Un murciano en la corte de Karajan
Joaqu¨ªn Riquelme Garc¨ªa, a sus 28 a?os, le quedan 12 meses para quedarse con un puesto fijo entre los 16 violistas filarm¨®nicos
Joaqu¨ªn Riquelme Garc¨ªa ha dado con una clave para encajar en el conjunto: "Lo que quieren es que seas t¨² mismo". No debe resultar f¨¢cil entre tanto fen¨®meno que te vigila en cada nota. Filarm¨®nico desde febrero de 2010, Riquelme ha cruzado el ecuador para la titularidad en el all-stars de la Orquesta Filarm¨®nica de Berl¨ªn. "Es la mejor orquesta del mundo" dice con una sonrisa franca, as¨ª que "tocar aqu¨ª es cumplir un sue?o". A sus 28 a?os, le faltan 12 meses para obtener un puesto fijo entre los 16 violistas filarm¨®nicos. No hay sombra de afectaci¨®n en este murciano recio y calmoso cuando reconoce que, a veces, "el sonido en el escenario te da ganas de llorar". Cualquiera que se haya sentado entre los 2.440 espectadores de la sala grande de la Philharmonie sabe que no exagera un pelo. Uno imagina que tocar en la Filarm¨®nica debe de parecerse a ir de copiloto en un caza supers¨®nico o a estar sentado en el ojo de un tornado, atiz¨¢ndolo con un fuelle.
La cantina de los m¨²sicos permanece tranquila un viernes a mediod¨ªa. El fagotista Mor Biron, que tampoco a cumplido treinta a?os, bromea desde una mesa con Riquelme en un castellano absurdo. Pasa de un lado a otro Guy Braunstein, tremendo violinista y concertino de la Filarm¨®nica. De fondo se escuchan disonancias. ?Son estudiantes desafinados? Sin doblez, Riquelme responde que "no, son m¨²sicos titulares... es que es m¨²sica contempor¨¢nea." De los contempor¨¢neos, a ¨¦l le gusta por ejemplo Ligeti, cuya sonata para viola "es impresionante": "Una de las monta?as que me quedan por escalar". De Ligeti era la primera obra que Riquelme toc¨® con los filarm¨®nicos, "Atm¨®sferas". Es la de 2001, una odisea espacial.
La franqueza de Riquelme se hace transparente en algunos momentos, por ejemplo cuando explica que lo musical es "una cuesti¨®n de gusto". Tras sostener que la m¨²sica de un compositor como Manuel de Falla "no tiene por qu¨¦ ser peor que la quinta de Beethoven", una sonrisa de incredulidad le lleva a re¨ªrse a su vez: "No s¨¦ si habr¨¦ escogido el mejor ejemplo...". Dice que es aficionado "a la m¨²sica en general". ?Qu¨¦ lleva en el MP3? Otra vez risas, "vaya, ahora que se me acaba de borrar mi viejo iPod s¨®lo tengo el m¨®vil". Solo contiene son composiciones orquestales "todas tocadas por ¨¦stos [se?ala hacia atr¨¢s, al escenario]". Pero insiste en que un int¨¦rprete de m¨²sica cl¨¢sica "no se pasa el d¨ªa escuchando s¨®lo a Beethoven o a Bach".
A finales de 2009, Riquelme gan¨® la plaza de violista que ahora ocupa en pruebas. Comenz¨® a vivir en Berl¨ªn hace ya cinco a?os, cuando vino para un m¨¢ster en la Universit?t der K¨¹nste (UDK) que interrumpi¨® para aceptar un puesto en la orquesta Ciudad de Barcelona. En sus meses de Berl¨ªn conoci¨® a su novia, tambi¨¦n violista. Cabe aclarar que los m¨²sicos suelen emparejarse con otros m¨²sicos, seg¨²n Riquelme "porque para el resto, nuestra vida es incomprensible". La disciplina que debe observar un instrumentista para alcanzar un puesto en la Filarm¨®nica de Berl¨ªn es implacable. El talento va por descontado.
Al actual director de la orquesta, el brit¨¢nico Simon Rattle, lo acusan algunos cr¨ªticos de erosionar "el sonido alem¨¢n". Ese sonido es una cosa dif¨ªcil de precisar, que Riquelme describe haciendo un gesto de empuje con las manos "un sonido con fuerza, que viene de abajo. Bien formado ?sabes? Muy estructurado, desde la base... nada de empezar la casa por el tejado". Hacer lo contrario es un defecto extendido en Espa?a, donde el efectismo y la improvisaci¨®n menudean "no s¨®lo en la m¨²sica". Aqu¨ª, dice, "nadie viene a brillar ni a ser una estrella". Si alguien lo intenta, es probable que lo echen. En Espa?a, en cambio, "se incentiva mucho la competitividad ciega". Esta costumbre, alega, est¨¢ cambiando radicalmente. "De un tiempo a esta parte se est¨¢ empezando a promover el trabajo en equipo y la importancia del conjunto". Adem¨¢s, Riquelme denuncia el mal trato que sufren algunas orquestas "como la de Murcia, donde los m¨²sicos estuvieron tres meses sin cobrar."
Dice que le gustan las piezas "bien escritas". No por bonitas, por accesibles. Los compositores actuales "buscan a veces el efecto, pero sus piezas son demasiado complejas". Por el contrario, destaca el concierto de Hindemith para su instrumento. El que entienda algo de m¨²sica "pensar¨¢ que voy sobrado, pero me agrada mucho tocar el Hindemith". Auqnue ese concierto tiene la reputaci¨®n de ser endiablado, "encierra algo de truco". Paul Hindemith era violista y escribi¨® una partitura para los suyos: "si pones la mano de una manera determinada, los pasajes que en partitura parecen imposibles se tocan bien".
Acepta Riquelme entre risas que "la viola es el instrumento de los chistes de m¨²sicos, si te pones a buscar en Internet tienes m¨¢s chistes que Chiquito de la Calzada". Se debe a que, hasta hace poco, los estudiantes de viola pasaban primero por el viol¨ªn y esto "daba la impresi¨®n de que los violistas eran violinistas que no daban la talla". Recuerda uno de esos chistes: "Cuarteto de fama internacional busca primer viol¨ªn, segundo viol¨ªn y un chelo para gira de conciertos". Los interesados pueden postularse por carta en la Herbert-von-Karajan-Strasse 1, 10785 Berl¨ªn (Alemania).
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