?Buenas noticias! ?En serio!
De vez en cuando nuestra lamentable especie hace algo m¨¢s o menos bien. He aqu¨ª unos cuantos ejemplos para que nos sintamos m¨¢s animados
?Aburridos de los cansados campamentos y el anarquismo recalentado de Ocupa Wall Street? ?Hartos de la campa?a presidencial para elegir al menos malo? ?Deprimidos por las se?ales que alertan de la pr¨®xima Depresi¨®n?
Les traigo algo que les servir¨¢ de consuelo. Igual que la enfermera de Nurse Jackie cuando rebusca en el botiqu¨ªn alg¨²n analg¨¦sico suelto, he reunido unas cuantas c¨¢psulas de esperanza procedentes de lugares en los que seguramente no se han fijado desde hace tiempo, porque las noticias m¨¢s destacadas son tan descorazonadoras que no se atreven a pasar de la primera p¨¢gina.
Reconozco que algunas de estas noticias son de pa¨ªses en los que quiz¨¢ no nos gustar¨ªa vivir. Pero se las ofrezco como prueba de que, de vez en cuando, nuestra lamentable especie hace algo m¨¢s o menos bien. Tal vez podamos sacar una ense?anza o sentirnos m¨¢s animados. Por lo menos, nos servir¨¢ para recordar -en un momento en el que nuestros pol¨ªticos compiten entre s¨ª por ver qui¨¦n es el m¨¢s ardiente defensor del "excepcionalismo estadounidense"- que nuestro pa¨ªs no es el ¨²nico regalo de Dios a la civilizaci¨®n.
Empecemos con Eslovaquia, el peque?o pa¨ªs que constituye la mitad menos famosa de la antigua Checoslovaquia. La semana pasada, fue el ¨²ltimo en actuar de los 17 pa¨ªses europeos que deb¨ªan votar el plan de rescate para sostener las econom¨ªas en peligro de pa¨ªses como Grecia y Portugal mientras ponen freno a su habitual comportamiento despilfarrador. Despu¨¦s de 16 s¨ªes, el destino de Europa estaba en manos del parlamento eslovaco. Y los eslovacos, impulsados por un nuevo partido de oposici¨®n que se dirige a la generaci¨®n de Facebook, dijo "NO". Rechazaron la idea de que sus ciudadanos, que son de los menos ricos de Europa, tengan que rescatar a unos vecinos derrochadores y a los banqueros que les proporcionaron el dinero para serlo.
He reunido unas cuantas c¨¢psulas de esperanza procedentes de lugares en los que seguramente no se han fijado desde hace tiempo.
Despu¨¦s del rechazo, cay¨® el Gobierno. Y entonces se form¨® una nueva coalici¨®n provisional que se puso a trabajar y decidi¨® ratificar el acuerdo a pesar de todo.
Es decir, Eslovaquia consigui¨® dos cosas. Al indicar que se le estaba terminando la paciencia, inspir¨® m¨¢s miedo en los corazones de los banqueros mundiales que todas las protestas de Occupy Wall Street en un mes de manifestaciones y pancartas. Y luego, una vez hecha la advertencia, se reagrup¨® y dio a Europa una oportunidad m¨¢s, con lo que demostr¨® un nivel de madurez muy significativo en un peque?o pa¨ªs que hace no tanto era pupilo de la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
"Nos parecemos a los estadounidenses", me dijo un funcionario eslovaco. "Tenemos una pol¨ªtica interior fragmentada, pero, a la hora de la verdad, conseguimos que se hagan las cosas".
Le dije que me sent¨ªa halagado de que comparase mi pa¨ªs con Eslovaquia y que ten¨ªa raz¨®n sobre la fragmentaci¨®n pol¨ªtica, pero que no estaba tan seguro sobre lo de conseguir que se hicieran las cosas.
Pasemos a Liberia. Quiz¨¢ lo recuerden como ese pa¨ªs de ?frica occidental fundado por esclavos americanos liberados, y que es famoso por haber vivido 25 a?os demenciales, llenos de ni?os soldados, diamantes de sangre, violaciones y mutilaciones, entre otras atrocidades. Liberia sigue siendo un pa¨ªs en ruinas, pobre, analfabeto y corrupto, pero hoy tiene elecciones libres, limpias, consecuentes y respetadas.
El martes pasado, Liberia celebr¨® unas elecciones en las que los dos principales candidatos a la presidencia hab¨ªan estudiado en Harvard, y no se avergonzaban en absoluto de ello. La presidenta actual, que se presentaba a la reelecci¨®n, Ellen Johnson Sirleaf, antigua economista del Banco Mundial y a quien a acaban de otorgar el Premio Nobel de la Paz, ser¨ªa probablemente la candidata m¨¢s cualificada en las elecciones de muchos pa¨ªses, incluido tal vez el nuestro. Su principal rival, Winston Tubman, posee asimismo t¨ªtulos obtenidos en Cambridge y la London School of Economics y una larga trayectoria en la diplomacia. Es cierto que, como compa?ero de candidatura, llevaba a una estrella de f¨²tbol, pero, aun as¨ª, se le considera un tipo muy s¨®lido.
Los dos principales candidatos a la presidencia de Liberia hab¨ªan estudiado en Harvard
Por supuesto, despu¨¦s del expresidente Charles Taylor, que se encuentra en La Haya en espera de juicio, acusado de haber cometido cr¨ªmenes contra la humanidad, el list¨®n no est¨¢ muy alto.
Habr¨¢ una segunda vuelta. Sirleaf dice a los votantes que tiene las cosas controladas y que Tubman debe esperar. O, como dice su lema de campa?a: "El mono a¨²n est¨¢ ocupado, el babuino puede esperar sentado". Probablemente no tendr¨ªa mucho ¨¦xito en Iowa.
De ah¨ª, vayamos a Per¨². Mientras sus hom¨®logos en los vecinos Brasil y Ecuador se dedicaban a consolidar su poder con medidas llamativas, nacionalizando industrias e iniciando disputas con Estados Unidos, el nuevo presidente peruano, Ollanta Humala, parece empe?ado, hasta ahora, en llevar a cabo una reforma tranquila y moderada del sistema. Se ha olvidado de la ret¨®rica nacionalista de izquierdas, ha nombrado un Gobierno partidario de favorecer las inversiones y dice que Estados Unidos es "un socio estrat¨¦gico".
La semana pasada, al tiempo que anunciaba una campa?a contra la corrupci¨®n, despidi¨® a 30 de los 45 generales de la direcci¨®n de la polic¨ªa nacional, una fuerza hacia la que existe una desconfianza generalizada entre los peruanos, que la consideran una asociaci¨®n de estafadores. Como es natural, esto tiene la ventaja a?adida de que permite crear una nueva polic¨ªa leal al presidente, pero, si consigue que los agentes dejen de tender la mano para recibir sobornos y los despliega con eficacia contra el crimen y el narcotr¨¢fico y para impedir que sigan en aumento, los peruanos se lo agradecer¨¢n. Mantengamos nuestros dedos cruzados por el pa¨ªs.
Ahora, juntemos las manos para aplaudir a Somalia, seguramente el lugar m¨¢s triste de la tierra, devastado por combatientes islamistas, bandoleros y una hambruna espantosa. La semana pasada, los residentes en Mogadiscio se reunieron en un estadio de f¨²tbol y celebraron lo que The New York Times llam¨® "una de las mayores concentraciones en a?os". ?Para pedir donativos? ?Para exigir recortes fiscales? No, para protestar contra Al Shabab, el grupo guerrillero y seguidor de Al Qaeda que aterroriza Somalia desde hace a?os.
Desde aqu¨ª digo a Eslovaquia, Liberia, Per¨², Somalia, Myanmar: ?Gracias! ?Seguid as¨ª!
Evidentemente, Somalia no es ning¨²n modelo dentro del ?frica poscolonial, pero no es frecuente que la gente llene un estadio de f¨²tbol para protestar contra unos malhechores armados. Ahora que lo pienso, no aplaudan. Mejor, env¨ªen dinero. Dios sabe que lo necesitan.
Y por ¨²ltimo, Myanmar -es decir, Birmania-, un hermoso pa¨ªs que lleva la mayor parte de los ¨²ltimos 50 a?os oprimido por una de las juntas militares m¨¢s exc¨¦ntricas y horribles que existen. Yo recorr¨ª sus bellezas hace 25 a?os, y nunca me he desprendido por completo del recuerdo de un estudiante birmano que nos apart¨® a un lado, en voz baja, para pedir que prest¨¢ramos atenci¨®n al miserable aislamiento de su pa¨ªs. Gracias a ¨¦l, este visitante comprendi¨® que, con su separaci¨®n del resto del mundo, Birmania se hab¨ªa convertido en un museo para los turistas, pero en una temible prisi¨®n para sus habitantes. Durante d¨¦cadas, se han reprimido las protestas, se han robado o anulado elecciones y se ha mostrado intransigencia frente a las sanciones de Occidente.
Ahora empieza a haber indicios de deshielo. El r¨¦gimen militar instal¨® un nuevo Gobierno parlamentario hace seis meses, ha iniciado conversaciones con la l¨ªder de la oposici¨®n y premio Nobel Aung San Suu Kyi y, la semana pasada, empez¨® a dejar en libertad a algunos disidentes. Queda mucho para la democracia, pero es un rayo de esperanza nada habitual en un pa¨ªs sediento de ella.
Gran parte del sur de Europa se encuentra al borde de la bancarrota, la primavera ¨¢rabe parece estar empezando a agriarse, la propia econom¨ªa china est¨¢ desaceler¨¢ndose, Ucrania est¨¢ retrocediendo hacia el autoritarismo, Ir¨¢n est¨¢ acusado de contratar asesinos en Estados Unidos y la semana pasada nos enteramos de que nuestros aliados afganos se han dedicado a la tortura generalizada de los prisioneros (?de d¨®nde se habr¨¢n sacado esa idea?). La lista de pa¨ªses que se comportan mal es infinita.
As¨ª pues, les dejo que vuelvan a su pesimismo habitual. Pero desde aqu¨ª digo a Eslovaquia, Liberia, Per¨², Somalia, Myanmar: ?Gracias! ?Seguid as¨ª!
? The New York Times Service 2011
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.