Los tibetanos en el exilio votan por el sucesor pol¨ªtico del Dal¨¢i Lama

Tenzin Norbu viaj¨® por m¨¢s de 20 horas en tren y 10 horas en autob¨²s para casi cruzar India de sur a norte: es un tibetano en el exilio y no quer¨ªa perderse la votaci¨®n por el sucesor pol¨ªtico del Dal¨¢i Lama. "Ahora m¨¢s que nunca los tibetanos tenemos la obligaci¨®n de elegir un buen l¨ªder pol¨ªtico", dec¨ªa este estudiante de Filosof¨ªa. La semana pasada el m¨¢ximo l¨ªder de los tibetanos anunci¨® su retiro definitivo de la pol¨ªtica y ha pedido al Gobierno en el exilio que hagan los cambios necesarios a la constituci¨®n para que su salida sea posible. Tenzin Gyatso, la XIV reencarnaci¨®n de Buda en la Tierra, seguir¨¢ siendo el l¨ªder religioso de por vida.

Los parlamentarios, tras una semana de deliberaciones, pidieron a su l¨ªder que no cediera el poder, pero el Dal¨¢i ha confirmado que esta vez es la definitiva. De acuerdo con la decisi¨®n del premio Nobel de la Paz 1989 en las elecciones que se realizaron hoy entre la comunidad en el exilio, se elegir¨¢ a un primer ministro que reciba todos los poderes terrenales.

Tenzin Norbu viaj¨® para votar hoy en Dharamsala, una ciudad al norte de India considerada la "peque?a Lhasa" porque es la mayor concentraci¨®n de tibetanos en el exilio, que se calcula en unos 140,000 principalmente en India, But¨¢n y Nepal. Tambi¨¦n hay comunidades representativas en Estados Unidos, Canad¨¢ y Europa. Estos tibetanos exiliados salieron del T¨ªbet siguiendo al Dal¨¢i Lama que hace 52 a?os huy¨® por el fracaso de la revuelta contra China.

En su exilio en Dharamsala, el Dal¨¢i Lama ha formado un Gobierno que elige cada cinco a?os a sus representantes: un primer ministro y un parlamento de 43 miembros. Aunque est¨¢n regidos por las leyes de India, tienen jurisdicci¨®n sobre la gente, sobre todo en temas de salud educaci¨®n, cultura y bienestar social.

"Tenemos registrados 83.339 votantes en el exilio", asegura Jamphel Choesang al frente del instituto electoral. Asegura que se espera m¨¢s participaci¨®n que en la primera vuelta, que fue del 61%.

Los electores elegir¨¢n a los pr¨®ximos legisladores y por segunda vez en su historia a su primer ministro. Hasta ahora s¨®lo han tenido a Samdhong Rinpoche, que fue elegido en 2001 y est¨¢ por concluir su segundo t¨¦rmino. Esta vez, sin embargo el primer ministro tendr¨¢ el poder pol¨ªtico total tras que el Dal¨¢i Lama deje de ser el dirigente del Estado en el exilio. Entre esos poderes est¨¢n incluidas las capacidades nombrar o destituir algunos puestos p¨²blicos o tener que aprobar todas las resoluciones del parlamento para que se convierten en leyes, que antes correspond¨ªan al Dal¨¢i.

Los tibetanos est¨¢n conscientes de que esta vez las elecciones tienen mayor importancia y eso dec¨ªan en la cola en la que esperaban para registrar su voto.

"El Dal¨¢i Lama est¨¢ envejeciendo y cuando se muera, necesitamos tener un l¨ªder fuerte", enfatizaba Norbu. Como el joven, concuerdan la mayor¨ªa de los tibetanos: "Vienen tiempos dif¨ªciles una vez que nos quedamos sin el Dal¨¢i, comentaba Tenzin Dicky, una mujer de 59 a?os. Esta es precisamente la intenci¨®n del Dal¨¢i Lama, coinciden los expertos: crear una administraci¨®n fuerte y cada vez m¨¢s democr¨¢tica , para que no dependan de ¨¦l.

Son tres los candidatos a primer ministro. Lobsang Sangey, abogado e investigador en la Universidad de Harvard, Tenzing Namgyal, experto en estudios tibetanos por la Universidad de Stanford y Tashi Wangdi un oficial del gobierno actual. Se espera que gane Lobsang Sangey, de 42 a?os, a quien se le reconoce como muy preparado, con mucha exposici¨®n internacional y el m¨¢s joven de los tres. Aunque tiene la desventaja de que no tiene experiencia en la administraci¨®n en el exilio.

El pr¨®ximo 27 de abril se sabr¨¢ el elegido para suceder al Dal¨¢i Lama como jefe de Estado. "Unos zapatos muy grandes para cualquiera de los tres candidatos, sin embargo, debemos empezar a entrenarnos para la democracia y creando una segunda l¨ªnea de pol¨ªticos para cuando nuestro l¨ªder no est¨¦", dice un funcionario del gobierno que no quiere ser citado.