El Supremo de Brasil califica la situaci¨®n de las c¨¢rceles como "crimen de Estado contra el pueblo"
El presidente del tribunal considera una "verg¨¹enza para el pa¨ªs" las condiciones en las que est¨¢n los presos
El magistrado Cezar Peluso, no ha esperado a asumir oficialmente el viernes pr¨®ximo su cargo como nuevo presidente del Supremo Tribunal Federal (STF) y ya ha lanzado la mayor cr¨ªtica hecha hasta ahora a la situaci¨®n de las c¨¢rceles de este pa¨ªs. Y lo ha hecho con palabras dur¨ªsimas, que han irritado impresionando al gobierno. Ha calificado la situaci¨®n de "crimen de Estado contra el pueblo" y de "verg¨¹enza para el pa¨ªs".
Otros cr¨ªticos hab¨ªan calificado el sistema penitencial brasile?o como "crimen del silencio", ya que del tema, considerado tab¨², no suelen hablar ni el gobierno ni la oposici¨®n. S¨®lo la ONU, el 15 de marzo pasado hab¨ªa criticado en su reuni¨®n sobre Derechos Humanos una serie de presuntos cr¨ªmenes perpetrados en las c¨¢rceles brasile?as, como torturas, abarrotamientos de las presiones, mantenimiento de detenidos en lugares irregulares, como delegac¨ªas de polic¨ªa y hasta en contenedores. El ¨ªndice de reca¨ªda en el crimen de los presos brasile?os que salen de la c¨¢rcel es el m¨¢s alto del mundo: un 70% vuelven a cometer cr¨ªmenes. El ¨ªndice en Europa y en los Estados Unidos es de un 16%. Es con mucho el m¨¢s alto de Am¨¦rica Latina, donde por ejemplo en Argentina Chile o Uruguay dicho ¨ªndice es inferior al 25%. La semana pasada el caso del preso ped¨®filo Adelmir Jes¨²s da Silva que nada m¨¢s salir de la c¨¢rcel, con orden judicial, asesin¨® el mismo d¨ªa a seis adolescentes en Goi¨¢s, conmovi¨® al pa¨ªs.
A las duras cr¨ªticas del nuevo Presidente del Supremo que ha querido reventar ese "silencio maldito" como tambi¨¦n ha sido llamada la situaci¨®n de las c¨¢rceles en un pa¨ªs que pretende ser la quinta potencia econ¨®mica del mundo y que tantos logros est¨¢ consiguiendo por otra parte en sus programas sociales, el gobierno ha respondido que se trata de un problema que se arrastra desde hace 40 a?os. No es por tanto, un d¨¦ficit s¨®lo del actual gobierno del Presidente Luiz In¨¢cio Lula da Silva, sino que debe ser adjudicado tambi¨¦n a una acumulaci¨®n de dejadez de los gobiernos anteriores, desde los tiempos de la dictadura militar.
Este gobierno hab¨ªa destinado 420 millones de reales para la reestructuraci¨®n de las c¨¢rceles, en las que se hacinan m¨¢s de medio mill¨®n de presos, de los cuales el 12% est¨¢n detenidos de forma irregular en delegac¨ªas de polic¨ªa al no haber lugar en las otras c¨¢rceles. El caso es sangrante en el Estado de Bah¨ªa donde a¨²n el 42,4% de los presos siguen en dichas delegac¨ªas de polic¨ªa.
El gobierno hab¨ªa dedicado 420 millones de reales para la construcci¨®n de nuevas c¨¢rceles, pero seg¨²n investigaciones del diario O Globo dicho dinero est¨¢ parado en los bancos por problemas burocr¨¢ticos. Lo cierto es que nunca la oposici¨®n, ni la de izquierdas ni la de derechas, se ha preocupado excesivamente de lo que hoy el nuevo Presidente del Supremo califica de "verg¨¹enza del pa¨ªs". El hecho de haber llamado de "crimen de estado contra el pueblo" al actual sistema de prisiones es adem¨¢s porque el 90% de los presos actuales son negros o mulatos, que llegan a la c¨¢rcel de los lugares m¨¢s pobres del pa¨ªs y que acaban hacinados en c¨¢rceles insalubres, verdaderas incubadoras de crimen y violencia, tanto por parte de los presos como de las fuerzas del orden. Son verdaderas universidades donde los presos aprenden nuevas pr¨¢cticas de violencia y donde se llevan a cabo, en tres bandas rivales que se disputan el poder interno de las c¨¢rceles, cr¨ªmenes horribles, como decapitaciones, deg¨¹ellos, mutilaciones de todo tipo y venganzas colectivas.
El hecho de que el alto magistrado Peluso haya querido quebrar ese silencio vergonzoso, va a obligar a los candidatos tanto del gobierno como de la oposici¨®n, que disputan las presidenciales de octubre para sustituir a Lula, a colocar con relieve el tema en sus programas electorales. El silencio, por fin, est¨¢ quebrado.
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