El peronista Duhalde intenta conservar una parcela de poder en Buenos Aires
El ¡°rey de los punteros¡± ha visto como los sondeos iban reduciendo sus expectativas a menos de un 10%
Eduardo Duhalde cree que est¨¢ viendo una pel¨ªcula que ya conoce:¡° Estoy convencido de que al gobierno Kirchner le est¨¢ pasando lo mismo que le pas¨® al de Menem. Todo parec¨ªa ir estupendamente con la convertibilidad, un peso, un d¨®lar, con el consumo disparado, y nadie quer¨ªa ver la realidad. Era como una religi¨®n. Ahora pasa lo mismo, nadie quiere o¨ªr a quienes decimos cosas desagradables y anunciamos que no se puede seguir creciente como hasta ahora, subvencionado el consumo¡±, proclama, sentado, con un caf¨¦ hirviendo, bien temprano en la ma?ana, ante los micr¨®fonos de Radio Continental.
Duhalde tiene 70 a?os y lleva todala vida en pol¨ªtica. Es uno los ¡°barones¡± m¨¢s cl¨¢sicos del peronismo, conservador y cat¨®lico (anti-aborto y anti-matrimonio gay), y experto durante muchos a?os en el manejo del Gran Buenos Aires, el conurbano que rodea a la capital federal. En su d¨ªa pudo ser calificado como el ¡°rey de los punteros¡±, esa especie de representantes del peronismo que viven y trabajan en los barrios industriales y villas pobres, en los que generalmente han nacido, y que se encargan de recoger, manu militari, el voto para sus jefes, pero que tambi¨¦n se ocupan, en muchas ocasiones, de conseguir de madrugada una ambulancia para un enfermo, de repartir electrodom¨¦sticos, comida, ropa y juguetes o de organizar el club de ancianos.
Alejado del calor kirchnerista, el ¡°rey de los punteros¡± ha perdido influencia y poder y ni tan siquiera ha conseguido reunir a su alrededor a todos los peronistas cr¨ªticos. Acudir¨¢ a las elecciones del domingo como candidato de un autodenominado Frente Popular, con el que aspira, como todos los oponentes, a quedar segundo y a poder defender su parcela, y a sus amigos, dentro del peronismo anti-K y dentro de la provincia de Buenos Aires. En las primarias de agosto pasado qued¨® tercero, con un escaso 12%, pero los nuevos sondeos le han ido recortando hasta un 6% o hasta un 8%.
?Quiz¨¢s este sea el momento de retirarse de la pol¨ªtica? Duhalde ya lo prometi¨® en otras ocasiones y, al final, siempre regresa. ¡°Tengo mucho que aportar¡±, asegura. Desde luego, tiene m¨¢s experiencia de cualquier otro candidato, aunque eso no parece ser lo que m¨¢s valoran los votantes peronistas. Fue, durante dos a?os, vicepresidente con Carlos Menem, pas¨® un largo periodo como gobernador de Buenos Aires, e incluso, en 2002 fue elegido Presidente de la Naci¨®n por un Parlamento abrumado por el caos que hab¨ªa provocado el corralito. A Eduardo Duhalde le molesta que no se le reconozca que fue en ese corto periodo, del 2 de enero de 2002 al 25 de mayo de 2003, como presidente interino, cuando se pusieron las bases para la recuperaci¨®n econ¨®mica de Argentina. Fue ¡°su¡± ministro de Econom¨ªa, Roberto Lavagna, quien ide¨® y sac¨® adelante el plan de restructuraci¨®n y quita de ladeuda y quien relanz¨® el crecimiento, explica.
Los kirchneristas le acusan de no haber podido soportar que N¨¦stor Kirchner, que Duhalde hizo su sucesor en 2003, se independizara r¨¢pidamente de su tutela y cambiara al poco tiempo de ministro de Econom¨ªa. ¡°Yo dir¨ªa que desde que se fue Lavagna, este pa¨ªs no ha tenido un verdadero ministro de Econom¨ªa. N¨¦stor Kirchner crey¨® que no le hac¨ªa falta. Espero que Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner se de cuenta de que no puede seguir as¨ª¡±, mantiene, ¡°aunque me temo que la presidenta seguir¨¢ dejando la econom¨ªa en manos de figuras de segunda fila¡±.
Duhalde no pesta?e¨® cuando una periodista mexicana le pregunt¨® recientemente c¨®mo afronta el hecho de que se le relacione en ocasiones con el narcotr¨¢fico. ¡°Soy precisamente una de las pocas personas que est¨¢ advirtiendo en este pa¨ªs del peligro real que existe del crimen institucionalizado. Estamos lejos de M¨¦xico, pero terminaremos en ese camino si el Gobierno sigue mirando hacia otro lado¡±, asegura.
Duhalde no tiene pelos en la lengua al criticar a la oposici¨®n de la que forma parte. ¡°Somos como gatos en un mismo saco¡±, admite y se niega a hablar de Alberto Rodr¨ªguez Sa¨¢, el otro candidato peronista cr¨ªtico, con el que est¨¢ peleado. Con un gesto cansado mantiene que ¡°quiz¨¢s por mis a?os y mi experiencia, se que este pa¨ªs necesita realmente un cambio¡±. Es, sin embargo, en su caso, una oferta muy dif¨ªcil.
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