Los emigrantes se exponen a enormes peligros en su arga traves¨ªa hacia EE UU. Miles de ellos, provenientes de Centroam¨¦rica, son secuestrados y tratados con extrema crueldad mientras atraviesan territorio mexicanoISABEL MU?OZEl techo de la Bestia va abarrotado de emigrantes. Entre ellos viajan tambi¨¦n hombres que trabajan para los carteles. Detectan a los que tienen algo de dinero para que ¨¦stos les asaltanISABEL MU?OZLos emigrantes realizan los m¨¢s de 5.000 kil¨®metros de traves¨ªa encaramados en el techo del tren, e incluso en los peque?os huecos entre vag¨®n y vag¨®nISABEL MU?OZ"Muuuuuchos", responde Sa¨²l, hondure?o de 25 a?os. El camino es letal, y ¨¦l lo ha recorrido hacia arriba y ahora est¨¢ terminando de recorrerlo de bajada, hacia Centroam¨¦rica, con su amigo Jos¨¦, de 36 a?os. Ida y vuelta. Es normal que cuando se le pregunta si ha visto emigrantes muertos alargue la palabra. Sa¨²l y Jos¨¦ se conocieron cuando ya el camino los hab¨ªa derrotado. Entre los dos han sido testigos de ocho muertes. "Recuerdo aquel que en la cordillera de hielo se cay¨® del tren. La Bestia le arranc¨® las dos piernas y pudimos ver c¨®mo ¨¦l se arrastr¨® hasta meter la cabeza en las v¨ªas", dice Jos¨¦. Ellos son el ejemplo de c¨®mo estas rutas a muchos s¨®lo les dejan recuerdos podridos, muertos en la cabeza. Ambos lo intentaron. Uno, por Tijuana (Baja California); el otro, por Piedras Negras (Coahuila). Y se dieron cuenta de que para dar el brinco a Estados Unidos, el paso final despu¨¦s de casi un mes de viaje, es necesario un coyote. Y ¨¦sos cobran mucho, entre 2.000 y 5.000 d¨®lares. Hartos de intentar entregarse a migraci¨®n para ser deportados y de no conseguir m¨¢s que una respuesta -"Si se vinieron en tren, ya saben el camino de regreso"-, desandan su camino. Sa¨²l condensa su experiencia: "Cansancio, mucho cansancio, y malos recuerdos".FOTOGRAF?AS DE ISABEL MU?OZ | TEXTO: ?SCAR MART?NEZ"Largate de aqu¨ª, perra". ?sas fueron las palabras que J¨¦ssica Mel¨¦ndez escuch¨® de su madre cuando regres¨® a Honduras con sus dos hijos despu¨¦s de vivir durante a?os con un marido maltratador en Nogales, frontera entre Estados Unidos y M¨¦xico. Volvi¨® a los trenes, pero esta vez con los dos brazos ocupados y los ojos pendientes de ?scar Eduardo, su hermano de nueve a?os. "Mi padrastro le pegaba mucho en Honduras y decid¨ª tra¨¦rmelo". S¨®lo tiene 20 a?os, pero ya sabe lo que es matar. Cuando entre Arriaga e Ixtepec un hombre la quiso violar en el tren en marcha, ella logr¨® lanzarlo de una patada hacia las ruedas. Nos despedimos de J¨¦ssica, sus dos hijos y su hermano en Medias Aguas. La dejamos ah¨ª, intentando llegar hasta su habitual verdugo, el padre de sus hijos. D¨ªas despu¨¦s nos enteramos de que fue secuestrada en Tierra Blanca, una estaci¨®n m¨¢s adelante. "A algunos", nos dijo J¨¦ssica, "la vida s¨®lo nos juega sucio".FOTOGRAF?AS DE ISABEL MU?OZ | TEXTO: ?SCAR MART?NEZ"Es dif¨ªcil explicarle a los tuyos que saliste a buscar dinero y regresaste sin las piernas". Fue cuesti¨®n de segundos, recuerda el hondure?o Donar Antonio Espinal. "Estaba muy cansado, no hab¨ªa dormido bien en d¨ªas". Sin embargo, viaj¨®. Se colg¨® de la m¨¢quina en la frontera entre Guatemala y M¨¦xico. Trep¨® al techo, como otros miles de polizones centroamericanos lo han hecho desde hace m¨¢s de tres lustros. All¨¢ arriba, el sue?o lo venci¨®. Ten¨ªa 20 a?os y s¨®lo despert¨® cuando sus nalgas chocaron contra la tierra y el tren que empezaba a frenar, ya en sus ¨²ltimas vueltas de rueda, le arranc¨® las piernas. Cinco a?os despu¨¦s sabe lo que es depender de una silla de ruedas. Ahora, elocuente y parlanch¨ªn, recorre albergues del Sur contando su historia y escuchando la de otros que como ¨¦l dejaron un pedazo en el camino. "Creen que la vida se acab¨®, que no vales nada. Yo ando por ah¨ª dici¨¦ndoles que cuesta, pero que se puede".FOTOGRAF?AS DE ISABEL MU?OZ | TEXTO: ?SCAR MART?NEZHabla con claridad. Resalta entre el resto. A pesar de la caminata, del calor h¨²medo, casi palpable, de las 12 horas de tren, Paola luce impecable. Su escote arreglado con simetr¨ªa. Su cara limpia. Su ropa impoluta. Naci¨® var¨®n hace 24 a?os; desde los 17 vive como transexual. Cada verano, Paola se despide de sus compa?eros y compa?eras de las calles de la Zona 4 de la capital guatemalteca; deja su esquina habitual y con una mochila con tacones, blusas de seda, perfumes y bisuter¨ªa, viaja hacia la capital mexicana, donde "los hombres pagan mejor". Viaja maquillada y sin ocultar del todo sus grandes pechos morenos, hinchados por un aceite sustituto de la silicona. En este camino ha sufrido dos intentos de violaci¨®n. Pero Paola, acostumbrada a tratar con hombres aprovechados, ha sabido librarse: "Dale, met¨¦mela, pero ponete cond¨®n, que tengo sida", minti¨® en las dos ocasiones. Sus atacantes se subieron los pantalones de inmediato. "Es que en la calle una agarra ma?a".FOTOGRAF?AS DE ISABEL MU?OZ | TEXTO: ?SCAR MART?NEZ"Tuve un problema bien serio, no puedo hablar", dijo en las v¨ªas antes de echarse a llorar. ?scar tiene 14 a?os y el problema ocurri¨® cuando ten¨ªa 13, cuando segu¨ªa siendo un ni?o. Este muchacho de la aldea de Guadalupe (Honduras) poco a poco fue soltando aquel nudo en la garganta. Cuando lo hizo utiliz¨® una frase contundente y un silencio prolongado: "Es que mat¨¦ a un hombre". ?scar mat¨® a Selvin, un hombre de unos 35 a?os que hab¨ªa sido acusado de matar a su hermano mayor, un polic¨ªa municipal. Dice que s¨®lo se defendi¨®, que su atacante, borracho, se le tir¨® encima s¨®lo por ser hermano del difunto. Ah¨ª empez¨® la historia de este ni?o emigrante. Tom¨® su bicicleta y pedale¨® hasta la frontera con M¨¦xico, donde la dej¨® tirada al lado del r¨ªo Suchiate. "Los hermanos de Selvin me andan buscando. Si me encuentran, me matan", describ¨ªa el peque?o. La segunda vez que lo vimos, volv¨ªa de su deportaci¨®n. Lo pusieron en la frontera, del lado centroamericano, pero el muchacho inici¨® de nuevo su camino. "Es que para atr¨¢s", repite, "s¨®lo para agarrar impulso".FOTOGRAF?AS DE ISABEL MU?OZ | TEXTO: ?SCAR MART?NEZ