Misterios de un palacio en las nieves
Este a?o el envejecido sal¨®n de congresos de Davos, inc¨®modo y laber¨ªntico, apareci¨® remozado y reformado el martes, cuando empez¨® el Foro ayer clausurado. Es m¨¢s luminoso, amplio y aireado. Hay huecos y espacios para todo, aunque se conservan perfectamente muchos elementos de la estructura anterior. El Global Village, en el centro del edificio, sigue siendo el paseo de este pueblo donde todo el mundo se deja ver y donde uno se tropieza con todos los rostros conocidos, que no son pocos. Luego hay espacios especializados para todos los gustos y categor¨ªas de congresistas, siguiendo un orden misterioso cuyos secretos est¨¢n en la cabeza de los organizadores.
La jerga es inigualable. Seguro que indagando un poco m¨¢s podr¨ªa encontrar m¨¢s perlas. La gran masa de los periodistas, una vez m¨¢s, tiene que hacer vida aparte. El centro de prensa, que ha mejorado ostensiblemente respecto a otros a?os, se halla ahora dentro del palacio, y no en un bunker en los s¨®tanos, como hace dos a?os, o en unos barracones a cien metros como el a?o pasado.
Estamos hablando de los periodistas con acreditaci¨®n, gracia que no reciben todos los que la piden. Les sucede lo mismo a los empresarios, que tienen otra compleja forma de acceso, debidamente tarifada en cuotas de inscripci¨®n y de patrocinios, pero tambi¨¦n limitada a quienes cuenten con medios econ¨®micos demostrables e influencias visibles. Hay parias que circulan por los exteriores del Foro sin el colgante que permite entrar en el recinto, entrevist¨¢ndose con quien pueden e intentando recoger los ecos y las migajas de lo que sucede dentro.
En un amplio balc¨®n interior, abarrotado de treinta?eros, se encuentra el espacio para los ¡®j¨®venes l¨ªderes globales¡¯. Un cartel lo dice expresamente: ¡®Young global leaders only¡¯. Qui¨¦nes son esos l¨ªderes globales es cosa que explica la organizaci¨®n con todo lujo de detalles y con las correspondientes listas de personajes que el Foro ha detectado y pescado como inversi¨®n de futuro. Pero hay m¨¢s categor¨ªas especiales, debidamente se?alizadas en su correspondiente espacio: por ejemplo, los empresarios sociales o los pioneros tecnol¨®gicos, cada uno con su cartelito limitando el acceso.
Los pol¨ªticos, banqueros, inversores y empresarios suelen ser bastante esquivos con los periodistas y es todo un detalle que la organizaci¨®n les reserve espacios para sus encuentros donde pueden guarecerse de situaciones o preguntas embarazosas. Todo lo contrario de lo que hacen los gur¨²s econ¨®micos, que se instalan c¨®modamente en la plaza del pueblo y van desgranando sus declaraciones y profec¨ªas, a menos que tropiecen con un potentado con el que hablar de negocios, en cuyo caso se desplazan a una de las zonas m¨¢s tranquilas.
Los l¨ªderes pol¨ªticos son un caso aparte, porque suelen irrumpir en el palacio por vericuetos expresamente liberados con ej¨¦rcitos de guardaespaldas y de sherpas que les acompa?an hasta las salas de reuniones. Tambi¨¦n ellos pueden practicar la t¨¦cnica de dejarse ver en los pasillos e incluso realizar una s¨²bita declaraci¨®n que se convertir¨¢ luego en titular de los peri¨®dicos, aunque lo habitual es que prefieran la conferencia de prensa, casi siempre de acceso limitado (de nuevo) a los periodistas de los respectivos pa¨ªses.
El a?o pasado se pase¨® brevemente Zapatero, asegurando a cuantos conocidos se encontraba que la culpa de los primeros ataques a la deuda espa?ola era de la prensa anglosajona y de los especuladores. Un gran paseador, a?os ha, era Jordi Pujol, uno de los espa?oles que m¨¢s ha frecuentado el Foro y que todav¨ªa espera encontrar a alguien que le emule.
El acceso, su limitaci¨®n y graduaci¨®n, es una de las claves de Davos, donde hay tres tipos de sesiones: las abiertas a la prensa, las restringidas a los congresistas y que requieren inscripci¨®n espec¨ªfica a cada una de ellas y las directamente cerradas a un grupo de convocantes, que ni siquiera aparece en el programa. El segundo tipo de reuni¨®n tiene una variante importante para las relaciones entre los congresistas: se trata de encuentros de trabajo que se hacen con el almuerzo o la cena, y proporcionan la oportunidad de la tertulia y el intercambio de tarjetas. En este apartado hay algunos cl¨¢sicos que no tienen p¨¦rdida: por ejemplo, la cena latinoamericana, donde se produce una buena concentraci¨®n de jefes de Gobierno y Estado (cuatro este a?o), ministro de Exteriores y de Econom¨ªa, y tambi¨¦n una tradicional e inexplicable ausencia de responsables espa?oles.
La reuni¨®n en la que particip¨® la vicepresidenta econ¨®mica Elena Salgado el jueves fue del tercer tipo. Ten¨ªa t¨ªtulo: ¡®Creando un crecimiento econ¨®mico sostenible¡¯. Tal como ha contado Claudi P¨¦rez, sabemos de algunos de sus compa?eros de debate: Tim Geithner, Alex Weber y Stanley Fischer. Pero el encuentro no constaba en el programa. Una vez localizada la sala me acerque con mi acreditaci¨®n especial, en la que se me considera Media Leader (otra clasificaci¨®n curiosa) y que me da un acceso m¨¢s amplio que a los periodistas acreditados. Me indicaron que pasara por la pantalla que comprueba si su propietario est¨¢ autorizado a entrar. No lo estaba.
El acceso que jerarquiza y discrimina abre luego sus puertas a la igualdad entre quienes han entrado, de forma que un presidente de Gobierno puede sentarse al lado de un hacker o un billonario al lado de un periodista. El aire deportivo que aporta la nieve contribuye al buen ambiente y al relajamiento, de forma que todos hablan por los codos. A esto se le llama el esp¨ªritu de Davos, a la vez democr¨¢tico y elitista. Pero este esp¨ªritu se practica en celdas cerradas e incomunicadas entre s¨ª, incluso desconocidas, lo que conduce a que la experiencia de Davos pueda ser tan plural y distinta como el n¨²mero de los participantes.
La compleja estructura de los c¨ªrculos de este para¨ªso nevado de los Grisones no termina aqu¨ª. Hay que contar luego con el off-Forum: las reuniones, seminarios, encuentros y todo tipo de saraos, algunos legendarios, que se celebran en hoteles e incluso mansiones privadas de los billonarios con casa en la localidad. El repertorio es infinito y las noticias muy escasas. Luego est¨¢ el Foro Abierto, organizado por las iglesias suizas sobre temas de contenido fundamentalmente pol¨ªtico y ¨¦tico: la guerra de Afaganist¨¢n, la corrupci¨®n o la unidad europea, tambi¨¦n incorporado al programa y a la marca del Foro oficial.
La capacidad de digesti¨®n del Foro de Davos es infinita: los manifestantes de hoy, que los hay casi cada a?o, puede que sean participantes de ma?ana o incluso j¨®venes l¨ªderes globales. Nada hay m¨¢s genuino en Davos que los congresistas del mundo digital, disruptores es ahora el apelativo que sirve para ellos, salidos directamente del utopismo tecnol¨®gico o de la anarqu¨ªa social.
Puedo contar todo esto porque este ha sido mi cuarto Davos y el tercero consecutivo. Estuve en el 2000, la ¨²nica ocasi¨®n en que asisti¨® un presidente de Estados Unidos. Era Bill Clinton y le gust¨® tanto que ahora viene con gran frecuencia. Este a?o, sin ir m¨¢s lejos, para sostener una conversaci¨®n con el presidente del Foro Klaus Schwab en la que, como siempre, se meti¨® a la audiencia en el bolsillo. En los tres ¨²ltimos he blogueado desde Davos y utilizado las redes sociales, a las que me incorpor¨¦ impulsado por su uso en el Foro.
Debo confesar que este a?o mucha gente, yo mismo entre otros, hemos estado siguiendo lo que suced¨ªa en el norte de Africa y sobre todo en Egipto con mayor inter¨¦s que el propio Foro. Quiz¨¢s por ello he escrito menos que otros a?os y me quedan todav¨ªa cosas en el tintero. Como esta estaci¨®n suiza tambi¨¦n es una buena gasolinera intelectual y un observatorio privilegiado, seguro que muchas de las experiencias y contactos me servir¨¢n para sucesivos textos de este blog.
(Enlace con mis post desde Davos de 2009 y 2010)
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