Los presos pol¨ªticos no existen en las democracias
Quiero sumar mi voz a un coro de indignaci¨®n que recorre buena parte de nuestra Am¨¦rica y del mundo. El pasado 23 de febrero, mientras los l¨ªderes latinoamericanos nos encontr¨¢bamos reunidos en Canc¨²n, hablando sobre democracia y libertad, muri¨® en La Habana Orlando Zapata Tamayo, opositor del r¨¦gimen castrista y preso pol¨ªtico desde hac¨ªa siete a?os.
Una huelga de hambre de 85 d¨ªas no fue suficiente para convencer al Gobierno cubano de que era necesario preservar la vida de esta persona, por encima de cualquier diferencia ideol¨®gica. 85 d¨ªas no fueron suficientes para mover a compasi¨®n a un r¨¦gimen que se vanagloria de su solidaridad, pero que en la pr¨¢ctica aplica esa solidaridad ¨²nicamente a sus simpatizantes.
Si el Gobierno cubano liberara a sus presos pol¨ªticos, tendr¨ªa m¨¢s autoridad
Nada podemos hacer ahora para salvar a este disidente, pero podemos a¨²n alzar la voz en nombre de Guillermo Fari?as Hern¨¢ndez, que desde hace 17 d¨ªas se encuentra en huelga de hambre en Santa Clara, pidiendo la liberaci¨®n de otros presos pol¨ªticos cubanos, en particular de aquellos en precario estado de salud.
Sin duda, la huelga de hambre es un arma delicada como herramienta de protesta. Ser¨ªa riesgoso que cualquier Estado de derecho se viera en la obligaci¨®n de liberar a sus privados de libertad, si deciden rechazar su alimentaci¨®n. Pero estos presos no son como los dem¨¢s, ni Cuba cumple las condiciones de un Estado de derecho. Se trata de presos pol¨ªticos o de consciencia, que no han cometido otro delito m¨¢s que oponerse a un r¨¦gimen, que fueron juzgados por un sistema judicial de independencia cuestionable y que deben sufrir penas excesivas sin haber causado un da?o a otras personas.
Los presos pol¨ªticos no existen en las democracias. En ning¨²n pa¨ªs verdaderamente libre, uno va a prisi¨®n por pensar distinto. Cuba puede hacer todos los esfuerzos de oratoria que desee para vender la idea de que es una "democracia especial", pero cada preso pol¨ªtico niega en la pr¨¢ctica esa afirmaci¨®n. Cada preso pol¨ªtico es una prueba irrefutable de autoritarismo.
A esto se suma el hecho de que se trata de personas con una salud muy debilitada. Y aqu¨ª s¨ª es cierto que no importan las razones por las cuales alguien haya entrado en prisi¨®n. Todo Gobierno que respete los derechos humanos, debe al menos mostrar compasi¨®n ante el estado de una persona d¨¦bil, en lugar de llamarla "chantajista".
Siempre he luchado por una transici¨®n cubana hacia la democracia. Siempre he luchado porque ese r¨¦gimen de partido ¨²nico se convierta en un r¨¦gimen pluralista, y deje de ser una excepci¨®n en el continente americano. Estoy convencido de que en una democracia, si uno no tiene oposici¨®n, debe crearla, no perseguirla, reprimirla y condenarla a un infierno carcelario, que es lo que hace el r¨¦gimen de Ra¨²l Castro.
El Gobierno cubano tiene ahora en sus manos la oportunidad de demostrarle al mundo los primeros signos de esa transici¨®n democr¨¢tica, que desde hace mucho tiempo esperamos. Tiene la oportunidad de demostrar que puede aprender a respetar los derechos humanos, sobre todo los derechos de sus opositores, porque no tiene ning¨²n m¨¦rito que respete s¨®lo los derechos de sus partidarios. Si el Gobierno cubano liberara a sus presos pol¨ªticos, tendr¨ªa m¨¢s autoridad para reclamar respeto a su sistema pol¨ªtico y a su forma de hacer las cosas.
Estoy consciente de que al hacer estas afirmaciones me expongo a todo tipo de acusaciones de parte del r¨¦gimen cubano. Me acusar¨¢n de inmiscuirme en asuntos internos, de irrespetar su soberan¨ªa y, casi con certeza, de ser un lacayo del imperio. Sin duda, soy un lacayo del imperio: del imperio de la raz¨®n, de la compasi¨®n y de la libertad. No voy a callarme cuando se vulneran los derechos humanos. No voy a callarme cuando la sola existencia de un r¨¦gimen como el de Cuba es una afrenta a la democracia. No voy a callarme cuando se pone en jaque la vida de seres humanos, por defender a ultranza una causa ideol¨®gica que prescribi¨® hace a?os. He vivido lo suficiente para saber que no hay nada peor que tener miedo a decir la verdad.
?scar Arias es presidente de Costa Rica.
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