La guerra contra el 'narco' carioca aprieta, pero no asfixia
El Gobierno de R¨ªo de Janeiro apuesta por la ocupaci¨®n pac¨ªfica de las favelas en vez de los enfrentamientos a tiros
Ante el horizonte de la Copa del Mundo de 2014 y los Juegos Ol¨ªmpicos de 2016, el mapa de la violencia de R¨ªo de Janeiro est¨¢ mutando de manera vertiginosa. Los cr¨ªmenes m¨¢s comunes, como el homicidio o el robo, han ca¨ªdo en picado en el conjunto de los barrios que conforman la exuberante orograf¨ªa carioca. Tambi¨¦n el dram¨¢tico fen¨®meno de las balas perdidas parece haber dado un respiro a la ciudad brasile?a m¨¢s castigada por la violencia. Todo ello coincide con la puesta en marcha hace m¨¢s de dos a?os de una estrategia de acoso y derribo contra las redes del narcotr¨¢fico que controlaban varias favelas de la capital tur¨ªstica.
El elemento vertebrador de esta estrategia son las denominadas Unidades de Polic¨ªa Pacificadora (UPP), hoy presentes en 55 favelas. No obstante, subyacen algunos claroscuros en el discurso del Gobierno del Estado de R¨ªo, que aunque admite que la batalla al narcotr¨¢fico a¨²n no est¨¢ ganada, s¨ª proclama ante el mundo que las redes criminales cariocas est¨¢n atravesando su peor momento de las ¨²ltimas d¨¦cadas.
El Estado proclama que las redes de narcos viven su peor momento
Existen sospechas de pactos para que los traficantes se vayan de estas ¨¢reas
El Gobierno de R¨ªo de Janeiro, presidido por el popular Sergio Cabral, lleva meses admitiendo que existe un nuevo c¨®digo de comunicaci¨®n no escrito entre las fuerzas de seguridad y los narcotraficantes: las autoridades anuncian por varias v¨ªas su intenci¨®n de ocupar determinadas favelas y de expulsar a sus narcos locales, de manera que se les da la opci¨®n de abandonar sus feudos sin enfrentamiento armado.
"Existen dos modelos: el anterior, el del choque frontal, que ya hemos comprobado que no ha dado resultado, y el nuevo enfoque, que muchos pueden criticar por el hecho de que no capturemos a los criminales inmediatamente, pero hemos optado por la v¨ªa del no enfrentamiento porque nuestra prioridad ahora es recuperar estos territorios protegiendo la integridad f¨ªsica de las personas que viven en ellos", explica una fuente de la Secretar¨ªa de Seguridad P¨²blica de R¨ªo.
"La detenci¨®n de los criminales es importante, pero m¨¢s importante aun es arrebatarles su territorio sin engrosar las estad¨ªsticas de balas perdidas, de autos de resistencia, de homicidios o de heridos. Nuestra preocupaci¨®n ahora est¨¢ concentrada en proteger a la poblaci¨®n (...). Por lo dem¨¢s, nos comprometemos a seguir deteniendo a los criminales progresivamente", abund¨® recientemente el secretario de Seguridad P¨²blica de R¨ªo, Jos¨¦ Mariano Beltrame, que se ha erigido en una suerte de Eliot Ness carioca.
Aunque no hay cifras oficiales, son muchos los testimonios que hablan de un ¨¦xodo masivo de narcotraficantes a otras ¨¢reas m¨¢s alejadas de la periferia de R¨ªo. Es decir, al mismo tiempo que las Unidades de Polic¨ªa Pacificadora le ganan terreno a los narcotraficantes sin disparar un solo tiro, las autoridades parecen estar consintiendo que en un primer momento los criminales se refugien en zonas m¨¢s alejadas, menos visibles, donde las facciones criminales a¨²n mantienen el control territorial.
Por ejemplo, durante la hist¨®rica operaci¨®n militar-policial para ocupar el Complexo do Alem?o, el avispero del narcotr¨¢fico local durante a?os, se produjeron escasas detenciones y ning¨²n muerto pese a toda la parafernalia de guerra que envolvi¨® el operativo. Sobre la euforia de las autoridades locales tras la recuperaci¨®n del complejo suburbial plane¨® durante alg¨²n tiempo la duda de un posible pacto entre el Gobierno y el narcotr¨¢fico. Si no fueron detenidos, ni murieron en los enfrentamientos, ?ad¨®nde fueron a parar los cabecillas del crimen organizado del Alem?o y sus lugartenientes?
"Existen relatos e indicios de que la propia polic¨ªa ayud¨® a escapar a algunos elementos del narcotr¨¢fico del Complexo do Alem?o, algo que qued¨® en un segundo plano ante el triunfalismo exhibido por las autoridades", comenta el soci¨®logo Eduardo Ribeiro, miembro del Laboratorio de An¨¢lisis de la Violencia de la Universidad Estatal de R¨ªo de Janeiro (UERJ).
Seg¨²n todos los an¨¢lisis, incluso los de la propia polic¨ªa, los peces gordos del narcotr¨¢fico huyeron a otras ¨¢reas en busca de protecci¨®n. La favela Rocinha, controlada por la facci¨®n criminal ADA (Amigos dos Amigos), es uno de los lugares en los que se centran las sospechas, junto a los suburbios de la vecina Niteroi o los del municipio de Duque de Caxias, en la zona norte.
Las autoridades, ante la imposibilidad de negar lo evidente, justifican el fen¨®meno asegurando que estos delincuentes son capturados a posteriori, progresivamente. "Tras la operaci¨®n del Alem?o, a finales de noviembre de 2010, 188 personas que guardan relaci¨®n con la red criminal de esa zona han sido detenidas poco a poco en la ciudad de R¨ªo de Janeiro", esgrimen fuentes del Gobierno de Cabral.
La polic¨ªa pacificadora ya ha desembarcado en casi todas las favelas ubicadas en zonas consideradas tur¨ªsticas. Solo falta la ocupaci¨®n de las conocidas Rocinha y Vidigal, previsiblemente en breve, para que las autoridades de R¨ªo consideren establecido un cord¨®n de seguridad en las ¨¢reas m¨¢s sensibles para el turismo, es decir, la zona sur y el centro carioca. Este per¨ªmetro de seguridad se ha ampliado t¨ªmidamente hacia la periferia, con favelas pacificadas, como Cidade de Deus o el Complexo do Alem?o (que a¨²n sigue bajo ocupaci¨®n militar a la espera de la llegada de su UPP). En total, hay casi 3.000 efectivos pacificadores desplegados en 55 favelas. El objetivo del gobernador de R¨ªo es llegar a 2014 con 12.500 agentes en el terreno y buena parte de la ciudad bajo el imperio de la ley y el orden.
Seg¨²n reconoce el propio Gobierno, las favelas que conviven con estas unidades de polic¨ªa comunitaria siguen registrando movimientos de compraventa de drogas a peque?a escala, ya que "el narcotr¨¢fico existe en cualquier lugar donde haya consumo". Los expertos coinciden en que el gran ¨¦xito del proyecto radica en que ya no hay m¨¢s armas circulando impunemente por las calles de los suburbios ocupados, ni truculentas guerras entre facciones criminales para disputarse los territorios.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.