La triste historia del p¨ªcaro Juanito
Juan y Juana son los nombres m¨¢s frecuentes de la lista de electores en M¨¦xico
Juan y Juana son los nombres m¨¢s frecuentes de la lista de electores en M¨¦xico. Juanito tambi¨¦n fue el nombre de la mascota del mundial de f¨²tbol M¨¦xico 70, un sonriente ni?o panz¨®n, con la camiseta zancona y el ombligo fuera, con un gran sombrero ranchero que sostiene un bal¨®n en los pies.
Juanito es un nombre tan com¨²n en M¨¦xico que hace 27 a?os, en un equipo de f¨²tbol infantil que jugaba en el barrio de Iztapalapa en la ciudad de M¨¦xico, once de sus quince integrantes se llamaban Juan, por lo que el equipo adquiri¨® el nombre de "los juanitos", entrenados entonces por un joven de nombre Rafael Acosta ?ngeles, quien desde entonces, carga por la vida con el mote o el apodo de Juanito.
Esta an¨¦cdota no tendr¨ªa la menor relevancia si no fuera porque ese Juanito, una persona com¨²n y corriente, un ciudadano an¨®nimo y oscuro del barrio de Iztapalapa, se ha convertido, por azares del destino, en raz¨®n de los nuevos juegos de la joven democracia mexicana, y gracias a la euforia de los medios de comunicaci¨®n, en un pol¨ªtico estelar y en un curioso personaje medi¨¢tico.
Juanito goza hoy de los quince minutos de gloria de los que hablaba Andy Wharhol, pero sin duda entra a los medios convertido, de manera s¨²bita, en un personaje interesante que se inserta en la m¨¢s rancia tradici¨®n de la picaresca y el costumbrismo pol¨ªtico mexicano.
Se trata de un personaje curioso y ambiguo que no es f¨¢cil ubicar a la ligera en la tragedia o en la farsa. Pudo ser extra¨ªdo lo mismo de una novela de Dostoievsky, que de una pel¨ªcula de Cantinflas.
Es un hombre como tantos que viven en los barrios, favelas y chabolas de las grandes ciudades de Am¨¦rica Latina.
No es propiamente un h¨¦roe, salvo por el hecho de que sobrevivir en las zonas pobres de la ciudad de M¨¦xico resulta, por momentos, casi heroico. Es de alguna forma s¨ª, una especie de antih¨¦roe.
Nuestro personaje es el irrenunciable protagonista de novela costumbrista. Un Lazarillo de Tormes o un Periquillo Sarniento contempor¨¢neo. Un verdadero p¨ªcaro. Un p¨ªcaro posmoderno. Un p¨ªcaro folcl¨®rico.
Juanito es un hombre ignorante que ha sido de todo: entrenador de f¨²tbol, parte del espect¨¢culo de la llamada lucha libre, vendedor ambulante, extra en pel¨ªculas de ficheras, taxista, acarreador en m¨ªtines pol¨ªticos, golpeador de manifestaciones, hasta llegar por casualidad a ser hoy el Jefe Delegacional electo, una especie de Alcalde del barrio de Iztapalapa, que tiene m¨¢s de tres millones de habitantes y que constituye una de las zonas m¨¢s pobres y conflictivas de la capital de M¨¦xico.
Juanito es un hombre que dice vivir de un peque?o negocio de helados y de cinco puestos en un tianguis o mercado informal e ilegal, que se ubica tambi¨¦n en el barrio de Iztapalapa. Tiene dos hijos y le mataron a otro en una balacera afuera de su casa.
Tiene cierta facilidad de palabra, ignorante, rijoso, fanfarr¨®n y peleonero. Ha estado detenido en delegaciones de polic¨ªa e internado en hospitales de asistencia debido a pleitos y ri?as de la m¨¢s diversa ¨ªndole. Poco a poco empez¨® a participar en grupos de izquierda, colabor¨® en manifestaciones y en acciones de resistencia civil, se afili¨® al PRD y se vincul¨® al movimiento del ex candidato a la Presidencia Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador. Los conflictos en ese partido lo llevaron a renunciar y en 2008 se cambi¨® al Partido del Trabajo, una organizaci¨®n menor de izquierda, por el que logr¨® en 2009 la candidatura a Jefe Delegacional por Iztapalapa.
Se trataba de una candidatura testimonial y sin importancia, sin ninguna posibilidad real de triunfo.
Es dif¨ªcil explicar en breve todo lo que pas¨® despu¨¦s. Por pleitos internos en la izquierda, el Tribunal Electoral elimin¨® a la candidata del PRD que estaba inscrita en las boletas a favor de otra perredista. Faltaban tres semanas para la elecci¨®n. Entonces L¨®pez Obrador ide¨® una estrategia pol¨ªtica francamente surrealista, por medio de la cual todo el movimiento apoyar¨ªa a Juanito, el candidato del PT, bajo la condici¨®n y la promesa p¨²blica de que una vez en el cargo, renunciar¨ªa para dejar a la candidata retirada por disposici¨®n del Tribunal Electoral.
En s¨ªntesis todo era una argucia legal, una simulaci¨®n, para darle la vuelta a lo mandado por el Tribunal Electoral.
As¨ª las cosas, Juanito, un ciudadano ninguneado, en un acto verdaderamente indignante -L¨®pez Obrador ni su nombre ni su apodo se sab¨ªa al pedirle en un mitin que jurara ceder la victoria-, acept¨® el arreglo de convertirse en una especie de candidato de paja o prestanombres, para simular una elecci¨®n, hacer campa?a, ganar con el apoyo de los grupos de izquierda lopezobradoristas y posteriormente renunciar para entregar la delegaci¨®n a la candidata de L¨®pez Obrador.
Se especulaba mucho si Juanito podr¨ªa o no ganar su elecci¨®n. Y resulta que en las elecciones del 5 de julio Juanito finalmente gan¨®.
A partir de entonces, Juanito ganador se dio cuenta de lo que significaba ser el Jefe Delegacional electo, empez¨® a dar entrevistas, conoci¨® su oficina, lo pens¨® muy bien y decidi¨® "que siempre no". Que no renunciaba.
Algunos dicen que enloqueci¨®, pero desde entonces Juanito da entrevistas diario, atiende a medios locales e internacionales y habla de todo. Declar¨® incluso que ya piensa en su candidatura a la Presidencia en el 2012 y en la posibilidad de hacer un partido pol¨ªtico nacional.
Lo usaron y hoy los usa. Marrullero, tramposo, mentiroso y astuto, en s¨ªntesis p¨ªcaro, hoy amaga con traicionar a quienes traicionaron de alguna forma su dignidad y su condici¨®n de ciudadano.
Hoy este anodino personaje, gracias a la democracia, se encuentra, con todas sus limitaciones, a las puertas del poder de Iztapalapa.
Hoy todos los mexicanos tenemos ya una opini¨®n de Juanito y todos hablamos de Juanito. Es una "estrella" de televisi¨®n, cuyo drama ocupa el inter¨¦s de todos. En nuestra sociedad de consumo de medios era de esperarse. Juanito dice que incluso ya le han propuesto filmar telenovelas y hasta pel¨ªculas.
Ya est¨¢ integrando su equipo de trabajo, est¨¢ haciendo recorridos por su demarcaci¨®n, respondiendo todos los d¨ªas a las presiones, las protestas y las exigencias de quienes lo llevaron al poder.
Juanito, que por cierto usa una curiosa cinta tricolor con su nombre en letras negras alrededor de la frente, se ha convertido de la noche a la ma?ana en un episodio bufo, que exhibe a la democracia mexicana y a sus elites.
Dice H¨¦ctor Aguilar Cam¨ªn que "Juanito es el rey bobo de nuestro carnaval pol¨ªtico, el tonto listo del pueblo" y Jos¨¦ de la Colina apunta "Juanito era manipulado, pronto, jejej¨¦, aprendi¨® a ser manipulador."
En las calles de Iztapalapa sus seguidores, que ya los tiene y muchos, le dicen: "No te vayas" y con frecuencia gritan: "Todos somos Juanito". Y en cierta forma tienen raz¨®n. Juanito es un ciudadano tipo. Fiel reflejo de nuestro ingreso medio y de nuestro promedio educativo. Muestra representativa de la ciudadan¨ªa, que es materia prima de la democracia.
En Juanito se sintetizan los vicios, las perversiones y las imposibilidades de la democracia mexicana. Su ignorancia y su necesidad son los dos grandes obst¨¢culos para consolidar una democracia de calidad.
Ciudadano de membrete, con la posibilidad constitucional, formal y nominal de llegar al poder, pero resignado siempre a perder, a no ser, a no llegar, porque la democracia es un asuntos de elites, de partidos cerrados y de mucho dinero, en la que el ciudadano com¨²n puede votar, pero dif¨ªcilmente ser votado.
Hoy Juanito, por azares del destino, y gracias a su falta de palabra y al entorno c¨ªnico en que vivimos, tiene la oportunidad de acceder y permanecer realmente en el poder, como quien se saca la loter¨ªa. Juanito juega una especie de revancha. Una venganza con cierta legitimidad.
En Juanito se exhibe la democracia convertida en demagogia por nuestras izquierdas. Juanito se ha convertido en el icono de una izquierda populista y manipuladora que usa y abusa de los m¨¢s ignorantes y de los que menos tienen. Pone de manifiesto a l¨ªderes de izquierda, que en el juego pol¨ªtico, han olvidado el verdadero sentido de su lucha.
En Juanito se exhibe tambi¨¦n la elite mexicana, con su sorpresa al ver que llega al poder un hombre real, de verdad, del pueblo. Juanito se ha convertido en anatema y burla de las elites ilustradas de M¨¦xico, que en los restaurantes caros y en las salas de post¨ªn de la capital se mofan del hecho, culturalmente imposible, incomprensible, de que acceda al poder un personaje del pueblo, ignorante y descastado, sin padrino y sin diploma en Harvard. Porque Juanito es para muchos un hombre que por supuesto "no sabe gobernar". Frase que es eco y resonancia de la discriminaci¨®n, el racismo y el clasismo que persisten en nuestro pa¨ªs.
Las elites de izquierda y de derecha, en este tema, se toman del brazo y caminan juntas por el sendero de la democracia formal. En Juanito se exhibe la pobreza y las limitaciones reales de una democracia que no puede quedarse s¨®lo en el procedimiento para elegir, mientras no sea capaz de crear, cultural, social y econ¨®micamente, condiciones reales de igualdad social.
Juanito es como Sancho Panza en la ?nsula Barataria, o como Juan Vargas en la pel¨ªcula La Ley de Herodes del cineasta Luis Estrada, un gobernante por casualidad.
En este caso se prueba claramente la existencia de un lamentable ox¨ªmoron: el de una democracia aristocr¨¢tica.
No es un juego de palabras. Bueno fuera, que solo se tratara de un juego de palabras. Es un juego de espejos y de realidades. Democracias que no lo son, que le apuestan a un ejercicio cerrado de elites, que desde la izquierda y la derecha manipulan para conservar un statu quo, que garantiza sociedades desiguales, de privilegios y de castas. Sociedades finalmente injustas.
El p¨ªcaro Juanito puede o no renunciar. El desenlace de esta historia se ver¨¢ en unas semanas (su toma de posesi¨®n es el primero de octubre). Su historia para algunos puede resultar c¨®mica. En el fondo, si la piensa uno bien, es una historia muy triste. Triste para ¨¦l, y triste para todos los que estamos empe?ados en que M¨¦xico se convierta, alg¨²n d¨ªa, en un pa¨ªs de verdad democr¨¢tico.
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