Canciones contra las balas
Una profesora mexicana de Nuevo Le¨®n mantiene a los ni?os entretenidos mientras en la calle pelean los sicarios
El v¨ªdeo, de apenas minuto y medio, no necesita demasiada explicaci¨®n. Est¨¢ grabado con un tel¨¦fono m¨®vil desde el suelo de una guarder¨ªa de La Estanzuela, un barrio al sur de Monterrey, capital del norte?o Estado de Nuevo Le¨®n. La profesora, Martha Rivera Alan¨ªs, ha pedido a los cr¨ªos que se tiren al suelo del aula porque en la calle se acaba de desatar una balacera tremenda entre dos grupos de sicarios. Los chavales, obedientes, han echado cuerpo a tierra, un gesto que ya se ensaya con la mayor naturalidad en muchos colegios mexicanos. Frente al tableteo de las armas de alto poder, la profesora Martha ofrece serenas palabras de cari?o: "No pasa nada, coraz¨®n, nada m¨¢s pongan sus caritas en el piso, preciosos, aqu¨ª no va a pasar nada, nada m¨¢s no levanten la cabeza...".
Los ni?os obedecen. No se escucha ni un llanto. Pero el estruendo de los fusiles de asalto es cada vez m¨¢s fuerte. La profesora propone entonces un juego: "?Vamos a cantar una canci¨®n?". Los chiquillos dicen que s¨ª, y Martha Rivera Alan¨ªs -gr¨¢bense su nombre, tiene much¨ªsimos m¨¢s arrestos que el m¨¢s fiero de los sicarios- empieza a cantar con toda la serenidad del mundo: "Si las gotas de lluvia fueran de chocolate me encantar¨ªa estar ah¨ª... ?Qui¨¦n quiere chocolate?". Los fusiles AK-47 pasan a segundo plano ante el "?yo!" a coro que responden los cr¨ªos...
El v¨ªdeo fue grabado por la profesora la semana pasada, y difundido por un amigo suyo a trav¨¦s de YouTube. Ayer mismo, el gobernador de Nuevo Le¨®n, Rodrigo Medina, entreg¨® a la maestra un diploma por su "destacado valor c¨ªvico al aplicar los protocolos de seguridad en una situaci¨®n de riesgo". Martha Rivera Alan¨ªs se lo agradeci¨®, asegur¨® que todos sus compa?eros act¨²an as¨ª cuando se producen ese tipo de sucesos y, para finalizar, atribuy¨® el m¨¦rito a sus alumnos: "Me siento muy orgullosa de mis ni?os, porque ellos fueron los que me dieron el valor, me dieron el coraje para actuar de esa manera".
Solo a?adir que m¨¢s o menos a la hora que la maestra y sus compa?eros de la escuela Alfonso Reyes estaban en el Palacio de Gobierno de Nuevo Le¨®n, los sicarios volvieron a La Estanzuela, se apostaron frente a una parada de taxis y descargaron sus armas de grueso calibre. Cinco hombres j¨®venes murieron. Pero esto ya hace tiempo que dej¨® de ser noticia. Es simplemente el d¨ªa a d¨ªa de un pa¨ªs llamado M¨¦xico donde a los h¨¦roes an¨®nimos no les queda otra opci¨®n que quitarse el miedo cantando por encima de las balas: "Si las gotas de lluvia fueran de chocolate...".
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