Mundo mortal
Al autor del atentado del aeropuerto de Frankfurt, Arid U., le gustaban las armas y los videojuegos de tiroteos y se radicaliz¨® con el uso de Internet. A partir de ahora, los investigadores se proponen vigilar m¨¢s estrechamente las redes sociales.
Cuando Abu Reyyan comenta en Facebook el trabajo de la polic¨ªa de Frankfurt, sus palabras est¨¢n llenas de odio. "?Mirad qu¨¦ p¨¦rfidos son esos perros, esas ratas!", escribe el joven albano-kosovar. Poco antes los funcionarios de polic¨ªa hab¨ªan registrado la vivienda de un predicador musulm¨¢n en Frankfurt am Main; Abu Reyyan lo venera y est¨¢ indignado. Estamos a 25 de febrero.
Cuatro d¨ªas despu¨¦s, Arid U., alias Abu Reyyan, est¨¢ en el aeropuerto de Frankfurt, terminal 2, carril bus ante la puerta de entrada E. Saca el m¨®vil y llama a un n¨²mero memorizado. La comunicaci¨®n no llega a establecerse, el n¨²mero ha sido dado de baja hace un a?o, pero Arid U. no quiere hablar con nadie, s¨®lo trata de no llamar la atenci¨®n. Falta poco para las tres del mediod¨ªa.
Al cabo de unos minutos, Arid U. ve llegar un autob¨²s militar estadounidense por el carril bus, ve a Nicholas J. Alden, de 25 a?os, dirigirse al veh¨ªculo, el ¨²ltimo de un total de 15 soldados estadounidenses. Arid U. aborda a Alden, le pregunta si esos soldados est¨¢n destinados en Afganist¨¢n. Alden responde afirmativamente y, cuando se da la vuelta para subir al autob¨²s, Arid U. saca una pistola y dispara una bala al estadounidense en la nuca. A continuaci¨®n, sube al autob¨²s y mata a tiros a Zachary Ryan Cuddeback, de 21 a?os, que est¨¢ sentado al volante, y hiere a dos soldados m¨¢s antes de que se le encasquille el arma. La polic¨ªa detiene a Arid U. cuando trata de huir.
No quer¨ªa matar a "ning¨²n inocente", explica Arid U. tras cometer el atentado; su ¨²nico objetivo eran los soldados estadounidenses. Cuando estaba trabajando en el Centro Postal Internacional del aeropuerto, observaba una y otra vez a miembros del ej¨¦rcito estadounidense que iban rumbo a Afganist¨¢n, escuchaba sus comentarios y los despreciaba. En su imaginaci¨®n fue tomando cuerpo la imagen de un enemigo que hab¨ªa que eliminar de manera radical, como ocurre con la representaci¨®n del mal en Call of Duty, el videojuego de disparos en primera persona al que tanto le gustaba jugar y en el que la forma m¨¢s eficaz de abatir al enemigo es tambi¨¦n con un tiro en la cabeza.
El doble asesinato de Frankfurt es el primer atentado de un islamista sobre suelo alem¨¢n que logra sus objetivos. El sindicato de polic¨ªa habla de "terroristas locales", en alusi¨®n a una tendencia detectada a escala internacional, y el ministro de Interior de Hesse Boris Rhein (CDU), de un atentado que sali¨® "de la nada". El presidente estadounidense Barack Obama compareci¨® ante las c¨¢maras profundamente afectado; la fiscal general del estado Monika Harms se ha hecho cargo del caso y habla de "amenaza para las tropas de la OTAN".
Pero este atentado es tambi¨¦n el ataque de locura homicida de un joven emigrante perdido en el universo virtual de los videojuegos de tiroteos que lleg¨® a desarrollar una gran afici¨®n por las armas y en el que se aunaron la frustraci¨®n y la ideolog¨ªa de la yihad. Como Tim K., el asesino de Winnenden, Arid U. tuvo problemas en el instituto y desequilibrios psicol¨®gicos. Al final bast¨® una chispa para que esta mezcla explosiva estallara.
La chispa, seg¨²n afirma el propio Arid U., fue un v¨ªdeo que hab¨ªa visto la noche anterior al d¨ªa de autos. Estuvo trabajando hasta las 22.30 en el Centro Postal del aeropuerto, luego se fue a casa y estuvo navegando por Internet. Un enlace de la p¨¢gina de una asociaci¨®n musulmana le condujo hasta un v¨ªdeo que mostraba a soldados estadounidenses violando a una chica musulmana. En ese momento decidi¨® pasar al ataque. Es evidente que nadie hubiera podido localizarlo y detenerlo.
En sus primeros a?os de estudiante, Arid U. fue uno de los cientos de miles de j¨®venes "divididos entre dos culturas" que viven en Alemania. As¨ª lo describe Lothar Hennig, director del instituto del barrio Sossenheim de Frankfurt donde se cri¨® Arid. Su familia proced¨ªa de Kosovo, Arid ten¨ªa un a?o cuando lleg¨® a Alemania. A mediados de los noventa se instalaron en una vivienda de tres habitaciones en una torre de 11 pisos. El padre va tirando trabajando como tejador y est¨¢ considerado como un hombre estricto y conservador. Arid comparte habitaci¨®n con sus dos hermanos. La estructura familiar es tradicional-patriarcal; el padre educa a sus hijos para que sean musulmanes piadosos, pero no ortodoxos. La madre lleva la cabeza cubierta, los hijos se visten a la occidental.
En el instituto, Arid vivi¨® un vuelco entre sus ¨¦xitos iniciales y los fracasos que pronto empezaron a acumularse. En 2005 fue invitado junto con su clase a visitar la canciller¨ªa en Berl¨ªn como premio a su participaci¨®n en un concurso de la red de asociaciones juveniles alemanas sobre el tema "Un mundo para la juventud"; Arid hab¨ªa redactado con tres compa?eros m¨¢s una redacci¨®n sobre el carn¨¦ de conducir a los 16 a?os.
Pero tan s¨®lo un a?o despu¨¦s, sus problemas en el instituto lo llevaron hasta el despacho del director. Arid no consigui¨® obtener el t¨ªtulo de ense?anza media. Repiti¨® el d¨¦cimo curso y sac¨® una nota muy baja en el segundo intento. En 2007 se cambi¨® al instituto Friedrich-Dessauer. Dijo a su familia y a sus amigos que quer¨ªa trabajar como ingeniero en la industria qu¨ªmica.
En el curso siguiente no hubo problemas con las notas. "No era de los mejores, pero tampoco de los peores", comenta la directora del instituto, Claudia Hemmling. Recuerda a un joven que llamaba poco la atenci¨®n y era m¨¢s bien t¨ªmido. Antiguos condisc¨ªpulos lo describen como callado y tranquilo, pero tambi¨¦n dispuesto a ayudar.
Luego, en 2009, comienza una etapa que posiblemente supuso una fractura en la vida de Arid U.: su rendimiento vuelve a bajar. Hace novillos, su informe semestral acumula faltas en m¨¢s de 200 horas lectivas, sus notas son muy bajas; en el segundo trimestre retrocede de nuevo al und¨¦cimo curso. En varias conversaciones con la directora del instituto, Arid asegura que quiere terminar el bachiller. Pero la directora sospecha que tiene problemas ps¨ªquicos, el joven se comporta a veces como si estuviera deprimido. Lo manda a la orientadora del centro, pero Arid no recupera el equilibrio y se da de baja en el verano de 2010.
Cuanto peor le va en el instituto, m¨¢s se refugia Arid en el universo virtual de los juegos violentos en los que el h¨¦roe s¨®lo concluye su misi¨®n cuando consigue eliminar a tiros al mayor n¨²mero posible de enemigos. En 2009 se registra en una p¨¢gina de jugadores de la Red en la que se intercambian impresiones sobre videojuegos de disparos en primera persona. All¨ª ya no es Arid U., un perdedor en la vida real, sino un valiente luchador. Y, a diferencia de lo que parec¨ªa nada m¨¢s cometer el crimen, en el a?o 2009 el Islam desempe?aba ya un papel importante. En cualquier caso, en la p¨¢gina de jugadores consign¨® como direcci¨®n de correo electr¨®nico albislam@hotmail.com, evidentemente una forma abreviada de la expresi¨®n 'Islam alban¨¦s', y su nombre era Abu Rejjan. M¨¢s tarde se registrar¨¢ tambi¨¦n en Facebook con el nombre de Abu Reyyan, que traducido significa "padre de la puerta del cielo".
En alg¨²n momento del segundo semestre de 2010, se fusionan la identidad virtual y la vida real. Hace una prueba de armamento en Internet y el programa le recomienda un fusil de francotirador marca Barret, modelo M82. En la realidad se conforma con una talla menor: compra la que m¨¢s tarde ser¨¢ el arma del crimen, una pistola marca FN con munici¨®n para 14 disparos por 1.000 euros. Todav¨ªa est¨¢ por aclarar d¨®nde. En el primer interrogatorio Arid U. afirm¨® que hab¨ªa comprado la pistola con un "prop¨®sito indefinido".
Tras el doble asesinato, los investigadores encontraron en su casa una Ceska, calibre 7,65 mil¨ªmetros, que seg¨²n averiguaron pertenec¨ªa al padre. Tambi¨¦n encontraron una gran cantidad de marihuana. Ahora bien, el an¨¢lisis al que se someti¨® a Arid U. demostr¨® que estaba limpio cuando cometi¨® el crimen.
Desde hace un par de semanas, el asesino ha desarrollado una constelaci¨®n de relaciones digitales con miembros de la escena islamista. Escribe de la yihad en la Red y escucha los discursos de Dawa FFM, el grupo de Frankfurt con el que se solidariz¨® en Facebook el 25 de febrero. Se interesa por "Einladung zum Paradies e. V." [Invitaci¨®n al para¨ªso, asociaci¨®n registrada], una asociaci¨®n de Braunschweig y M?nchengladbach cuyas sedes mand¨® registrar en diciembre el entonces ministro de interior Thomas de Maizi¨¨re (CDU). Parece como si la yihad hubiera reemplazado a los tiroteos virtuales. Arid U. ha "optado por un nuevo universo comprensivo", dice un investigador.
?C¨®mo se puede detectar un proceso de radicalizaci¨®n que discurre a c¨¢mara r¨¢pida y sin contactos cara a cara como el que parece haber sufrido Arid?
Desde los asesinatos de Frankfurt, esta pregunta es el tema central del debate que ocupa a los servicios de seguridad. La semana pasada los defensores de la Constituci¨®n se pusieron de acuerdo para confeccionar una lista de asociaciones isl¨¢micas sospechosas de radicalismo y con presencia activa en las redes sociales. Se trata de detectar a tiempo si en las constelaciones de amigos de Facebook o StudiVZ se esconde el pr¨®ximo Abu Reyyan. Para los investigadores esto supone moverse en la cuerda floja. Los fundamentos jur¨ªdicos no est¨¢n claros y apenas se podr¨ªa sostener legalmente una especie de rastreo inform¨¢tico independiente de la existencia de sospechas concretas. Aparte de es, los ministerios de Interior est¨¢n examinando la posibilidad de prohibir varias organizaciones, entre ellas Dawa FFM.
Quiz¨¢ habr¨ªa habido una oportunidad de impedir el atentado si uno de sus conocidos se hubiera tomado en serio el SMS que Arid U. envi¨® supuestamente hace meses. En ¨¦l escribi¨® que lo sent¨ªa, pero no pod¨ªa ir porque ten¨ªa que preparar un atentado. El conocido pens¨® que era una broma.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.