Yemen acepta en secreto que EE UU ataque en su territorio
"Seguiremos diciendo que las bombas son nuestras, no vuestras", propone el presidente Saleh a Petraeus como condici¨®n para permitirle actuar contra Al Qaeda
Cuando el 17 de diciembre de 2009 dos bombardeos acabaron con la vida de una treintena de presuntos miembros de Al Qaeda en Yemen, pasaron pocas horas antes de que la prensa estadounidense asegurara que se hab¨ªa tratado en realidad de dos misiles de crucero norteamericanos. La Casa Blanca ni confirm¨® ni desminti¨®. El Gobierno de Sana¨¢ mantuvo, y mantiene, que fue una operaci¨®n de sus fuerzas y que el apoyo estadounidense se limit¨® a compartir inteligencia. Una semana m¨¢s tarde hubo otro ataque similar. Yemen volvi¨® a asumir su autor¨ªa, a pesar de las crecientes sospechas. Diez d¨ªas despu¨¦s, el 2 de enero de este a?o, el presidente yemen¨ª, Ali Abdal¨¢ Saleh, recib¨ªa al general David Petraeus, entonces comandante del Mando Central de EE UU, y le dec¨ªa: "Seguiremos diciendo que las bombas son nuestras, no vuestras" (documento 242380).
Washington elev¨® a 150 millones de d¨®lares su asistencia de seguridad a Yemen en 2010
"No usaremos los helic¨®pteros en Saada", promete Saleh para convencer a EE UU
El informe sobre aquel encuentro revela que exist¨ªa un acuerdo previo para ese tipo de intervenciones estadounidenses. Saleh hab¨ªa dado su visto bueno a condici¨®n de que se ocultara la autor¨ªa y su Gobierno pudiera atribu¨ªrselas, seg¨²n se desprende del texto, redactado por el embajador norteamericano en Sana¨¢, Stephen Seche. Pero el diplom¨¢tico opina que los dirigentes yemen¨ªes debieran "repensar seriamente su postura oficial, y si su empe?o en mantener que los ataques fueron unilaterales no va a minar el apoyo p¨²blico" a las operaciones, tal como hace saber en un despacho anterior, tras entrevistarse con el viceprimer ministro Rashad al Alimi y entender que no est¨¢n preocupados por las filtraciones en la prensa (documento 240955).
Oficialmente, Petraeus viaj¨® a Sana¨¢ para "felicitar al presidente Saleh por el ¨¦xito de las operaciones contra AQAP", las siglas de Al Qaeda en la Pen¨ªnsula Ar¨¢biga, el grupo en el que se han fusionado las franquicias del grupo terrorista en Yemen y Arabia Saud¨ª. Pero hab¨ªa algo m¨¢s sustancioso en su mensaje. El general de cuatro estrellas comunic¨® al dirigente yemen¨ª que "hab¨ªa pedido 150 millones de d¨®lares [unos 115 millones de euros] para asistencia de seguridad en 2010, un sustancial incremento sobre los 67 millones" que Yemen recibi¨® para esos menesteres el a?o anterior.
La noticia debi¨® de satisfacer a Saleh, un cabo que alcanz¨® la presidencia en 1978 y ha logrado mantenerse en ella a pesar de las peri¨®dicas elecciones, pero no lo suficiente como para aceptar una presencia estadounidense en la zona de operaciones como le pidi¨® Petraeus. El general quiere tener all¨ª personal "armado con inteligencia enviada en tiempo real desde las plataformas ISR [siglas en ingl¨¦s de inteligencia, vigilancia y reconocimiento] de EE UU que sobrevuelan la zona".
Bombarderos por misiles
"No pueden entrar en la zona de operaciones y deben quedarse en el centro de operaciones conjuntas", responde Saleh a Petraeus, seg¨²n el despacho del embajador. El presidente menciona que si se produjeran v¨ªctimas estadounidenses en los ataques contra Al Qaeda, da?ar¨ªa los esfuerzos futuros. Acepta sin embargo la propuesta del general para que "se dejen de usar misiles de crucero y se sustituyan por bombarderos que sobrevuelen en c¨ªrculo fuera del territorio yemen¨ª, 'fuera de la vista', y act¨²en contra objetivos de AQAP cuando dispongan de inteligencia para ello". En su opini¨®n, los misiles de crucero "no son muy precisos" y celebra que vayan a utilizarse bombas guiadas de precisi¨®n.
Es entonces cuando suelta: "Seguiremos diciendo que las bombas son nuestras, no vuestras". El viceprimer ministro, que est¨¢ presente, incluso se permite bromear que acaba de "mentir" al Parlamento diciendo que las bombas de Arhab, Abyan y Shebwa eran de fabricaci¨®n estadounidense, pero utilizadas por las fuerzas yemen¨ªes. Informado de la filtraci¨®n, el Gobierno yemen¨ª emiti¨® el pasado mi¨¦rcoles un comunicado en el que la califica de "inexacta".
Ese temor a que se revele su cooperaci¨®n con Washington es lo que lleva a Seche a la conclusi¨®n de que los yemen¨ªes "prev¨¦n seguir con las operaciones antiterroristas, pero tal vez no lo suficiente". En su cita previa con Al Alimi, este le ha dicho que para el presidente, "el Gobierno de Yemen 'debe mantener el status quo' respecto a la negativa oficial de la participaci¨®n estadounidense para asegurar m¨¢s 'operaciones positivas' contra AQAP". Al Alimi opina que "cualquier prueba de una mayor implicaci¨®n norteamericana, como munici¨®n encontrada en los lugares [atacados], puede justificarse como material comprado a EE UU".
A pesar de que oficialmente "Saleh quiere que estos ataques contin¨²en 'sin parar hasta que erradiquemos esta enfermedad", est¨¢ claro que las prioridades de Sana¨¢ y Washington son distintas. Para EE UU, lo esencial es la lucha contra el terrorismo de Al Qaeda. El presidente yemen¨ª acepta en la medida en que eso le supone ayuda econ¨®mica y militar para reforzar su poder.
Entrenamiento de 9.000 soldados
Se pone de relieve cuando, durante la entrevista con Petraeus, el general propone que 45 millones de d¨®lares del fondo de asistencia a la seguridad para 2010 se dediquen a establecer y entrenar un regimiento de aviaci¨®n de las tropas de operaciones especiales "para que se centren en objetivos de Al Qaeda y dejen a la fuerza a¨¦rea las operaciones a¨¦reas en Saada", la regi¨®n del norte del pa¨ªs donde se enfrentan a la rebeli¨®n de los Huthi. Saleh consiente, pero pide que "EE UU tambi¨¦n equipe y entrene a tres nuevas brigadas de la Guardia Republicana", 9.000 soldados en total.
Con todo, el principal inter¨¦s del presidente yemen¨ª se centra en obtener 12 helic¨®pteros, "un asunto que se las arregla para introducir en casi cada tema de debate durante la hora y media de reuni¨®n", seg¨²n relata con cierta iron¨ªa el embajador norteamericano. Sostiene Saleh que esos aparatos har¨ªan posible que su Gobierno "liderara futuras operaciones antiterroristas, 'liberar¨ªan' el uso de aviones de combate y misiles crucero contra objetivos terroristas, y permitir¨ªan que las fuerzas de operaciones especiales yemen¨ªes capturaran a sospechosos terroristas e identificaran a las v¨ªctimas tras los bombardeos".
Este ¨²ltimo punto tiene m¨¦rito, pues del informe de Seche se desprende que las fuerzas yemen¨ªes no han sido capaces de acceder a Al Maajala, la localidad de la provincia de Abyan, alcanzada por uno de los bombardeos del d¨ªa 17, para determinar con certeza el n¨²mero de bajas civiles. Abyan es el centro de la revuelta secesionista del sur, independiente hasta 1990, y lo ¨²ltimo que Saleh necesita son da?os colaterales. "Se cometieron errores", le dice a Petraeus tal vez ante los rumores de la muerte de 14 mujeres y 12 ni?os. Pero cuando el general le responde que los ¨²nicos civiles que perdieron la vida fueron la mujer y los dos hijos de un miembro de Al Qaeda, el presidente, desconcertado, se enzarza "en un largo y confuso aparte" con Al Alimi y el ministro de Defensa.
"No usaremos los helic¨®pteros en Saada, lo prometo. Solo contra Al Qaeda", asegura Saleh sabedor de que la lucha que su Gobierno libra contra los rebeldes Huthi, en el norte del pa¨ªs, despierta serias dudas en la comunidad internacional. (La versi¨®n oficial la presenta como un nuevo frente en la disputa entre chi¨ªes-sun¨ªes, y acusa a Ir¨¢n de armar y entrenar a los Huthi; sin embargo, el conflicto tiene hondas ra¨ªces locales y nadie ha presentado pruebas concluyentes de la implicaci¨®n iran¨ª). Su empe?o en lograr los autogiros es tal que incluso llega a sugerir que si hay problemas con la "burocracia" norteamericana, EE UU podr¨ªa convencer a Arabia Saud¨ª y a Emiratos ?rabes Unidos para que le faciliten seis aparatos cada uno.
Inhibidores y helic¨®pteros
Un mes m¨¢s tarde, Saleh vuelve a la carga con el asunto durante la visita del coordinador para la lucha antiterrorista del Departamento de Estado, Daniel Benjamin (documento 246988). Tras admitir que est¨¢ satisfecho con la asistencia que EE UU le ha prestado en ese ¨¢mbito hasta el momento, a?ade que le gustar¨ªa "estar m¨¢s satisfecho en el futuro" y solicita que se acelere el env¨ªo de ayuda adicional, "especialmente helic¨®pteros y veh¨ªculos con inhibidores de artefactos explosivos". "Ustedes se dan mucha prisa cuando nos necesitan, pero act¨²an con flema brit¨¢nica cuando no", se queja el presidente, que en esta ocasi¨®n se muestra remiso a compartir informaci¨®n sobre los extranjeros que estudian ¨¢rabe o islam en su pa¨ªs.
Saleh tambi¨¦n pide ayuda para controlar los 2.000 kil¨®metros de costa yemen¨ª y combatir el tr¨¢fico de armas y drogas. Se?ala a Yibuti, al otro lado del estrecho de Mandab, como especial motivo de preocupaci¨®n. "D¨ªgale a[l presidente yibutiense] Ismail Guelleh que no me preocupa si env¨ªa whisky de contrabando a Yemen, siempre que sea buen whisky, pero no drogas o armas", brome¨® ante Petraeus.
Puedes contactar en Eskup con la autora del art¨ªculo, ?ngeles Espinosa. | Comenta esta noticia en la red social de EL PA?S | La mayor filtraci¨®n de la historia | Preguntas y respuestas | Ir al especial
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