Un peque?o gran concierto
Los ingleses Hurts triunfan en Madrid con su trabajo Happiness en una actuaci¨®n de mediano formato
Las ocasiones que nacen con el c¨®digo gen¨¦tico de irrepetibles son muy peligrosas. Anoche en la sala Pen¨¦lope de Madrid se vivi¨® uno de esos momentos. Mucho antes de que ocurriera, ya pose¨ªa la categor¨ªa de ser el lugar en el que hab¨ªa que estar (con permiso de las series de princesas que arrasan en las parrillas de televisi¨®n). Tocaban Hurts, un par de ingleses que se han despachado once canciones en un irreprochable primer disco -Happiness- y que, seg¨²n las cr¨ªticas de la prensa especializada, podr¨ªan heredar el trono de reyes del pop sintetizado que tantas alegr¨ªas nos di¨® en la d¨¦cada de los ochenta.
As¨ª que, anoche, esa modernidad que quiere presumir de estar a la ¨²ltima, se concentr¨® en masa en un garito que no es el m¨¢s c¨®modo para albergar este tipo de eventos irrepetibles. Unos acudieron a saciar su curiosidad sobre la expectativa creada y, otros, simplemente, para poder contar que asistieron al primer concierto de Hurts en Madrid (no vaya a ser que realmente estos dos chicos se coronen). Y tanto los unos como los otros tuvieron la suerte de asistir a un gran peque?o concierto.
Hurts son Adam Anderson y Theo Hutchcraft, pero ambos son conscientes de que para un directo ellos solos no son suficientes y antes que llevarse enlatado medio bolo o de esconder entre bambalinas a sus m¨²sicos acompa?antes -como hacen otros muchos-, se rodean de un baterista, un teclista y un cantante a los coros. Una cosa es ser un grupo de dos y otra no tener verg¨¹enza. Y Hurts tienen pudor y, sobre todo, mucha elegancia.
Salieron al escenario con puntualidad brit¨¢nica, a las 21:30 y parec¨ªa que se hubieran escapado de la pel¨ªcula Carros de fuego o de una novela de Scott Fitzgerald. Trajes negros impolutos, camisas de frac arremangadas y cintas oscuras en el cuello, un piano de pared con la parte baja transparente y sobre ¨¦l, un ramo de rosas blancas que arrojar al p¨²blico tema tras tema. Pero sobre todo salieron a demostrar que tienen mucho que contar y que cantar. Silver lining y Wonderful life abrieron la hora escasa que dur¨® el concierto y sonaron con la misma efectividad que derrochan en el principio del disco.
Hutchcraft posee ese tipo de voces prodigiosas de cantantes brit¨¢nicos masculinos como la de Tom Chaplin de Keane que suenan limpias y potentes y que pareciera que a sus due?os no les costara ning¨²n esfuerzo modular. Anderson en los teclados y aporreando una guitarra en el tema Evelyn demuestra que ha pasado mucho tiempo encerrado practicando y componiendo esos himnos electr¨®nicos que ya les han hecho famosos. Durante esa hora se escucharon ecos de The Pet Shop Boys, de Depeche mode y de Sam Sparrow, incluso plane¨® la presencia de Rufus Wainwright cuando atacaron Verona, el tema oculto que cierra su Lp. Pero tambi¨¦n qued¨® claro que para saber si aquel era el lugar y el momento, habr¨¢ que esperar a la nueva entrega de estos chicos. Puede que la proxima vez que se suban a un escenario les toque defender un segundo mal trabajo. Visto lo visto ayer, en un festival que se hace llamar Girls Allowed (se admiten chicas), lograr¨¢n congregar¨¢n a modernos, chicas guapas y muchos chicos vestidos con camisetas adornadas con la diana mod y la vespa aparcada en la puerta (anoche hab¨ªa unos cuantos); y ser¨¢ entonces cuando realmente sangan de dudas.
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