Telegramas desde Hait¨ª
El enviado especial de EL PA?S relata los acontecimientos m¨¢s destacados del d¨ªa a d¨ªa en Puerto Pr¨ªncipe tras el terremoto
S¨¢bado 16 de enero, 6.55 horas
EL NI?O Y SU SALVADOR. El bombero de Castilla y Le¨®n, ?scar Vega, de 32 a?os, ayuda a instalar las tiendas de campa?a para los espa?oles reci¨¦n llegados a Puerto Pr¨ªncipe. Una productora de Antena 3 Le dice:
-?Fuiste t¨² el que rescat¨® al ni?o? De verdad, no encuentro palabras para decirte lo que siento. Ese ni?o se ha convertido en la imagen del terremoto. Tienen su cara en el programa de Larry King de la CNN.
?scar cuenta c¨®mo sucedi¨® la cosa: "Ocurri¨® el jueves, el primer d¨ªa que llegamos. Se estaba haciendo de noche y nos hab¨ªan advertido que de noche ten¨ªamos que volver aqu¨ª al campamento. Hab¨ªamos estado en la Universidad, donde hubo hasta 63 v¨ªctimas, pero la gente tiraba de ti para llevarte a su casa. Se pon¨ªan muy agresivos. Pero nuestros perros en la Universidad ya no detectaban vida all¨ª. Ni rastro de vida. Nuestros escoltas, que son polic¨ªas de aqu¨ª, dec¨ªan que nos fu¨¦ramos. Pero un hombre nos dijo que se escuchaba a un ni?o en una casa. Fuimos a la casa de la que hablaban y vimos que estaban buscando por el lado izquierdo, pero nos pareci¨® o¨ªr una voz de ni?o por el lado derecho. Se llama Regi, que se pronuncia Reyi. Tardamos unas dos horas en hacer un agujero de unos cinco metros por donde apenas cabe una persona. Si respiras hondo te quedas atascado. Me deslic¨¦ hasta el fondo y vi que hab¨ªa un anciano muerto. El abuelo ten¨ªa muy apretado al ni?o, me cay¨® sangre del hombre. Sent¨ª como el maullido de un gatito, y era el ni?o, pero no pude verlo. Despu¨¦s entr¨® otro compa?ero, F¨¦lix, que le dio agua y lo toc¨® y eso fue muy importante porque ya el cr¨ªo luch¨® por vivir. Volv¨ª a entrar de nuevo. Con un gato de coche apuntal¨¦ los escombros. Le dije: -Cari?o, que nos vamos ya, Regi, que te sacamos. Y ¨¦l, aunque no sab¨ªa espa?ol, parec¨ªa entenderme, le cambiaba la cara. Hac¨ªa intenci¨®n de venirse hacia m¨ª, pero no pod¨ªa. No lloraba, pero se pon¨ªa cada vez m¨¢s nervioso al ver que no pod¨ªa zafarse. Le quit¨¦ una mesa que le oprim¨ªa el costado. Cuando logr¨¦ separarlo del abuelo y el ni?o me tendi¨® las dos manos y se vino hacia m¨ª me temblaron las piernas y se me aceler¨® el coraz¨®n. Grit¨¦: -Ya es m¨ªo y nos vamos para afuera. Hab¨ªan pasado unas dos horas y media. Mis compa?eros tiraron de mis pies y as¨ª salimos los dos. Al salir a la calle fue la hecatombe. La madre haci¨¦ndome se?as para que entendiese que ella era la madre. A la gente se la hab¨ªa tratado de mantener apartada del edificio, pero cuando vieron que el ni?o viv¨ªa, me abrazaron, me arrancaron el casco... cantaban, bailaban...".
S¨¢bado 16 de enero, 17.00 horas
LA JOVEN EN BUSCA DE SU MADRE. El paisaje desde la frontera con Rep¨²blica Dominicana hasta Puerto Pr¨ªncipe se ha quedado en muchos tramos, como si el pa¨ªs fuese una inmensa cantera: monta?as peladas de una tajada, blancas en medio de lo verde, con rocas de un metro de di¨¢metro cerca de la carretera. Pero al margen de eso, la vida discurre con su miseria rutinaria. La carretera es relativamente segura durante el d¨ªa. En el autob¨²s de los cooperantes espa?oles viaja una haitiana a la que la Agencia Espa?ola de Cooperaci¨®n Internacional y Desarrollo ha logrado colar para que averig¨¹e si su madre est¨¢ viva o muerta. Sabe con certeza que dos t¨ªas suyas han fallecido. Muchos haitianos residentes en Rep¨²blica Dominicana han intentado ir a Puerto Pr¨ªncipe para saber de los suyos.
La chica va ensimismada durante las seis horas de trayecto desde Santo Domingo. No habla con nadie y nadie se atreve a molestarla. Las curvas y los baches le hacen vomitar. Al llegar a Puerto Pr¨ªncipe le deseamos mucha suerte y trata de sonre¨ªr al despedirse.
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