Estados Unidos dibuja un panorama desolador de la sanidad en Cuba
Los mejores hospitales solo est¨¢n al alcance de los extranjeros y de la ¨¦lite pol¨ªtica, seg¨²n los despachos desde La Habana
En Cuba, a diferencia de Estados Unidos y muchos pa¨ªses, la sanidad es gratuita y universal desde hace m¨¢s de medio siglo. En su documental Sicko, de 2007, el cineasta Michael Moore elogiaba la asistencia m¨¦dica cubana en contraste con la de Estados Unidos. Sin embargo, en un informe confidencial de 2008 titulado "Aqu¨ª nada es f¨¢cil" la legaci¨®n estadounidense en la isla describ¨ªa un paisaje desolador de la sanidad.
El cable mencionaba tambi¨¦n la pel¨ªcula de Moore. "El m¨¦dico cubano [nombre protegido] se?al¨® que las autoridades han prohibido Sicko porque lo tachan de subversivo. Aunque la pel¨ªcula trata de desacreditar la sanidad en EE UU subrayando las excelencias del sistema cubano, ¨¦l dijo que el r¨¦gimen sabe que la pel¨ªcula es un mito y no quiere arriesgarse a una reacci¨®n violenta de la gente cuando los cubanos vean unas instalaciones que no est¨¢n disponibles para la inmensa mayor¨ªa de ellos". El despacho se?ala que algunos de los empleados de la legaci¨®n cubana que vieron la pel¨ªcula se molestaron tanto por la descarada distorsi¨®n del sistema de salud en Cuba, que "se fueron de la sala".
Cuando el diario The Guardian se hizo eco de este cablegrama filtrado por Wikileaks el pasado diciembre, Michael Moore aclar¨® en su blog que la pel¨ªcula se hab¨ªa estrenado en los cines de la isla y emitido por televisi¨®n el 25 de abril de 2008.
El informe recog¨ªa declaraciones obtenidas de decenas de cubanos y tambi¨¦n inspecciones en hospitales de La Habana efectuadas por la doctora de la legaci¨®n. Una de las cuestiones m¨¢s llamativas es la que hace referencia al tratamiento, que seg¨²n los diplom¨¢ticos de EE UU, reciben los enfermos de sida. "Los pacientes seropositivos tienen la letra SIDA estampada en sus documentos de identidad. Ni qu¨¦ decir tiene que en un pa¨ªs donde se debe ense?ar el carn¨¦ desde para comprar la raci¨®n mensual de comida hasta para comprar un billete de tren, la persona queda estigmatizada de por vida. No hay confidencialidad entre el paciente y el doctor y la discriminaci¨®n es muy fuerte". El redactor del despacho aclaraba que los funcionarios de la Organizaci¨®n Panamericana de Salud indicaban que el sello de la palabra sida en los carn¨¦s sol¨ªa ser la pr¨¢ctica habitual, pero que ¨²ltimamente ya no lo era. Este extremo, los funcionarios estadounidenses no pudieron corroborarlo.
El telegrama indicaba que a algunos enfermos se les hab¨ªa trasladado a lo que se conoce como la 'Prisi¨®n de pacientes con SIDA de San Jos¨¦' para someterlos a tratamientos antivirales. "No est¨¢ claro para ellos por qu¨¦ los han puesto en estas instalaciones como c¨¢rceles, pero ellos creen que los discriminan por ser homosexuales. El periodo medio que pasan en este lugar es entre 18 y 24 meses", indicaba el despacho. Aunque el Gobierno afirmaba que exist¨ªa una red de organizaciones para facilitar apoyo social a los seropositivos, las fuentes de la legaci¨®n aseguraban que no hab¨ªa ni una sola organizaci¨®n que los defendiera. "Como est¨¢n 'marcados' con el virus HIV positivo, muchos no pueden estudiar en la universidad y son pocos los que pueden aspirar a un trabajo retribuido".
El grado de excelencia en el tratamiento del c¨¢ncer deja mucho que desear, seg¨²n el despacho. "Muchos j¨®venes pacientes de c¨¢ncer han resultado infectados con el virus de la hepatitis C despu¨¦s de sus operaciones. Eso indica una carencia en el proceso de examinar la sangre antes de realizar las transfusiones (...). Los pacientes son generalmente informados sobre el tipo de c¨¢ncer que padecen, pero poco acerca de la fase, del tama?o del tumor, de la met¨¢stasis o prognosis. Les pueden ofrecer cirug¨ªa despu¨¦s de la quimioterapia o radiaciones, pero no se les da la posibilidad de elegir sobre una aproximaci¨®n m¨¢s o menos agresiva, ni se les permite acceder a Internet para aprender m¨¢s de sus enfermedades".
Las influencias y el enchufismo lastran el sistema sanitario cubano, seg¨²n los diplom¨¢ticos estadounidenses. "Una mujer de unos treinta a?os nos conf¨ªa: 'Aqu¨ª todo consiste en ver a qui¨¦n conoces. Yo estoy bien porque tengo amigos en el sector m¨¦dico. Pero si no tuviera enchufes, y la mayor¨ªa de los cubanos no lo tienen, ser¨ªa horrible'. Nos cuenta que los cubanos est¨¢n cada vez m¨¢s insatisfechos con la asistencia m¨¦dica. Adem¨¢s de la falta de suministros y medicinas, y a ra¨ªz de que muchos m¨¦dicos hayan sido enviados al extranjero, los m¨¦dicos de cabecera ahora atienden a unas 300 o 400 familias y est¨¢n sobrepasados por el trabajo".
Las mejores instituciones m¨¦dicas de Cuba, seg¨²n el despacho, est¨¢n reservadas para extranjeros "con buenas divisas, miembros de la ¨¦lite gobernante y personal militar de alto rango". El informe incluye hasta seis centros m¨¦dicos con el desglose del tipo de ¨¦lite que suele frecuentarlos. Pero cuando se trata de procurarse una asistencia buena de verdad, los gobernantes que pueden permit¨ªrselo la buscan fuera de la isla, seg¨²n el cable. "Fidel Castro, en Julio de 2006, trajo un doctor de Espa?a durante su crisis de salud. El vice ministro de salud, Abelardo Ram¨ªrez, fue a Francia para someterse a una operaci¨®n de cirug¨ªa a causa de un c¨¢ncer en el aparato digestivo. El neurocirujano jefe del [Centro de Investigaciones M¨¦dico-Quir¨²rgicas] CIMEQ, que es uno de los mejores hospitales de Cuba, fue a Inglaterra para someterse a una cirug¨ªa ocular y retorna de forma regular para que lo examinen".
El informe indicaba que muy pocos m¨¦dicos pod¨ªan acceder a Internet y muy pocas veces se les permite participar en conferencias internacionales. "El acceso a la literatura cient¨ªfica actualizada no est¨¢ disponible. Algunos m¨¦dicos nos han confiado: 'Todo lo que queremos es salir'. Est¨¢n insatisfechos con sus salarios y su propia asistencia sanitaria. No reciben privilegios especiales. La mayor¨ªa de ellos no pueden acceder a la asistencia de los mejores hospitales para extranjeros, incluso si ellos trabajan all¨ª".
La doctora de la legaci¨®n visit¨® en octubre de 2007 el mayor centro m¨¦dico de La Habana, el hospital Hermanos Ameijeiras, el mismo que aparece en Sicko. "Debido a la alta cantidad de extranjeros que son tratados y operados all¨ª, la mayor¨ªa de los cubanos no tienen acceso a este centro. La ¨²nica forma ser¨ªa a trav¨¦s de alg¨²n familiar o enchufe que trabaje all¨ª y un regalo de unos 21,6 d¨®lares al administrador del hospital. Los cubanos est¨¢n muy resentidos con el hecho de que el mejor hospital de La Habana est¨¦ fuera de su alcance".
La doctora visit¨® tambi¨¦n el hospital Calixto Garc¨ªa, donde suelen ir solo cubanos. "La doctora cree que si realmente Michael Moore deseaba la misma atenci¨®n que los cubanos, entonces deber¨ªa haber venido a aqu¨ª. La sala de emergencia con sus 22 camas recibe los mayores traumas y v¨ªctimas de accidentes de La Habana". Durante su visita, la doctora estadounidense qued¨® horrorizada por el estado de dejadez de las instalaciones y "la falta de todo (utensilios m¨¦dicos, privacidad, asistencia de los doctores)". Describe un panorama de esc¨¢neres averiados, laboratorios rudimentarios, que le recuerda escenas de "algunos de los pa¨ªses m¨¢s pobres del mundo". La doctora sali¨® del centro acompa?ada por el cirujano jefe en un destartalado coche moscovita de 1981, "un privilegio en Cuba", que el m¨¦dico hered¨® de su padre. El cirujano jefe "era un hombre delgado, con aspecto desali?ado, sin afeitar, con un cigarro entre los labios, llevaba un bata blanca de laboratorio hecha jirones, sin una camiseta debajo. Dijo que su salario era unos 565 pesos (aproximadamente 22 d¨®lares) al mes".
Finalmente, la doctora visit¨® el hospital Salvador Allende, en el barrio del Cerro, una zona m¨¢s pobre y m¨¢s poblada que las anteriores. No vio ning¨²n "medicamento real" o cuidado de enfermer¨ªa durante su paseo "de casi una hora" por la mayor parte del edificio. "Mientras miraba a los pacientes no pod¨ªa evitar pensar que en sus propias casas podr¨ªan estar mejor atendidos que all¨ª. Ten¨ªan que traer sus propias bombillas si quer¨ªan tener luces en sus habitaciones. Los interruptores y las perillas hab¨ªan sido robados de la mayor¨ªa de las habitaciones. Hab¨ªa que conectar cables pelados para conseguir electricidad. No hab¨ªa aire acondicionado y pocos pacientes ten¨ªan ventiladores de suelo. Ten¨ªan que traer sus propias s¨¢banas, toallas y comida suplementaria".
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