Colombia pasa del fervor al temor por el libre comercio con EE UU
El deficiente estado de las infraestructuras colombianas amenaza la viabilidad del reci¨¦n aprobado acuerdo de intercambio comercial
En cuesti¨®n de d¨ªas, los colombianos han pasado del alborozo a la inquietud. La raz¨®n de tan brusco cambio en el estado de ¨¢nimo es el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos que el viernes de la semana pasada aprob¨® en la Casa Blanca el presidente Barack Obama: ¡°Vamos a exportar m¨¢s productos que digan made in USA¡±. El deficiente estado de las infraestructuras a¨¦reas y terrestres del pa¨ªs pone en entredicho la viabilidad de los planes de intercambio comercial entre ambos pa¨ªses.
Cuando por fin se anunci¨® la firma, que lleg¨® despu¨¦s de siete a?os de extenuantes negociaciones, en Bogot¨¢ se sinti¨® como un b¨¢lsamo en medio de las dificultades econ¨®micas. Seg¨²n c¨¢lculos del presidente Juan Manuel Santos, la apertura total de la puerta al comercio y la inversi¨®n bilateral generar¨¢ un crecimiento adicional del uno por ciento en el Producto Interno Bruto (PIB) cada a?o, crear¨¢ casi al instante 250.000 nuevos empleos y permitir¨¢ aumentar las exportaciones a Estados Unidos ¡°m¨ªnimo seis por ciento¡±. En l¨ªnea con tan optimistas vaticinios, Santos fue categ¨®rico al sentenciar que este acuerdo es el ¡°m¨¢s importante firmado en nuestra historia¡±.
Naturalmente, el alborozo fue general. Por fin en mucho tiempo Colombia se sent¨ªa que negociaba de t¨² a t¨² con Estados Unidos. Tras digerir la noticia, corri¨® una expresi¨®n popular tan inquietante como real: ¡°Nos cogi¨® la noche¡±. Desde los an¨®nimos oyentes en las l¨ªneas abiertas de las emisoras hasta los m¨¢s fogueados comentaristas se empezaron a lamentar de no haber hecho las tareas a tiempo para asumir semejante desaf¨ªo.
El dato es revelador: solo el 8,5 por ciento de las v¨ªas en Colombia est¨¢n pavimentadas
Hace un lustro, en pleno auge de las negociaciones del TLC, se puso de moda el t¨¦rmino ¡®agenda interna¡¯ que no era otra cosa que una serie de tareas consideradas b¨¢sicas para que los sectores p¨²blico y privado pudieran ser m¨¢s competitivos y afrontar los retos que traer¨ªa el acuerdo. Sin embargo, como en ese entonces Obama no era amigo del TLC y se intu¨ªa que lo meter¨ªa en el congelador, los colombianos decidieron tambi¨¦n dejar a un lado sus obligaciones. Un fallo monumental porque entre esas tareas estaba la de sacar, por ejemplo, del tremendo atraso al sistema de comunicaciones terrestres. El dato es revelador: solo el 8,5 por ciento de las v¨ªas en Colombia est¨¢n pavimentadas.
La infraestructura no pod¨ªa estar peor. Asombrosamente la gente se hab¨ªa acostumbrado a transitar por v¨ªas polvorientas, mal se?alizadas y ba?adas en fango con la resignaci¨®n de que alg¨²n d¨ªa las cosas ser¨ªan mejor. En el ¨²ltimo puente festivo, hace 10 d¨ªas, en Colombia los transe¨²ntes se encontraron con los embotellamientos de siempre en las carreteras, pero con la noticia fresca del TLC. Solo durante ese fin de semana, en el pa¨ªs, se movilizaron 2¡¯231.984 automotores que en algunos casos hicieron sus recorridos a 20 kil¨®metros por hora. Es el caso de los automovilistas que recorrieron los 100 kil¨®metros de la v¨ªa entre Melgar ¨Cuno de los epicentros m¨¢s buscados por los capitalinos para veranear¨C y Bogot¨¢ invirtieron m¨ªnimo cinco horas.
Para tratar de avanzar en medio del caos, hasta ahora, la soluci¨®n es bastante ins¨®lita y a la ¡°colombiana¡± como se suele decir aqu¨ª. Peri¨®dicamente, los agentes de tr¨¢nsito les avisan a los conductores que est¨¦n listos para irse en doble carril. Cuando se da la se?al de partida, meten el acelerador a fondo mientras que los conductores que viajan en sentido contrario esperan inmovilizados y resignados en la orilla de la carretera el paso de miles de coches.
La situaci¨®n es similar en el transporte a¨¦reo. En la actualidad, se est¨¢ remodelando el aeropuerto Eldorado, de Bogot¨¢. Las obras incluyen la posibilidad de a?adir una tercera pista a las dos existentes y que no dan abasto. El prop¨®sito es loable pero el futuro incierto. Nadie sabe cu¨¢ndo van a terminar los trabajos. Adem¨¢s, se han convertido en un caos delirante. Hace unos d¨ªas, por ejemplo, se vio una escena pat¨¦tica: los pasajeros de un avi¨®n procedente de Miami fueron dejados al aire libre, en medio de la lluvia y el fr¨ªo bogotano, con sus indumentarias de clima c¨¢lido.
Hay estimaciones que indican que ser¨¢n miles las toneladas de diversos productos que llegar¨¢n a los puertos de Buenaventura y Cartagena, en el Pac¨ªfico y el Caribe
Estos hechos han producido gran indignaci¨®n y han servido de materia prima para los humoristas y caricaturistas del pa¨ªs. Pero cuando ya se est¨¢ a las puertas de un TLC la cosa tiene otro matiz. Hay estimaciones que indican que ser¨¢n miles las toneladas de diversos productos que llegar¨¢n a los puertos de Buenaventura y Cartagena, en el Pac¨ªfico y el Caribe, respectivamente, y nadie sabe por d¨®nde los van a llevar. Hoy las carreteras ¨Cpor donde se moviliza el 80 por ciento de la carga del pa¨ªs- tienen el uso severamente restringido a causa del invierno. Las im¨¢genes con los damnificados son desoladoras y muy inquietantes para los empresarios que se preguntan c¨®mo har¨¢n para transportar por all¨ª sus mercanc¨ªas que en teor¨ªa, con el TLC, deben multiplicarse.
A eso se suma que ahora hay que pelear contra los muy poderosos y subsidiados granjeros que enviar¨¢n por miles sus toneladas de ma¨ªz y de arroz a un pa¨ªs donde el campo no solo ha sido v¨ªctima del atraso sino escenario de abandono hist¨®rico por el conflicto armado. Los otros productores que han puesto el grito en el cielo son los ganaderos y los avicultores. ¡°El Tratado parte de un desequilibrio absurdo porque es poner a competir, en condiciones de desventaja, a nuestro d¨¦bil aparato productivo con la primera econom¨ªa del mundo¡±, advierte Enrique Daza, portavoz de una de las organizaciones que se oponen a este acuerdo.
Los defensores del tratado, por el contrario, opinan que los consumidores ganar¨¢n porque ahora tendr¨¢n una oferta m¨¢s variada a la hora de comprar. ¡°S¨ª, responden los cr¨ªticos, podremos comprar m¨¢s comida gringa. ?Pero eso es realmente bueno?¡±, inquieren mientras advierten que este sue?o puede terminar en pesadilla: ¡°Tanta dicha por el TLC: futuros ahorcados que aplauden la soga¡±.
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