Los estudiantes llevan el conflicto a la calle para demoler la herencia de Pinochet
El pa¨ªs vive movilizaciones sin precedentes desde la dictadura Los j¨®venes quieren acabar con el ¨¢nimo de lucro del sistema educativo El Gobierno plantea una batalla de desgaste a largo plazo
El fantasma de las movilizaciones sociales ha reaparecido en Chile con un vigor que solo tiene paralelo en la d¨¦cada de los ochenta, en plena dictadura, con 30% de desempleo y el PIB cayendo en picado. Algunos empresarios anticipaban que este fantasma iba a regresar si la coalici¨®n de centroizquierda, la Concertaci¨®n, perd¨ªa el gobierno y dejaba su papel de contenci¨®n de las demandas sociales. La derecha de Sebasti¨¢n Pi?era gan¨® las elecciones en enero de 2010. El terremoto de febrero atras¨® el despertar de las movilizaciones.
Menos de dos a?os despu¨¦s, mientras la econom¨ªa crece 6% y el desempleo est¨¢ en 7%, cifras que provocar¨ªan envidia en cualquier pa¨ªs europeo, el movimiento estudiantil lleg¨® con sus demandas hasta La Moneda y hundi¨® al Gobierno y al presidente Pi?era en los sondeos.
Chile ya no es el mismo de comienzos de a?o. Marchas con y sin permiso, tomas, enfrentamientos de estudiantes con carabineros, con piedras y barricadas contra gases lacrim¨®genos, ca?ones de agua, cargas a caballo y a pie, y hasta los detenidos son parte del panorama habitual en las principales ciudades. El jueves hubo 87 detenidos en una manifestaci¨®n prohibida de estudiantes de secundaria en Santiago y otras ciudades. El martes y mi¨¦rcoles se vieron barricadas en distintos puntos de la capital.
A pesar de unas cifras econ¨®micas envidiables, la protesta estudiantil
ha hundido al Gobierno
Mientras los sem¨¢foros est¨¢n con la luz roja, en las esquinas pr¨®ximas a colegios y universidades, grupos de j¨®venes piden monedas a los conductores de autos para sostener las protestas. Muchos colaboran: el movimiento estudiantil mantiene apoyo despu¨¦s de seis meses, y sobre 80% respalda sus demandas, ratifican los sondeos, aunque la popularidad de sus formas de protestar ha retrocedido.
Como una medusa de mil cabezas, algo que en La Moneda todav¨ªa no procesan, en cada colegio, liceo o facultad, el conflicto tiene motivos propios a los que se suman las reivindicaciones globales: cambiar el modelo educacional que instaur¨® Pinochet, terminar con el lucro e implantar la educaci¨®n gratuita en todos los niveles. Por eso, las estrategias se diversifican y hasta pueden ser contradictorias entre liceos o facultades situados uno frente a otro. Las demandas han llegado al terreno pol¨ªtico, porque para concretar sus reivindicaciones requieren subir los impuestos a los m¨¢s ricos y modificar el sistema electoral.
Piedras, barricadas, gases lacrim¨®genos, ca?ones de agua y cargas a caballo se han hecho habituales
Los estudiantes convergen en las grandes ocasiones. Para el martes y mi¨¦rcoles de la pr¨®xima semana, los j¨®venes convocaron a dos d¨ªas de movilizaciones, incluyendo cuatro marchas en Santiago. Como intentan desde agosto, buscar¨¢n el apoyo de los sindicatos y otras organizaciones sociales. Sus dirigentes anticipan que la contienda ser¨¢ prolongada y podr¨ªa llegar hasta 2012 despu¨¦s del interregno del verano, en que no hay clases.
La Moneda ha tenido una estrategia reactiva en el conflicto, sin capacidad de anticipar lo que ocurrir¨¢. Primero ignor¨® el movimiento y respondi¨® negativamente a sus peticiones, una estrategia que fortaleci¨® a los estudiantes y termin¨® con la salida del ministro Joaqu¨ªn Lav¨ªn de la cartera de Educaci¨®n.
Las demandas globales
de los estudiantes son terminar
con el lucro e implantar la educaci¨®n gratuita en todos los niveles
Despu¨¦s combin¨® la zanahoria y el garrote. Este se estren¨® con la represi¨®n a una marcha no autorizada en Santiago, que culmin¨® con m¨¢s de 800 detenidos y el reestreno de las protestas con cacerolas, protagonizadas por los padres de los j¨®venes. El relevo de ministros en Educaci¨®n, con la llegada de Felipe Bulnes, permiti¨® instalar una mesa de di¨¢logo, que tuvo una primera reuni¨®n a comienzos de septiembre, en La Moneda, impulsada por Pi?era.
Bulnes lleg¨® bastante m¨¢s all¨¢ que Lav¨ªn. Ofreci¨® becas para el 40% m¨¢s pobre de los estudiantes, y una combinaci¨®n de becas y cr¨¦ditos para el 20% siguiente, situar el derecho a la educaci¨®n de calidad en la Constituci¨®n y avanzar en la desmunicipalizaci¨®n. Su estrategia, que implicaba concesiones pero no cambios de fondo al modelo, podr¨ªa haber resultado cuando el movimiento part¨ªa, pero no despu¨¦s de cuatro meses.
El Gobierno ignor¨® el movimiento y respondi¨® negativamente. Al final fundi¨® al ministro de Educaci¨®n
Al mismo tiempo que Bulnes negociaba, envi¨® los proyectos de ley al Parlamento sobre los temas que discut¨ªa con los dirigentes estudiantiles. Sobre el movimiento cundieron las presiones: t¨¦rmino de becas para los que estaban en paro, amenazas de cierres de colegios, respuestas negativas a las peticiones para realizar marchas forzadas y el anuncio de una ley que implicar¨¢ c¨¢rcel para quienes realicen tomas violentas. El discurso oficial critic¨® al movimiento, acus¨¢ndolo de estar controlado por los grupos m¨¢s radicales. La apuesta de La Moneda es al desgaste, a la espera que las movilizaciones amainen hacia fin de a?o y que los dirigentes estudiantiles sean derrotados en las elecciones.
En respuesta a la nueva estrategia, los estudiantes se retiraron de la mesa de di¨¢logo, acusaron de intransigencia al Gobierno y retomaron el camino de las calles, despu¨¦s de la tregua de septiembre. La prolongaci¨®n de su movimiento depende no s¨®lo de la voluntad de los estudiantes, sino de la capacidad que tengan para lograr que otros sectores sociales los respalden. Si lo consiguen, el fantasma de las movilizaciones habr¨¢ vuelto para quedarse.
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