Derrotado en los corazones y las mentes de los ¨¢rabes
Osama Bin Laden ya no era el h¨¦roe de los ¨¢rabes... si es que alguna vez lo hab¨ªa sido. En la d¨¦cada transcurrida desde los atentados del 11-S y la operaci¨®n militar norteamericana que esta madrugada acab¨® con la vida de Bin Laden, la popularidad del saud¨ª y de su organizaci¨®n, Al Qaeda, en la calle ¨¢rabe, incluso entre sus sectores m¨¢s desesperados, hab¨ªa ido erosion¨¢ndose de modo persistente. Lo dec¨ªan todas las encuestas difundidas en los ¨²ltimos a?os y pod¨ªa constatarlo cualquier periodista que pulsara sobre el terreno la opini¨®n popular.
Cierto es, hubo un momento, tras el 11-S y en los momentos iniciales de las invasiones de Afganist¨¢n e Irak, en que, desde Marruecos al Golfo, pod¨ªan escucharse voces ¨¢rabes que, a¨²n deplorando los m¨¦todos terroristas de Al Qaeda, justificaban su existencia como una forma de rechazo de las ingerencias "judeo-cristianas" en la "umma" musulmana. Eran esos a?os, de 2001 a 2004 m¨¢s o menos, en que hasta pod¨ªan encontrarse en los zocos, de forma semiclandestina, objetos -pa?uelos, camisetas, relojes, etc- que ensalzaban a Bin Laden.
Pero eso fue hace una eternidad. Muchas cosas han ocurrido desde entonces. Para empezar, el absoluto fracaso de Al Qaeda en la consecuci¨®n de sus objetivos: ni ha logrado derrocar a uno solo de los tiranos ¨¢rabes que denunciaba, ni ha conseguido que los israel¨ªes, en Palestina, y los occidentales, en Afganist¨¢n, hayan dado un paso atr¨¢s. Y, adem¨¢s, George W. Bush, el torpe y belicista presidente norteamericano del 11-S, Guant¨¢namo, Afganist¨¢n e Irak, fue sustituido por su propio pueblo por un Barak Obama de color oscuro y or¨ªgenes familiares musulmanes que, en su hist¨®rico discurso de El Cairo y en su pol¨ªtica posterior, ha probado que no est¨¢ en guerra contra el islam en s¨ª mismo, que, al contrario, expresa un profundo respecto hacia esa religi¨®n.
Los cambios demogr¨¢ficos, tecnol¨®gicos e intelectuales en el norte de ?frica y Oriente Pr¨®ximo han hecho el resto. La emergencia de juventudes urbanas conectadas con la modernidad v¨ªa Internet y la televisi¨®n por sat¨¦lite, sedientas de libertad y dignidad y dispuestas a luchar pac¨ªficamente en las calles por esos objetivos, ha convertido a Al Qaeda en un elemento marginal del mundo ¨¢rabe, una especie de Brigadas Rojas o Baader Meinhoff.
Es una red de redes a¨²n peligrosa, por supuesto, pero derrotada pol¨ªtica e ideol¨®gicamente. No deja de ser significativo que Bin Laden haya muerto en Pakist¨¢n -un pa¨ªs musulm¨¢n pero no ¨¢rabe-, como tambi¨¦n lo es el hecho de que, como ha subrayado el especialista franc¨¦s Olivier Roy, los principales centros del yihadismo sean la llamada zona Afpak y regiones perif¨¦ricas y des¨¦rticas del mundo ¨¢rabe como Yemen y el Sahel; no las grandes ciudades ¨¢rabes.
El h¨¦roe ¨¢rabe actual se llama Mohamed Buazizi, el joven tunecino que se inmol¨® el pasado diciembre para protestar por el autoritarismo y la vejaci¨®n con que le fue incautado el carrito de frutas y verduras con el que intentaba ganarse la vida. Esta ma?ana, en declaraciones a Al Yazira, el veterano periodista Robert Fisk ha subrayado desde Beirut que la forma misma de martirio escogida por Buazizi -un suicidio sin da?os a terceros- y la inmediata efectividad popular que tuvo, han ganado la batalla en el imaginario ¨¢rabe al terrorismo kamikaze promovido por Bin Laden.
Bin Laden y su lugarteniente egipcio Al Zawahiri no pudieron derrocar a dos de los dictadores ¨¢rabes que m¨¢s detestaban: Ben Al¨ª y Mubarak. Pero esto s¨ª que lo consiguieron revoluciones callejeras pac¨ªficas que reclamaban democracia y derechos humanos. Al Qaeda no logr¨® minar un ¨¢pice las tiran¨ªas de Libia y Siria que tan duramente persegu¨ªan a la red milenarista y terrorista. Pero esto s¨ª que lo est¨¢n consiguiendo alzamientos populares.
En T¨²nez, El Cairo, Bengasi, Rabat, San¨¢, y Daraa la gente no ha combatido o combate por el califato islamista propuesto por Bin Laden, lo hace por democracias como las occidentales, con todos los matices locales que se quieran. Bin Laden, pues, ha muerto derrotado en los corazones y las mentes de su propio pueblo ¨¢rabe. Y es una gran justicia po¨¦tica que haya sido con Obama en la Casa Blanca y con millones de ¨¢rabes alz¨¢ndose por los valores de las revoluciones norteamericana y francesa.
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