El odio marchita la ¡®primavera libia¡¯
Prisioneros leales a Gadafi denuncian que son sometidos a torturas durante los interrogatorios. Miles de personas han sido encarceladas sin un proceso
Sostiene El Sarkozy que los rebeldes libios le rompieron la mano izquierda y una pierna durante los interrogatorios, le quemaron el pecho con cigarros y le rajaron primero el brazo y despu¨¦s el cuello con un machete, como si fueran a degollarlo. Despu¨¦s lo metieron en la principal prisi¨®n de Misrata, donde lleva cinco meses. Entre los 400 presos gadafistas del instituto de Saad¨²n reconvertido en c¨¢rcel, a Mohamed Dufani se le conoce como El Sarkozy. Hace cinco meses circulaba en un veh¨ªculo militar cuando un avi¨®n de la OTAN, al que ni siquiera lleg¨® a ver, lanz¨® una bomba y le dej¨® medio cuerpo abrasado. Despu¨¦s lo detuvieron los rebeldes y comenzaron los interrogatorios. Ahora, culpa de todos sus males al presidente de Francia, promotor de la intervenci¨®n de la OTAN en Libia. ¡°Si lo cogiera me lo comer¨ªa¡±, comenta entre risas.
En la c¨¢rcel de Saad¨²n no hay barrotes, ni esposas, ni armas. Los reclusos caminan libremente de un aula a otra y los tres religiosos encargados de vigilarles se pasean entre ellos sin miedo a que los tomen como rehenes. Los gadafistas saben que ese es el lugar m¨¢s seguro que pueden encontrar en Misrata. ¡°?Ad¨®nde nos ¨ªbamos a escapar? Toda Libia est¨¢ tomada, nos matar¨ªan enseguida¡±, explica otro preso. ¡°Aqu¨ª nos dan de comer cuatro veces al d¨ªa. Y los guardianes nos proteger¨ªan con sus propias vidas ante posibles ataques, hemos tenido ocasi¨®n de comprobarlo¡±.
Otra cosa bien distinta son los interrogatorios que precedieron a la entrada en prisi¨®n. Al menos cuatro personas consultadas se quejaron de que sufrieron torturas. Uno de ellos asegura que los rebeldes le quemaron los cuatro dedos del pie izquierdo y se los rompieron. ¡°Despu¨¦s me llevaron al hospital, me pod¨ªan haber curado a tiempo, pero nadie me atendi¨®¡±, afirma este recluso que prefiere mantenerse en el anonimato. ¡°A m¨ª me rajaron la mu?eca y estuve a punto de quedarme tambi¨¦n sin oreja. Mire la cicatriz que tengo aqu¨ª detr¨¢s. Yo cre¨ª que me la iban a cortar¡±, a?ade Rifai Abdul¨¢ Al¨ª, antiguo profesor de ingl¨¦s en Sirte, la ciudad natal de Gadafi. Miembros de la organizaci¨®n Human Rigths Watch han visitado 20 centros de detenci¨®n en Libia y concluyeron que miles de personas han sido privadas de libertad sin celebrarse juicio alguno. Despu¨¦s de entrevistar a 53 prisioneros, los activistas concluyeron que en al menos seis centros varios detenidos denunciaron que hab¨ªan recibido descargas el¨¦ctricas y fueron golpeados.
Abdul¨¢ El Sarkozy y muchos de sus compa?eros se muestran abiertamente a favor del r¨¦gimen de Gadafi. ¡°Con Gadafi, cuando los libios sal¨ªamos al extranjero ¨¦ramos respetados. Aqu¨ª hab¨ªa orden. Uno pod¨ªa salir y dejar abierta la puerta de su casa¡±, indica Dufani, quien trabajaba como polic¨ªa en Tarjuna, un municipio situado a media hora en coche desde Tr¨ªpoli. Ninguno de los consultados echaba en falta la libertad con Gadafi. Creen que los rebeldes rechazaron la invitaci¨®n de Gadafi a dialogar, a ¡°crear un nuevo amanecer, como en Sud¨¢frica¡±.
Escuchando a Dufani, Abdul¨¢ y sus compa?eros de prisi¨®n, uno puede hacerse una ligera idea de lo que deben pensar muchos vecinos de Bani Walid y Sirte, las dos ¨²nicas ciudades que permanecen fieles a Gadafi. Los reclusos creen que la gente de esas dos poblaciones deben seguir luchando hasta el final, resistiendo el asalto de los rebeldes y de los aviones de la OTAN, aunque eso implique la muerte de miles de personas. ¡°Un d¨ªa antes de que me detuvieran a m¨ª, el 16 de septiembre, mi sobrina de 13 a?os y 34 civiles murieron en Al Fatah, el distrito n¨²mero dos de Sirte, por culpa de una bomba de la OTAN¡±, explica Abdul¨¢. ¡°?Qu¨¦ cree que est¨¢ pasando ahora? Lo mismo. ?Y qu¨¦ cree que va pasar si entran los rebeldes? Ya lo vimos por la televisi¨®n libia: llegaron a Bin Yawad, a unos 25 kil¨®metros de Sirte y empezaron a matar a civiles¡±.
¡°Si luchas, proteger¨¢ el honor de tu familia¡±, explica El Sarkozy. En cuanto a las violaciones cometidas por los gadafistas, ellos tienen su propia versi¨®n: han o¨ªdo hablar de que se han cometido algunas, pero¡ sobre todo, perpetradas por el bando rebelde. Tampoco creen que Sirte, el pueblo natal de Gadafi, haya recibido m¨¢s prebendas que el resto del pa¨ªs. ¡°En Sirte el 97% de la gente trabaja muy duro para ganarse la vida. Muchos no tienen casas, viven de alquiler¡±, explica Abdul¨¢ Al¨ª.
Rifai Abdul¨¢ Al¨ª lo pas¨® especialmente mal en Sirte el d¨ªa en que un hermano suyo sali¨® en televisi¨®n, desde Bengasi, apoyando a los rebeldes. La polic¨ªa se llev¨® a Abdul¨¢ a comisar¨ªa y tuvo que sacarlo un vecino suyo perteneciente a la misma tribu que Gadafi. Piensa que Gadafi hizo ¡°cosas buenas y cosas malas¡±, pero prefiere aquel r¨¦gimen al de ahora. ¡°Muchos de los que est¨¢n ahora en el Consejo [el Gobierno interino] o apoyando al Consejo eran peces gordos con Gadafi. Ganaron millones y millones de dinares. Y mire d¨®nde est¨¢n ahora ellos y d¨®nde estamos nosotros. ?D¨®nde est¨¢ Musa Kusa? ?l mat¨® a miles de personas desde que entr¨® en el aparato de inteligencia en 1984 y despu¨¦s, cuando fue jefe del espionaje exterior [entre 1994 y 2000]. ?D¨®nde est¨¢ ahora? ?l era ministro de Exteriores cuando empez¨® la guerra en febrero, pero se exili¨® en Londres en marzo. ?l sigue en Londres y nosotros seguimos aqu¨ª¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.