Los colombianos ya no creen en Ingrid Betancourt
Aunque la ex reh¨¦n de las FARC se ha retractado en la demanda millonaria al Estado, su imagen ha quedado da?ada
Ingrid Betancourt ha desistido de su intenci¨®n de pedir al Estado colombiano una millonaria indemnizaci¨®n por los seis a?os que estuvo secuestrada por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Pero entre la opini¨®n p¨²blica se mantiene la indignaci¨®n que gener¨® este error garrafal, en un pa¨ªs casi siempre pasivo ante esc¨¢ndalos de mayor calibre.
?Por qu¨¦ lo hizo? En una larga entrevista concedida a Caracol Televisi¨®n, se mostr¨® arrepentida, pero patin¨® al dar explicaciones: "Era una cifra simb¨®lica", dijo. Y asegur¨® que solo pretend¨ªa llamar a la reflexi¨®n sobre el derecho que tienen las v¨ªctimas a ser indemnizadas. Nadie la crey¨®. Como beneficiaria del pleito figuraba solo su familia. Si su intenci¨®n era "¨¦tico-pol¨ªtica y no mercantilista", habr¨ªa exigido "una reparaci¨®n material simb¨®lica", seg¨²n Eduardo Pizarro, presidente de la comisi¨®n encargada de la reparaci¨®n a las v¨ªctimas de la violencia en Colombia.
Como tampoco nadie crey¨® su versi¨®n sobre c¨®mo se produjo su secuestro, el 23 de febrero de 2002. Los medios se han encargado de ventilar documentos que muestran una actuaci¨®n de ni?a caprichosa, algo que la llev¨® a entrar en un lugar donde solo dos d¨ªas antes dominaba la guerrilla y en el que estaba vigente la orden de atrapar pol¨ªticos para contribuir al plan de canjearlos por combatientes en prisi¨®n. En su momento, esta imprudencia se le perdon¨®, en un gesto de respeto hacia la reh¨¦n por haberse convertido en v¨ªctima de un secuestro inhumano y eterno.
Ahora, la indignaci¨®n colombiana tiene que ver, en primer lugar, con esa parte de la responsabilidad que le corresponde a la propia Betancourt. El pa¨ªs se sinti¨® traicionado. Y el Gobierno tambi¨¦n, porque lo arriesg¨® todo en la Operaci¨®n Jaque, gracias a la cual Ingrid, tres estadounidenses y 10 miembros de la fuerza p¨²blica recuperaron la libertad.
Antes de que fuera capturada, Betancocurt no generaba en Colombia grandes simpat¨ªas. Chocaba la imagen de hero¨ªna solitaria que quiso crear en su libro La rabia en el coraz¨®n, publicado antes de su secuestro, especialmente porque en ¨¦l no reconoc¨ªa a todos los que hasta ese momento hab¨ªan muerto por decir la verdad y por enfrentarse a corruptos y narcos. Pero el pa¨ªs entero se conmovi¨® con la imagen de esta mujer, doblegada y muda, en el v¨ªdeo enviado por sus captores como prueba de vida a finales de 2007. Y llor¨® al leer una carta bella, impecable y l¨²cida escrita por la cautiva desde una c¨¢rcel de la selva. Por eso, se esperaba de ella una postura de mayor compromiso tras su liberaci¨®n.
Algunos ex rehenes contaron que mataba el tedio de las horas en la selva tejiendo un plan de Gobierno para un pa¨ªs libre de privilegios y sin corrupci¨®n. Pero regres¨®; agradeci¨® su liberaci¨®n al presidente ?lvaro Uribe, a la Virgen de Guadalupe, al Ej¨¦rcito, al entonces ministro de Defensa y hoy presidente electo, Juan Manuel Santos, y se march¨® a Francia. Dijo que en Colombia se sent¨ªa insegura. Y a los que alg¨²n d¨ªa creyeron en su discurso pol¨ªtico les doli¨® ver c¨®mo se esfumaba su l¨ªder.
Tambi¨¦n ha ofendido a los colombianos la cifra desorbitada que pidi¨® como compensaci¨®n: seis millones de pesos (m¨¢s de 2.500 euros) diarios, en un pa¨ªs donde el jornal muchas veces no pasa de los 12.000 (5 euros). Una cantidad "astron¨®mica y absurda", como la calific¨® su ex marido y padre de sus dos hijos, el diplom¨¢tico franc¨¦s Fabrice Delloye, quien pidi¨® perd¨®n a los colombianos.
Ingrid ha actuado como una v¨ªctima de primera en un pa¨ªs con demasiado dolor acumulado. El mismo d¨ªa en que se hizo p¨²blica su exigencia hubo otra noticia que no tuvo demasiado eco: la fiscal¨ªa entreg¨® en peque?as cajas blancas a una madre humilde los restos de sus cuatro hijas, asesinadas por los paramilitares; una apenas ten¨ªa 13 a?os. La deuda del Estado con las miles de v¨ªctimas de estos grupos sanguinarios, apoyados por sectores del poder, s¨ª que es enorme. Pero un tribunal dictamin¨® hace poco que las familias campesinas v¨ªctimas de una masacre paramilitar pod¨ªan aspirar, como mucho, a una reparaci¨®n de 240 millones de pesos (unos 100.000 euros).
Para Ingrid Betancourt, las consecuencias a¨²n no han terminado: se aleja la posibilidad de que el nuevo Gobierno la designe embajadora, como se rumoreaba antes de que cometiera tan tremendo error. Y ante su libro sobre su experiencia en las c¨¢rceles de las FARC, esperado con ansia en muchos lugares del mundo, se cierne ahora un futuro incierto. En Colombia, las librer¨ªas han visto descender los pedidos. "Cuando el autor pierde simpat¨ªa entre el p¨²blico, se resienten las ventas", dice Felipe Ossa, de la Librer¨ªa Nacional. Ten¨ªa intenci¨®n de pedir 5.000 ejemplares; ahora 300 le parecen muchos.
Y la situaci¨®n empeor¨® despu¨¦s de que Ingrid se retractase: "Perdi¨® credibilidad", dice Ossa. ?Para qu¨¦ comprar un libro que sabemos que nos va a contar mentiras?, se preguntan los potenciales lectores. De 80 personas consultadas por esta importante librer¨ªa, ninguna lo piensa leer, cuando hace dos semanas ten¨ªa el ¨¦xito asegurado.
De este episodio, a Colombia le queda un debate pendiente: ?c¨®mo hacer frente a la reparaci¨®n de miles de v¨ªctimas de un conflicto que no cesa? ?Ha pecado el Estado, por acci¨®n u omisi¨®n, en los casos de secuestrados por la guerrilla? Cinco pol¨ªticos que tambi¨¦n fueron canjeables, como Ingrid, pero cuya captura y regreso a la libertad se produjeron en circunstancias distintas, tambi¨¦n presentaron una demanda el pasado mayo por una cantidad que se acerca a los 10 millones de euros.
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