El voto de Obama es para Merkel
Y lo mismo les sucede a muchos admiradores de Obama. Pocos dirigentes suscitan hoy en d¨ªa m¨¢s adhesiones, a derecha e izquierda, que la canciller alemana. Hasta el punto de que el pasado 26 de junio, durante la visita oficial de Angela Merkel a Washington, al presidente norteamericano se le escap¨® una frase comprometedora respecto al resultado de las elecciones alemanas que se celebrar¨¢n en septiembre ante las c¨¢maras de la segunda cadena de televisi¨®n p¨²blica germana ZDF: ¡°Usted ya ha ganado. No s¨¦ por qu¨¦ le preocupan (las elecciones)¡±. La frase fue captada por un c¨¢mara alem¨¢n en el trayecto desde el sal¨®n Oval hasta la Sala de Prensa de la Casa Blanca, en el primer viaje oficial de la dirigente alemana con Obama de presidente. Este pronunci¨® la frase, tan inoportuna para los socialdem¨®cratas alemanes, ante un comentario de circunstancias de la se?ora Merkel: ¡°Ahora tenemos que preparar nuestra campa?a electoral¡±, le dijo. Lo que piensa Obama no se basa tan s¨®lo en las encuestas favorables a la CDU-CSU, sino sobre todo en las simpat¨ªas que la se?ora Merkel suscita en todo el mundo.
Bastan tres argumentos para explicar el predicamento de la se?ora Merkel. El primero es el m¨¢s vulgar: tal como est¨¢ el patio es el ¨²nico personaje pol¨ªtico s¨®lido y coherente que hay ahora mismo en todo el paisaje europeo. Nadie, ni el agitado Nicolas Sarkozy, le hace sombra alguna. El segundo tiene que ver con un m¨¦rito que comparte, pero que sus socios no saben capitalizar: la gran coalici¨®n alemana ha realizado una labor extraordinaria para adaptar y modernizar el estado de bienestar, continuando el trabajo iniciado por la coalici¨®n de socialdem¨®cratas y verdes con el canciller Schroeder. Pero quien ha sabido llevarse los m¨¦ritos del continuismo reformista ha sido precisamente la derecha, algo que le dar¨¢ buenas bazas, junto a las divisiones de la izquierda, para ganar las elecciones en el oto?o e incluso cambiar la mayor¨ªa, dando entrada a los liberales y desalojando a los socialdem¨®cratas, para quiz¨¢s aplicar entonces un programa m¨¢s derechista que no gustar¨¢ tanto en el mundo, quiz¨¢s ni siquiera a Obama.
Pero donde la se?ora Merkel est¨¢ dando realmente el tono y marcando la diferencia con otros dirigentes y otros gobiernos es en la pol¨ªtica alemana de derechos humanos, hecho que por s¨ª solo merece la mayor admiraci¨®n. No hay en estos momentos ninguno otro pa¨ªs que critique de forma m¨¢s desenvuelta los atentados m¨¢s flagrantes a los derechos humanos en el mundo, en un esfuerzo por compatibilizar esta actitud con los intereses econ¨®micos de sus empresas ¨Cno siempre satisfechas con las denuncias- y con los intereses pol¨ªticos de Berl¨ªn. La represi¨®n china sobre los uigures de Xinjiang es el ¨²ltimo caso en el que la actitud alemana se ha singularizado ante un mundo terriblemente pragm¨¢tico e indiferente cuando se trata de enfrentarse con Pek¨ªn. Esta pol¨ªtica, llena de dificultades, tambi¨¦n fue iniciada por el gobierno anterior, principalmente desde su componente verde y con el protagonismno de su ministro de Exteriores, Joschka Fischer; pero Angela Merkel, con su experiencia y su sensibilidad de persona que ha vivido bajo un r¨¦gimen sin libertad hasta su edad adulta, ha sabido darle m¨¢s fuerza y proyecci¨®n.
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