El regreso de un tlatoani
?Qu¨¦ papel jugar¨¢ Carlos Salinas de Gortari en la pr¨®xima selecci¨®n de candidato del PRI a la Presidencia de la Rep¨²blica?
Carlos Salinas fue un presidente tan eficiente y con una inteligencia tan magnificada por la leyenda urbana, que est¨¢ convertido en el mito que divide a M¨¦xico: lo odian o lo admiran. Sus adversarios lo ridiculizaron por un largo tiempo, estimulando incluso la proliferaci¨®n de m¨¢scaras de hule que vend¨ªan en las esquinas de las principales avenidas de la capital mexicana, y socializando la parodia de que cada vez que llegaba a M¨¦xico -porque vive en Europa-, temblaba, lo que efectivamente suced¨ªa, pero no por causas metaf¨ªsicas, sino por juguetona coincidencia. Pero el tiempo y la lejan¨ªa de su administraci¨®n, que termin¨® hace tres lustros, los derrot¨®. Salinas ha recompuesto su imagen p¨²blica y proyecci¨®n pol¨ªtica. Tanto, que popularmente lo consideran como el verdadero jefe del PRI.
Su comportamiento pol¨ªtico alimenta el imaginario mexicano. Qui¨¦n, una publicaci¨®n de creciente influencia en la clase gobernante, que ha combinado los contenidos de las revistas del coraz¨®n con la pol¨ªtica, public¨® en su ¨²ltimo n¨²mero una portada dedicada a Salinas, dedic¨¢ndole seis p¨¢ginas a una colecci¨®n de fotograf¨ªas de Mr. Socialit¨¦, como lo llaman, donde lo muestra en bodas y fiestas durante los ¨²ltimos meses. La revista no informa m¨¢s all¨¢ de la epidermis social que refleja, ni analiza, por lo que queda sin explicaci¨®n el porqu¨¦ de la percepci¨®n de las ¨¦lites sobre su poder. Pero en esos eventos, como en otros no registrados por Qui¨¦n, Salinas ha sido el centro de la atenci¨®n.
Invitado de lujo, no deja de aceptar pl¨¢ticas en instituciones acad¨¦micas de alcurnia, como Harvard y Oxford, o convocar a tertulias a estudiantes de las m¨¢s prestigiadas universidades, a la majestuosa biblioteca de su casa de dos pisos donde se apilan miles de libros. El a?o pasado, por ejemplo, en la boda de una de las hijas de la aristocracia de Monterrey, donde se encuentra buena parte del poder econ¨®mico mexicano, coincidieron Salinas y el ex presidente Vicente Fox. Cuando se retiraron de la fiesta, Salinas tard¨® casi 30 minutos en alcanzar la puerta porque se paraban pol¨ªticos y empresarios a saludarlo; Fox no tuvo mayor dilaci¨®n en salir. Sus principales adversarios ayudan, parad¨®jicamente, a alimentar la percepci¨®n de fuerza suprema. Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, a quien Salinas trat¨® in¨²tilmente de golpear pol¨ªticamente en 2004 y descarrilar su candidatura presidencial, no deja de se?alarlo como el jefe de la mafia pol¨ªtica que gobierna a M¨¦xico. Salinas debe disfrutarlo.
Cuando est¨¢ en M¨¦xico, que es al menos una vez al mes por cuando menos una semana, satura su agenda con asuntos pol¨ªticos. Suele reunir a varios de sus viejos colaboradores en torno a una mesa de trabajo en su casa en el sur de la capital federal, y como si fuera una de sus antiguas reuniones de gabinete, les pregunta c¨®mo ven la situaci¨®n del pa¨ªs y les expresa su punto de vista. Les pide trabajos espec¨ªficos, como si a¨²n fueran sus colaboradores, y recurre sin pudor a los m¨¢s brillantes de aqu¨¦l grupo que gobern¨® el pa¨ªs con ¨¦l, sobre temas coyunturales. Algunos le siguen fieles; otros, ya se cansaron y sutilmente se han ido alejando de ¨¦l.
Pero Salinas, quien durante toda su vida universitaria y profesional fue entrenado para ser presidente, no puede dejar de sentir, o de proyectar a sus interlocutores cuando menos, que tiene una misi¨®n para M¨¦xico. Esta es que los aspirantes a la candidatura presidencial no se peleen entre s¨ª y pueda recuperar su partido el poder de la Presidencia en 2012, y no causen los cismas internos que le impidieron al PRI mantener el poder en 2000 y recuperarlo en 2006. Hoy, Salinas ha permitido que crezca la percepci¨®n de que es el padrino pol¨ªtico del gobernador del estado de M¨¦xico, Enrique Pe?a Nieto, quien es el pol¨ªtico mejor colocado en la popularidad nacional, y cuyas preferencias de voto entre los priistas duplican la suma combinada del segundo y tercer lugar en la lista.
Pe?a Nieto ya ha dado se?ales que esa relaci¨®n, aunque cercana, no es ni tan fuerte ni tan estrecha, pero el ex presidente no ha contribuido para matizarla. A Salinas le gusta hacer sentir que est¨¢ detr¨¢s de las nuevas figuras del partido, como el gobernador del estado de M¨¦xico, o como Rodrigo Medina, quien es un clon de Pe?a Nieto -joven, atractivo, fresco-, quien asumir¨¢ en octubre la gubernatura del pr¨®spero Nuevo Le¨®n, en el norte del pa¨ªs, y que es uno de los caballos negros para la candidatura presidencial en caso de que los principales contendientes terminaran aniquil¨¢ndose unos a otros.
Tras las elecciones federales donde el PRI se alz¨® como la primera fuerza pol¨ªtica del pa¨ªs -sin alcanzar, empero, la mayor¨ªa absoluta-, Salinas habl¨® con varios gobernadores priistas para persuadirlos a que apoyaran a un incondicional de ¨¦l, Francisco Rojas, como coordinador de los diputados priistas en el Congreso, que es una posici¨®n que, bien manejada, es muy poderosa. A cambio, le pidieron favores pol¨ªticos. Uno de ellos, el de Oaxaca, Ulises Ruiz, quiere que le ayude a ser presidente del partido en 2011. Salinas no es de los que r¨¢pidamente da piezas de cambio, pero est¨¢ buscando ampliar su poder. A trav¨¦s de los diputados m¨¢s cercanos a ¨¦l, ha enviado mensajes a otras figuras ascendentes en el Congreso para ofrecerles apoyo para que puedan quedar al frente de comisiones parlamentarias y que, de esa manera, le deban su emergencia pol¨ªtica en esa C¨¢mara.
El poder de Salinas, que se siente abrumador, no es tan infalible. Dentro del PRI lo conocen bien, y aunque sienten genuino respeto por su inteligencia y capacidad pol¨ªtica, no hay subordinaci¨®n ante ¨¦l. Hay diputados que rechazaron el ofrecimiento de apoyo, porque no quieren tejer compromisos de esa naturaleza con ¨¦l, y entre los gobernadores, los m¨¢s veteranos lo mantienen a distancia. Varios l¨ªderes del partido lo ven como un actor que, aunque relevante, no deja de ser uno m¨¢s de las personas cuya voz influye, pero no como el jefe pol¨ªtico que muchos fuera del partido creen. El poder hacia dentro est¨¢ m¨¢s repartido, y las alianzas para 2012 apenas se est¨¢n probando y conformando.
Pero el tiempo de Salinas ya pas¨®. Algunas de las figuras actuales le han perdido confianza porque sienten que los traicion¨® en el pasado, o que jug¨® con ellos. Ya no es el gran Tlatoani, con la T may¨²scula de los dioses aztecas, sino un tlatoani con T min¨²scula, como hay varios dentro del PRI, que tendr¨¢n que arreglarse en los dos pr¨®ximos a?os y negociar sus alianzas y comprometerse entre ellos, si no quieren que 2012 sea una reedici¨®n de las dos ¨²ltimas elecciones presidenciales, donde se quedaron en la antesala del poder por no ponerse de acuerdo. En la firma de ese pacto, seguramente estar¨¢ Salinas, pero no presidiendo el c¨®nclave, sino ocupando uno de los lugares alrededor de la mesa. El poder que tuvo, aunque no quiera verlo, se ha venido diluyendo con el tiempo. Todo, como ¨¦l mismo atestigu¨® en su metamorfosis de "villano" a "Mr. Socialit¨¦", como lo llam¨® Qui¨¦n, se desgasta.
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