨®n sobre todos esos asuntos", ha manifestado el presidente del comit¨¦ de Asuntos Judiciales del Senado, Patrick Leahy.
Otra senadora dem¨®crata muy influyente, la presidenta del comit¨¦ de Inteligencia, Dianne Feinstein, ha advertido que lo hecho por Cheney es algo muy grave, "algo que nunca deber¨ªa de haber ocurrido y que nunca deber¨ªa volver a ocurrir". "Algo probablemente ilegal", ha a?adido el senador dem¨®crata, Dick Durbin.
La oposici¨®n republicana, ya atormentada por multitud de problemas internos, ha optado de momento por guardar silencio o por disminuir la importancia del asunto. Seg¨²n, el m¨¢ximo representante republicano en el comit¨¦ de Inteligencia de la C¨¢mara de Representantes, Pete Hoekstra, el Gobierno no gast¨® en el proyecto de Cheney m¨¢s de 50 millones de d¨®lares y "nunca lleg¨® realmente a empezar".
Ciertamente, lo m¨¢s grave de este suceso no es el proyecto en s¨ª, sino el desprecio demostrado por parte del anterior Ejecutivo al papel del Legislativo. Eso ya se puso recientemente en evidencia cuando la presidenta de la C¨¢mara de Representantes, Nancy Pelosi, dijo p¨²blicamente que la CIA la hab¨ªa enga?ado sobre el uso del llamado waterboarding (el ahogamiento fingido). Aunque recibi¨® duras cr¨ªticas de la oposici¨®n, Panetta acab¨® reconociendo que Pelosi hab¨ªa dicho la verdad y que hab¨ªa documentos que lo demostraban.
Frente a pruebas tan contundentes, ?c¨®mo no hacer nada? Para Obama, desde luego, una investigaci¨®n de ese tipo ahora podr¨ªa representar una enorme distracci¨®n de su ambiciosa agenda pol¨ªtica y, adem¨¢s, un riesgo de aparecer como revanchista a los ojos de la opini¨®n p¨²blica.
Pero el fiscal general, pese a ser nombrado por el presidente, tiene independencia para actuar de acuerdo con su criterio, y hay se?ales de que est¨¢ decidido a abrir alg¨²n tipo de investigaci¨®n, si no mediante la f¨®rmula de una 'comisi¨®n de la verdad', s¨ª con la designaci¨®n de un fiscal especial sobre el caso.
"Conf¨ªo en que la decisi¨®n que tome no tenga un impacto negativo sobre la agenda del presidente, pero eso no va a influir en mi decisi¨®n", ha declarado el fiscal general, Eric Holder, al semanario Newsweek.
Obama tampoco se ha negado taxativamente a abrir una investigaci¨®n. En varias declaraciones, en el pasado, el presidente ha dejado claro que nadie deber de estar por encima de la ley. Pero Obama, un pragm¨¢tico impenitente, parece prestar m¨¢s o¨ªdos, en relaci¨®n con este asunto, a sus consejeros que le advierten sobre el da?o que se puede causar a los servicios de inteligencia y sobre el perjuicio que se puede ocasionar a funcionarios que, en ¨²ltima instancia, todo lo que hicieron fue cumplir ¨®rdenes.
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