"Odio su pol¨ªtica"
El agresor, un ingeniero con problemas ps¨ªquicos desde los 18 a?os, confiesa que actu¨® por disidencia con Berlusconi
La imagen del v¨ªdeo no enga?a: el ingeniero de 42 a?os Massimo Tartaglia, tocado con un gorro de lana hasta las cejas, lanza la estatuilla del Duomo de Mil¨¢n con evidente sa?a. Mezclado entre la multitud, apunta un par de veces, oscila el brazo derecho para calcular mejor, dispara de arriba abajo y acierta de pleno en el lado izquierdo de la cara del primer ministro.
Agresi¨®n "premeditada" con ofensa a funcionario p¨²blico es el resumen del fiscal antiterrorista de Mil¨¢n, Armando Spataro -c¨¦lebre por su acusaci¨®n contra los Servicios Secretos italianos y la CIA por el secuestro del im¨¢n Abu Omar-. Tras casi tres horas de interrogatorio en comisar¨ªa, Tartaglia le confes¨® que hab¨ªa actuado contra Silvio Berlusconi por motivos pol¨ªticos: "Odio la pol¨ªtica del Pueblo de la Libertad y especialmente la del primer ministro".
La frase desmiente lo declarado por su padre, Alessandro. Tan concernido por la violencia del ataque como el resto del pa¨ªs, o quiz¨¢ m¨¢s, el hombre cont¨® que en casa todos votan al Partido Dem¨®crata, pero no odian a nadie, ni a Berlusconi.
El due?o de una peque?a empresa de componentes electr¨®nicos, en la que su hijo trabaja como dise?ador gr¨¢fico, ha confirmado este lunes que Massimo tiene problemas ps¨ªquicos desde los 18 a?os, que fue tratado en el hospital policl¨ªnico de Mil¨¢n hasta 2003, y que hoy sigue tomado f¨¢rmacos contra la ansiedad bajo la asistencia de una psic¨®loga, que no quiso aclarar qu¨¦ perturbaci¨®n sufre su paciente.
Los investigadores creen que Tartaglia hab¨ªa salido del hogar familiar (todav¨ªa vive con sus padres) en Ceseno Boscano, la periferia de Mil¨¢n, la ma?ana del domingo pensando en atentar contra el primer ministro. A su padre le dijo que se iba a ver a una amiga y que no sab¨ªa cu¨¢ndo volver¨ªa. "Si hubi¨¦semos sabido sus planes, le habr¨ªamos disuadido. ?l nunca ha hecho da?o a nadie", ha dicho el padre.
El agresor explic¨® a la polic¨ªa que hab¨ªa asistido al mitin porque la amiga no hab¨ªa podido quedar con ¨¦l, y que se hab¨ªa marchado antes del final porque estaba en desacuerdo con lo que Berlusconi estaba diciendo. Estaba llegando al metro cuando vio su coche aparcado y decidi¨® esperarlo. Luego, al verlo tan cerca, tres o cuatro metros, no se lo pens¨® m¨¢s y lanz¨® la catedral de alabastro. Una testigo cont¨® que vio pasear al hombre con el objeto en las manos durante un rato.
Segundos despu¨¦s de la agresi¨®n, entre gritos de "bastardo", algunos golpes leves de los seguidores de Berlusconi y las prisas de la escolta por llevarlo sano y salvo "alla questura [jefatura de polic¨ªa], alla questura", Tartaglia s¨®lo musit¨®: "No he sido yo, yo no soy nadie".
M¨¢s tarde se supo que, en los bolsillos y en una maletita, llevaba un extra?o arsenal casero: una l¨¢mina de plexigl¨¢s de 20 cent¨ªmetros, un crucifijo de escayola de 30 cent¨ªmetros, un pisapapeles de cuarzo, un mechero de mesa y un frasco de spray urticante. El fiscal le acusa de premeditaci¨®n porque al menos dos de los objetos, el mechero y la l¨¢mina, los hab¨ªa cogido antes de salir de casa.
El arma elegida para la agresi¨®n es el recuerdo m¨¢s vendido en la plaza s¨ªmbolo de Mil¨¢n. Tartaglia asegura que la compr¨® poco antes del mitin en un quiosco. Hay muchas versiones y tama?os; por el da?o que caus¨®, debi¨® adquirir una grande y pesada. Aunque en principio se dijo que era de metal, y luego de pl¨¢stico y yeso, la polic¨ªa ha confirmado que era de alabastro. Tras impactar contra la cara de Il Cavaliere, la esculturita qued¨® echa pedazos.
Tartaglia segu¨ªa este lunes ingresado en la c¨¢rcel de San Vittore, a la espera de que los jueces decidan si se queda o no en prisi¨®n. Seguramente no sabe que, despu¨¦s de su acci¨®n disparatada, nada en Italia volver¨¢ a ser como antes.
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