La oportunidad de construir una nueva Europa
La vieja UE no funcionaba, eso ha quedado claro con la crisis de la deuda. Pero muchos europeos piensan que ahora existe un camino claro hacia un bloque m¨¢s integrado
La vieja Uni¨®n Europea no funcionaba, eso ha quedado claro con la actual crisis de la deuda. Pero muchos europeos piensan que ahora existe un camino claro hacia un bloque nuevo, m¨¢s integrado y m¨¢s peque?o. ?Qu¨¦ hace falta para que eso sea posible? M¨¢s democracia y menos soberan¨ªa de las naciones-estado.
El corredor sigue adelante sin que le importe el tiempo h¨²medo y neblinoso de noviembre. Una vez m¨¢s, Joschka Fischer, exministro alem¨¢n de Exteriores y eminencia gris del Partido Verde, se ha acostumbrado a correr de forma habitual por los tranquilos barrios del distrito de Grunewald, en Berl¨ªn. Es el tipo de ejercicio, dice, que le deja tiempo para pensar. ¡°Mientras corr¨ªa¡±, dice, se le ocurri¨® ¡°c¨®mo podr¨ªan funcionar las cosas en Europa¡±.
Para estabilizar el continente en crisis, Fischer, fan¨¢tico europe¨ªsta, quiere que haya un ¨®rgano pol¨ªtico decidido, formado por los dirigentes de los pa¨ªses de la eurozona. Considera que sus respectivos parlamentos nacionales deber¨ªan darle una enorme autoridad y el poder necesario.
Fischer est¨¢ pensando en un plan de rescate. No un plan de rescate solo para los bancos, Italia o el euro, sino para todo. Piensa en un cuerpo de bomberos formado por funcionarios de la Uni¨®n Europea, que ser¨ªa, dice, una ¡°vanguardia de los Estados Unidos de Europa¡±.
En otras palabras: ha llegado el momento de dejar las quejas. Europa solo se puede salvar si se reinventa por completo. La crisis financiera es el punto de inflexi¨®n en la historia de la unificaci¨®n europea.
La vieja UE est¨¢ acabada. El bloque de 27 miembros es m¨¢s impopular que nunca. Los ciudadanos han tomado nota de que la inmensa burocracia de Bruselas carece de la capacidad de controlar la crisis que est¨¢ extendi¨¦ndose por la uni¨®n monetaria. Y tambi¨¦n ha quedado claro que los Gobiernos nacionales que han elegido est¨¢n en pleno proceso de desmantelar el proyecto hist¨®rico de unificaci¨®n europea. Al fin y al cabo, el mundo no espera que el Consejo Europeo, la Comisi¨®n Europea ni el Parlamento Europeo saquen a Europa de la crisis. Lo esperan de Angela Merkel.
La vieja Europa ha dejado de existir
La canciller alemana y el presidente franc¨¦s Nicolas Sarkozy, pr¨¢cticamente sin contar con nadie m¨¢s, pusieron en marcha el plan de rescate de Grecia, derrocaron el Gobierno de Atenas y colocaron a un miembro enfermo, Italia, bajo supervisi¨®n internacional. Durante la cumbre del G-20 celebrada a principios de noviembre se ve¨ªan carteles con las palabras ¡°en Cannes se est¨¢ haciendo historia¡±. Pero es una historia de nuevo tipo. La vieja Europa, esa estructura de unidad alojada en unos edificios imponentes en Bruselas, esa colecci¨®n visionaria de ideas de paz, libertad y prosperidad, la Europa de las grandes palabras y los tratados impenetrables, el monstruo babil¨®nico que escupe toneladas de papel en 23 idiomas cada d¨ªa, se inmiscuye en todo trata de meterlas cosas a cucharadas a sus ciudadanos, esa Europa, ya no existe.
Los ciudadanos en Atenas y Bruselas,Madrid y Berl¨ªn, salen a las calles del continente tambaleante para protestar contra sus pol¨ªticos. ?Se ha convertido Europa en una pesadilla? Ha llegado la hora de dejar las quejas. La nueva Europa ser¨¢ un sue?o, no una pesadilla.
A diferencia de Fischer, no todos los que tienen planes ambiciosos sobre el futuro de Europa salen a correr en medio de la niebla de noviembre. Existen muchos otros grandes pensadores en los pa¨ªses m¨¢s influyentes de la Uni¨®n Europea, personas que est¨¢n trabajando mucho en la elaboraci¨®n de planes para una casa europea que sea mejor, m¨¢s democr¨¢tica, m¨¢sunida y m¨¢s inmune a las crisis que la Europa actual.
En las capitales de todo el continente, los Gobiernos han reunido a sus expertos en sesiones de reflexi¨®n y trabajo, y polit¨®logos y specialistas en derecho internacional se re¨²nen en think tanks con el fin de desarrollar modelos y buscar un futuro para Europa. Pensadores tan influyentes como el fil¨®sofo alem¨¢n J¨¹rgen Habermas han intervenido en el debate para construir un continente unido.
¡°Una oportunidad de hacer grandes cosas¡±
Los expertos intentan escapar de la crisis actual con un gran paso adelante. Por primera vez en a?os, los funcionarios que est¨¢n trabajando para poner fin a la crisis han empezado a pensar en ¡°m¨¢s Europa¡±, una nueva Europa con poderes ampliados y un Gobierno real. La crisis,dice el soci¨®logo de Munich Ulrich Beck, es ¡°una oportunidad para hacer grandes cosas¡±.
¡°Quien deber¨ªa tener derecho a decidir qu¨¦ deben pagar los ciudadanos europeos y cu¨¢nto deben ahorrar no es ni un grupo de Frankfurt ni una troika, y desde luego no el G-20, que no responde ante nadie¡±, dice Ulrike Gu¨¦rot, la aguerrida portavoz en Berl¨ªn del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, el think tank internacional al que pertenece tambi¨¦n Joschka Fischer. Seg¨²n Gu¨¦rot, esas decisiones deber¨ªa tomarlas un brazo ejecutivo europeo dotado de fuerza y ¡°apoyado por un parlamento de toda la eurozona¡±.
¡°Debemos inventar y establecer Europa por segunda vez¡±, explica Sigmar Gabriel, presidente del Partido Socialdem¨®crata alem¨¢n (SPD), de centroizquierda. Es f¨¢cil decirlo desde su puesto de l¨ªder de la oposici¨®n. Pero muchos miembros del partido de Merkel, la Uni¨®n Dem¨®crata Cristiana (CDU), de centro derecha, est¨¢n de acuerdo, solo que no lo dicen abiertamente. Los funcionarios de la Canciller¨ªa tambi¨¦n est¨¢n buscando nuevos conceptos para el d¨ªa en el que pase la crisis.
Es una oportunidad para cambiar el mundo. ?Porqu¨¦, por ejemplo, no va a ser posible que ¡°los europeos¡± se unan, como hicieron los 13 nuevos Estados americanos en 1787 para celebrar ?la convenci¨®n de la que sali¨® su constituci¨®n? Tambi¨¦n entonces los estados se disputaban el poder y eldinero. Pero, despu¨¦s de una larga lucha, lograron constituirse ¨Cbajo el lema ¡°Nosotros, el pueblo¡±¡ª en un Estado federal poderoso y democr¨¢tico que todav¨ªa hoy perdura.
Los estadounidenses consagraron ¡°la b¨²squeda de la felicidad¡± en la Declaraci¨®n de Independencia. ?es que es muy distinto del sue?o europeo de paz, libertad y prosperidad? ?Ser¨¢ posible que las palabras ¡°Nosotros, el pueblo¡±, o ¡°Nosotros, los europeos¡±, queden grabadas tambi¨¦n en la constituci¨®n de un Estado federal europeo alg¨²n d¨ªa?
Una visi¨®n meditada del futuro de Europa
Hasta qu¨¦ punto ha entrado ya esta idea hist¨®rica en la pol¨ªtica real es algo que se refleja en la pasi¨®n con la que el fil¨®sofo alem¨¢n Hermann L¨¹bbe rechaz¨® la noci¨®n de unos Estados Unidos de Europa en el Frankfurter Allgemeine Zeitung hace unos d¨ªas. Si, despu¨¦s de la¡°moneda com¨²n¡±, se proclamara ahora una ¡°naci¨®n com¨²n¡±, advierte L¨¹bbe, solo servir¨ªa para ¡°acelerar el catastr¨®fico resultado¡± de la crisis. En su opini¨®n,¡°no hay perspectivas¡± de lograr un consenso entre ¡°Finlandia y Grecia, Eslovenia y Portugal, Austria y Francia¡±.
Los pragm¨¢ticos partidarios del ¡°no va a servir de nada¡± sirven de contrapeso a los idealistas del ¡°por lo menos vamos a intentarlo¡±. Como consecuencia, muy pocos pol¨ªticos siguen atrevi¨¦ndose a elaborar una visi¨®n meditada del futuro de Europa. ¡°Al fin y al cabo, todo el mundo quiere algo¡±, se lamenta Habermas, apasionado defensor de Europa. El objetivo supremo, dice, ha quedado oculto.
Peter Altmaier, influyente parlamentario conservador e importante aliado de Merkel, dice que, aunque ¡°en nuestro futuro inmediato¡± no est¨¢ presente un federalismo europeo de tipo norteamericano, deber¨ªamos poder, ¡°por lo menos, hablar de ello¡±.
No ser¨¢ por falta de ideas audaces. Charles Grant, fundador del Centre for European Reform, un think tank con sede en Londres, ha propuesto una visi¨®n de una Europa unida y democr¨¢tica, en la que los ciudadanos de los distintos Estados miembros voten directamente a los comisarios europeos, en vez del sistema actual, en el que los escogen los Gobiernos nacionales a puerta cerrada. El modelo de Grant incluye que el presidente de la UE seleccione a los 10 mejores de los 27 elegidos por los ciudadanos y los otros 17 sean adjuntos. Este sistema permitir¨ªa tener un Gobierno europeo fuerte y democr¨¢tico.
La idea de un Gobierno ¨²nico y poderoso para todos los pa¨ªses de la UE ¨Co al menos para la eurozona--, con sede en Bruselas, inspira tambi¨¦n los planes de algunos grupos concretos dentro del Parlamento Europeo. Y casi todos est¨¢n de acuerdo en que los ciudadanos de unos posibles Estados Unidos de Europa deber¨ªan tener una voz m¨¢s firme y Bruselas deber¨ªa tener m¨¢s poderes. Lo cual, a su vez, significar¨ªa una transferencia de soberan¨ªa de los pa¨ªses a la Uni¨®n.
La realidad cada vez m¨¢s cercana de una Europa m¨¢s peque?a
Precisamente al llegar a este punto de la conversaci¨®n es cuando los pol¨ªticos alemanes suelen recoger sus papeles, guardar sus maletines y abandonar la sala. Alemania no va a aceptar esta versi¨®n de Europa. El m¨¢ximo tribunal del pa¨ªs, el Tribunal Constitucional Federal, dej¨® claro en junio de 2009, con su decisi¨®n sobre el Tratado de Lisboa, que la constituci¨®n alemana fija unos l¨ªmites claros al traspaso de soberan¨ªa a Bruselas. Y esos l¨ªmites, como dice el presidente del tribunal, Andrea Vosskuhle, est¨¢n ¡°probablemente muy agotados¡±.
Pero la crisis lo cambia todo. Hasta los magistrados de los altos tribunales alemanes saben que no pueden bloquear una respuesta europea a los problemas mundiales a base de citar su interpretaci¨®n de la constituci¨®n alemana de posguerra. Es m¨¢s, los expertos constitucionales han ideado una soluci¨®n que ya est¨¢n desarrollando y detallando en los ministerios de Berl¨ªn.
La soluci¨®n est¨¢ unida a un n¨²mero: 146. Es el n¨²mero de una disposici¨®n al final de la constituci¨®n alemana. En 1949, cuando el pa¨ªs acababa de dividirse, los autores de esta disposici¨®n la incluyeron con el fin de que se aplicara en caso de reunificaci¨®n. Afirma que ,un d¨ªa, todo el pueblo alem¨¢n, ¡°por propia y libre voluntad¡±, tendr¨¢ derecho adotarse de una constituci¨®n totalmente nueva.
Es decir, en Alemania podr¨ªa escribirse la historia. Por el bien de los Estados Unidos de Europa, el pa¨ªs europeo m¨¢s fuerte tendr¨ªa que reinventarse.
Es imposible evitar que los pa¨ªses europeos sacrifiquen parte de su soberan¨ªa e incluso de sus identidades. Ya hoy son meras sombras de lo que eran en otro tiempo.
Una sola voz
El fil¨®sofo Habermas habla de las sociedades mundiales que no pueden seguir permiti¨¦ndose el lujo de resolver sus problemas pa¨ªs por pa¨ªs, y las llama la¡°constelaci¨®n posnacional¡±. Existen varios temas, desde las finanzas hasta el clima, desde la energ¨ªa hasta la inmigraci¨®n, en los que a Habermas le parece ¡°sencillamente una tonter¨ªa pensar que Europa va a seguir contando si noaprende a hablar con una sola voz¡±.
A los principales pensadores y expertos en derecho internacional ya les parece una estupidez distinguir entre pol¨ªtica interior y pol¨ªtica exterior dentro de Europa. ¡°La diferencia entre lo nacional y lo internacional est¨¢ empezando a difuminarse¡±, dice Habermas, que destaca que el derecho internacional y el nacional empiezan a parecerse. El catedr¨¢tico de derecho constitucional en Frankfurt Erhard Denninger se pregunta ¡°si tendr¨¢ ni siquiera sentido en el futuro hablar de soberan¨ªa nacional¡±.
Para Denninger, uno de los principales expertos en la constituci¨®n de Alemania, la idea de que las naciones europeas solo tienen posibilidades de conservar sus identidades nacionales dentro de una Uni¨®n es anticuada. Cita a Hermann Heller, un importante profesor de derecho constitucional en la Rep¨²blica de Weimar, que, poco despu¨¦s de la cat¨¢strofe de la Primera Guerra Mundial, preguntaba ¡°si la ¨²nica esperanza de salvar el individualismo cultural de las naciones europeas es mediante una naci¨®n federal europea¡±.
Unas cuantas cat¨¢strofes y casi 100 a?os despu¨¦s, el problema sigue estando ¨Co vuelve a estar¡ª en el orden del d¨ªa. ?Pero qui¨¦n hace la pregunta hoy con tanta claridad?
¡°Quienes desean Europa deber¨ªan decir, por fin, hacia d¨®nde quieren ir¡±, dice el exministro de Exteriores Fischer, uno de los instigadores de la constituci¨®n de la UE que sali¨® derrotada en los referendos franc¨¦s y holand¨¦s de 2005. Europa, dice Fischer, no puede ¡°seguir siendo algo difuso, abstracto, cierto tipo de entidad legal. De lo que estamos hablando esde la materializaci¨®n de los Estados Unidos de Europa¡±.
Justo y democr¨¢tico
No cabe duda de que un Estado federal europeo ir¨ªa mucho m¨¢s all¨¢ de la Europa actual prevista en el Tratado de Lisboa. Habr¨ªa que sustituir a los tecn¨®cratas de Bruselas por unas instituciones pol¨ªticas con fuerte poder de decisi¨®n y amplias competencias para elaborar la pol¨ªtica econ¨®mica y social de toda Europa. Y eso solo es posible si lo que se desarrolla en el ¨¢mbito europeo es, al mismo tiempo, justo y democr¨¢tico.
?Es posible eso? ?Cooperar¨ªan los pa¨ªses yciudadanos de Europa?
El pragm¨¢tico Fischer cree que no es realista pensar en que los 27 Estados miembros pudieran ratificar una enmienda de fondo y a largo plazo del Tratado de Lisboa. ¡°Los 27 miembros no son capaces de eso¡±, dice. Por eso es partidario de una comunitizaci¨®n, una puesta en com¨²n de facto de las pol¨ªticas nacionales. En vez de emprender largas negociaciones para elaborar tratados, los l¨ªderes europeos deber¨ªan avanzar y coordinar sus pol¨ªticas. Fischer opina que mover a 27 pa¨ªses es demasiado dif¨ªcil, pero le gustar¨ªa ver avanzar a los 17 dirigentes de los pa¨ªses de la eurozona, como han hecho a la hora de establecer el fondo de rescate del euro.
En pocas palabras, Fischer quiere convertir el eurogrupo en un nuevo Gobierno europeo. Un Gobierno fiscal y econ¨®mico en el que los 17 asumir¨ªan el control conjunto de sus pa¨ªses. ¡°Ser¨ªa la vanguardia de los Estados Unidos de Europa¡±, explica.
La diferencia fundamental entre esto y las escaramuzas intergubernamentales que han caracterizado el m¨¦todo de liderazgo de Merkel es que las partes negociadoras del europa¨ªs podr¨ªan llegar acordar una pol¨ªtica econ¨®mica y fiscal com¨²n, y su supervisi¨®n conjunta, de manera r¨¢pida, discreta y vinculante.
Seg¨²n la propuesta de Fischer, funcionar¨ªa porque contar¨ªan con el apoyo de los parlamentos nacionales. ¡°Los poderes parlamentarios de control pasar¨ªan de las capitales europeas a Bruselas¡±, dice.
Durante sus sesiones de jogging, Fischeri magina la manera de hacer funcionar todo esto. Cuando los l¨ªderes de los 17 pa¨ªses de la eurozona se reunieran en Bruselas, les acompa?ar¨ªan los l¨ªderes de las respectivas mayor¨ªas en los parlamentos nacionales y los de la oposici¨®n. Fischer opina que ser¨ªa un n¨²mero de personas manejable y que reunir¨ªa un poder parlamentario considerable. Los resultados de esa reuni¨®n tendr¨ªan muchas probabilidades de ser aprobados y ratificados por los parlamentarios que se hubieran quedado en su pa¨ªs.
Democracia paralela
Ser¨ªa una especie de democracia paralela, y tan cuestionable, desde el punto de vista constitucional, como el Gobierno secundario que se establecer¨ªa en Bruselas al margen del Consejo, la Comisi¨®n y el Parlamento. Pero esa Europa reducida, por lo menos, podr¨ªa funcionar hasta que la UE instituyera una estructura m¨¢s permanente.
¡°En alg¨²n momento, no de inmediato, se incluir¨¢ un modelo de este tipo en los tratados¡±, afirma Fischer. ¡°Y cuando los dem¨¢s vean lo bien que trabaja la vanguardia, muchos querr¨¢n participar¡±. Ser¨ªa un paso fundamental hacia los Estados Unidos de Europa.
?Y qu¨¦ pasar¨ªa con el Consejo, la Comisi¨®n y el Parlamento? Con el nuevo Gobierno europeo, ya no ser¨ªan necesarios.
En opini¨®n de Fischer, el ejemplo de los Acuerdos de Schengen demuestra que un ¨¦xito puede impulsar un cambio gradual en los tratados de la UE. Los acuerdos para eliminar los controles fronterizos los firmaron unos cuantos Gobiernos en 1985, en la ciudad vinatera de Schengen, en Luxemburgo. Alcanzaron un acuerdo por su cuenta y sin las bendiciones de Bruselas. Y, con los a?os, el resultado fue tan bueno que ahora se considera un elemento crucial de la Uni¨®n Europea y est¨¢ consagrado en el Tratado de Lisboa.
El m¨¦todo de Schengen fue una soluci¨®n de pasillos, pero dej¨® clara la unificaci¨®n pragm¨¢tica de las dos v¨ªas por las que se construye la pol¨ªtica europea. Una es la estrategia de colaboraci¨®n que adopta la Comisi¨®n, en concierto con el Consejo y el Parlamento Europeo, tal como se describe en el Tratado de Lisboa. Y la segunda es la que consiste en acuerdos intergubernamentales, negociados entre capitales europeas al margen de Bruselas.
La crisis ha demostrado sin ninguna duda qu¨¦ m¨¦todo es el que domina en Europa: el de los jefes de Estado y de Gobierno. No Bruselas. ¡°Somos el Gobierno econ¨®mico¡±, destac¨® hace poco la canciller alemana. Al decir ¡°nosotros¡±, se refer¨ªa a s¨ª misma y a otros l¨ªderes de Estados miembros de la UE.
Los problemas del m¨¦todo Merkel
El presidente de la Comisi¨®n, Jos¨¦ Manuel Barroso, se apresur¨® a quejarse ante el Parlamento europeo. ¡°La Comisi¨®n es el Gobierno econ¨®mico de la Uni¨®n¡±, dijo, y destac¨® que ning¨²n Gobierno ¨Cni siquiera el alem¨¢n¡ª¡°puede, para ser sinceros, hacer esto por su cuenta¡±.
Nada m¨¢s pronunciar esas palabras, la realidad le quit¨® la raz¨®n. Europa est¨¢ gobernada, cada vez m¨¢s, sin contar con Barroso. El comisario europeo de Asuntos Econ¨®micos y Monetarios, Olli Rehn critica el ¡°exceso de actividad intergubernamental¡±. En las capitales europeas, a esa actividad se la denomina ya ¡°el m¨¦todo Merkel¡±. Las decisiones m¨¢s importantes sobre el rescate del euro y los Estados miembros en dificultades como Grecia, Irlanda, Portugal y Espa?a se tomaron durante reuniones a escondidas entre los principales dirigentes nacionales. El eje Berl¨ªn-Par¨ªs y los acuerdos entre Merkel y Sarkozy (¡°Merkozy¡±) presentaron a los parlamentos nacionales y a toda la maquinaria depoder de Bruselas ¨CComisi¨®n, Parlamento y Consejo¡ª un hecho consumado.
¡°Somos el Gobierno econ¨®mico¡±. Al hacer unas afirmaciones tan audaces, muchos Estados miembros ¨Csobre todo Alemania¡ªsubrayan el hecho de que los pa¨ªses no han transferido una serie de competencias importantes para la gesti¨®n de la crisis europea a Bruselas. Los Estados miembros insisten en su soberan¨ªa en materia de presupuestos, finanzas y pol¨ªtica econ¨®mica, social y fiscal. Ahora que las cosas est¨¢n poni¨¦ndose serias, queda al descubierto la debilidad de Europa. Las decisiones europeas fundamentales, como el rescate de Grecia, las tienen que negociar unos potentados de manera individual en la trastienda, igual que cuando Europa era una colecci¨®n de principados, y aun en situaciones de extremo peligro y m¨¢xima urgencia.
En esta democracia europea, los que m¨¢s dinero poseen tienen la ¨²ltima palabra. ¡°Ahora es la dama la que decide¡±, dijo hace poco el antiguo jefe de la Comisi¨®n y socialdem¨®crata italiano Romano Prodi. No es casualidad que los manifestantes en Lisboa mostraran caricaturas de Merkel con las manos en forma de tijeras.
¡±Cualquier idiota puede bloquear todo¡±
Pero no estan f¨¢cil. El inconveniente del m¨¦todo intergubernamental es que no se puede llegar a acuerdos entre los pa¨ªses participantes por mayor¨ªa, como ocurre normalmente en el Consejo Europeo, sino solo por uanimidad. Esa es precisamente la raz¨®n por la que Prodi cree que el m¨¦todo Merkel, a largo plazo, es insostenible. ¡°La gente empezar¨¢ a darse cuenta de que el concepto de unanimidad en todas las decisiones clave ya no sirve. El hecho de que cada Estado miembro pueda, por s¨ª solo, retener a todos los dem¨¢s con su veto, impide cualquier proceso razonable de toma de decisiones¡±. El sucesor de Prodi, Barroso, lo dice de forma m¨¢s sucinta: ¡°Cualquier idiota puede bloquear todo¡±.
Otro aspecto peligroso del m¨¦todo Merkel es la falta de transparencia. Habermas, europe¨ªsta confeso, no pierde ninguna oportunidad de advertir contra el declive de la cultura democr¨¢tica en Europa. Para el fil¨®sofo, el m¨¦todo Merkel de toma de decisiones es ¡°una forma de arrebatar a los ciudadanos europeos sus derechos¡±, y destaca que ha descendido ¡°un velo gris¡± sobre los parlamentos nacionales, que con frecuencia no tienen m¨¢s remedio que aprobar sin condiciones lo que ha dicho el or¨¢culo de Merkozy. Los parlamentarios, se burla el euroesc¨¦ptico Peter Gauweiler, de la Uni¨®n Social Cristiana (UCS) alemana, van ¡°como borregos¡± detr¨¢s de la Dama.
En septiembre, los parlamentarios alemanes vieron claramente lo que le sucede aquien no quiere ser borrego, cuando el respetado miembro de la CDU Wolfgang Bosbach se neg¨® a aprobar los planes de Merkel para financiar el rescate. El jefe de gabinete de la Canciller¨ªa, Ronald Pofalla, reprendi¨® a Bosbach y dijo:¡°No puedo ni seguir mir¨¢ndole a la cara¡±. Las objeciones legales ya no se consideran importantes. Casi nadie se atrevi¨® a se?alar que, en opini¨®n de respetados expertos en derecho europeo, una porci¨®n del paquete de ayuda a Grecia constituye una clara infracci¨®n de la prohibici¨®n de rescate contenida en el Tratado de Lisboa.
Pero Fischer, mientras corre en Grunewald, lejos de los campos de batalla pol¨ªticos, est¨¢ descubriendo un modelo nuevo y esperanzador en este tira y afloja por la crisis. Lo llama ¡°los primeros pasos hacia el m¨¦todo de la comunitizaci¨®n virtual¡±.
Cambios necesarios en el Tratado
El modelo Schengen, la puerta de atr¨¢s hacia una Europa unida, se est¨¢ repitiendo en la crisis. El fondo de rescate para pa¨ªses insolventes del eurogrupo, el llamado Instrumento Europeo de Estabilidad Financiera (IEEF) y su sucesor permanente, el MecanismoEuropeo de Estabilidad (MEE), que todav¨ªa est¨¢ constituy¨¦ndose, son estructuras basadas en acuerdos intergubernamentales entre unos cuantos pa¨ªses de la UE, el m¨¦todo Merkel. Y aun as¨ª, poco a poco, pueden representar un avance hacia nuevas instituciones europeas, una especie de Gobierno econ¨®mico europeo. Incluso es posible que preparen el terreno para hacer los cambios necesarios en el Tratado de Lisboa.
La crisis lo transforma todo. En otros lugares de Europa, muchos creen tambi¨¦n que la comunitizaci¨®n gradual y virtual de la pol¨ªtica econ¨®mica y fiscal es la v¨ªa para obtener m¨¢s Europa. ¡°La crisis financiera¡±, dice el juez constitucional Sabino Cassese en una Italia asolada por la crisis, ha dado a toda la Uni¨®n Europea ¡°un gran impulso¡±. Los ¡°nuevos organismos de control y supervisi¨®n de los mercados financieros¡±, a?ade, han ¡°aumentado la eficacia de la comunidad¡±.
¡°Extra?amente¡±, explica el catedr¨¢tico de derecho europeo Mario Chiti, los apresurados acuerdos intergubernamentales sobre el rescate de Grecia han permitido el desarrollo deuna ¡°estructura¡± fija que ahora est¨¢ sometida, como cualquier instituci¨®n de laUE, a la jurisdicci¨®n del Tribunal Europeo de Justicia en Luxemburgo.
Seg¨²n el an¨¢lisis de Chiti, incluso el propio Consejo Europeo ha seguido el modelo de trastiendas de Schengen hasta convertirse en la instituci¨®n m¨¢s importante de la pol¨ªtica europea. El Consejo, formado por los jefes de Estado y de Gobierno europeos, ni siquiera exist¨ªa al principio. En los primeros tiempos, quienes mandaban en Bruselas eran los consejos sectoriales, los grupos de ministros de los Estados miembros, que ten¨ªan la responsabilidad de discutir y tomar decisiones sobre las propuestas de la Comisi¨®n.
El ¡°Consejo Europeo¡± naci¨® de forma gradual, gracias a un acuerdo informal entre losdirigentes de los Estados miembros. Se trataba de un enfoque completamente antieuropeo: el grupo de los m¨¢s poderosos iba a supervisar las actividades delos consejos y lograr que los intereses nacionales fueran puntos de referencia obligatorios en Bruselas. El Consejo Europeo no tuvo estatuto propio hasta el Tratado de Lisboa de 2009. ¡°As¨ª¡±, explica Chiti, ¡°un instrumento de control delos Estados se convirti¨® en un motor de integraci¨®n¡±.
Un n¨²cleo s¨®lido
Sin embargo, lo que Chiti llama la¡°tercera v¨ªa¡±, el punto de encuentro entre la cooperaci¨®n intergubernamental y el m¨¦todo comunitario, resulta solo aceptable para un n¨²cleo duro de Estados miembros fuertes. Fischer no es el ¨²nico que tiene esas ideas sobre la ¡°vanguardia¡±. Muchos, en Berl¨ªn y en otras capitales europeas, est¨¢n de acuerdo con ¨¦l, al menos en teor¨ªa. ¡°En un futuro pr¨®ximo, profundizar la integraci¨®n solo ser¨¢ posible mediante el m¨¦todo intergubernamental¡±, asegura el pol¨ªtico de la CDU y ministro alem¨¢n de Finanzas Wolfgang Sch?uble, de quien otros miembros de su Gobierno reconocen sin dudarlo que es ¡°el ¨²nico aut¨¦ntico europeo en la mesa del consejo de ministros¡±.
Fue tambi¨¦n Sch?uble quien, ya en 1994, se adelant¨® a la idea de la vanguardia de Fischer en un ensayo escrito en colaboraci¨®n con el experto de la CDU en pol¨ªtica exterior Karl Lamers. ¡°Lo fundamental¡±, escribi¨® entonces, ¡°es que no deber¨ªa ser posible quelos pa¨ªses que tengan m¨¢s voluntad y m¨¢s capacidad que otros de intensificar la cooperaci¨®n y la integraci¨®n se vean impedidos debido al poder de veto de otros miembros¡±.
La vieja idea de un ¡°n¨²cleo s¨®lido¡±, que se consolidase cada vez m¨¢s con el tiempo, se perdi¨® en la ¨¦poca de la euforia de la ampliaci¨®n. Se abandon¨®, tambi¨¦n, porque el entonces canciller Helmut Kohl pensaba que era ¡°un concepto te¨®rico¡±.
Hoy hay muchos en Berl¨ªn que conf¨ªan en que la idea de un ¡°n¨²cleo de Europa¡± acelere laintegraci¨®n y produzca una simplificaci¨®n importante de la cooperaci¨®n intergubernamental. Todos est¨¢n de acuerdo en que es una buena soluci¨®n: los protestones brit¨¢nicos se quedar¨ªan fuera, y una Europa unida podr¨ªa olvidarse de ellos si se opusieran a seguir llevando la integraci¨®n adelante. ¡°Se pondr¨¢n? furiosos¡±, dice Fischer, ¡°pero ya no podr¨¢n seguir causando problemas¡±.
Sin embargo, para los alemanes, tener un club demasiado selecto de vanguardia europea representa otro problema. ?Qu¨¦ ocurre con Polonia? El vecino oriental de Alemania no entrar¨ªa, al menos no en una soluci¨®n restringida al eurogrupo. Aparte de los planes que existan, cada vez existe m¨¢s inquietud en el Gobierno de Berl¨ªn por la posibilidad de que el entendimiento que tanto ha costado alcanzar con un pa¨ªs al que los alemanes hab¨ªan tratado tan mal en el pasado se vea en peligro si Polonia queda excluida de la evoluci¨®n europea.
El obst¨¢culo franc¨¦s
No es extra?o que el primer ministro polaco, Donald Tusk, se haya mostrado suspicaz ante los acuerdos separados dentro del eurogrupo y los haya calificado de ¡°insultantes¡± para los pa¨ªses vecinos. Lo que m¨¢s temen los polacos, que son muy entusiastas respecto a Europa, es que les incluyan en el contingente oriental de la UE, mientras los pa¨ªses occidentales se alejan de ellos. Consideran que los posibles planes de endurecer los criterios econ¨®micos para pertenecer al euroclub antes de que entre Varsovia son una aut¨¦ntica amenaza. Pawel Swieboda, director del think tank de Varsovia Demos Europa, afirma que la responsabilidad es de Alemania: ¡°El acceso de Polonia a la eurozona es un proyecto germano-polaco¡±.
Hasta ahora, Polonia ha apoyado firmemente a Merkel en la crisis del euro. Los ambiciosos polacos, que en su mayor¨ªa son entusiastas del euro, valoran la perspectiva de hacer su propia aportaci¨®n al futuro de Europa.
No obstante, el mayor problema para la construcci¨®n de un n¨²cleo europeo puede ser Francia. Europa es inconcebible sin Francia. ¡°Ahora bien¡±, se pregunta Fischer, ¡°?estar¨¢n dispuestos a cooperar?¡±
Existen pensadores pol¨ªticos en Francia que est¨¢n de acuerdo con Fischer. Uno de ellos es Jean-Louis Bourlanges, de 65 a?os, miembro del Parlamento Europeo desde hace mucho tiempo, que presidi¨® el Comit¨¦ de Control presupuestario y m¨¢s tarde el Comit¨¦ Judicial del PE, y que tambi¨¦n intervino en la redacci¨®n de la constituci¨®n europea.
Bourlanges, que es de centroizquierda, quiere que mejore el control democr¨¢tico del ejecutivo europeo. Es una de las voces fundamentales en el tribunal de cuentas de Par¨ªs, ha aprendido en Estrasburgo y Bruselas lo importantes que pueden serlos contactos directos entre parlamentarios de los distintos pa¨ªses europeos. Por ese motivo, ha propuesto un nuevo comit¨¦ que vigile los objetivos presupuestarios conjuntos y las sanciones en caso de infracci¨®n. En ¨¦l estar¨ªan los presidentes de los comit¨¦s presupuestarios nacionales y varios expertos presupuestarios escogidos entre los miembros del Parlamento Europeo. Este comit¨¦ debatir¨ªa soluciones conjuntas y har¨ªa propuestas reguladoras. Bourlanges no cree que sirva de nada ceder m¨¢s soberan¨ªa. Seg¨²n su propuesta, las decisiones se tomar¨ªan por mayor¨ªa cualificada de los pa¨ªses de la eurozona.
¡°Alemania tiene que pagar m¨¢s¡±
En Francia, el pa¨ªs cuyos ciudadanos ya rechazaron en una ocasi¨®n la constituci¨®n de la UE, los soberanistas suelen ser fuertes. Son partidarios de Europa, pero solo como medio de ampliar el engrandecimiento de Francia, no como forma de limitarlo.
En los medios de comunicaci¨®n franceses se habla mucho del ¡°saut f¨¦d¨¦ral¡±, el salto al federalismo, cuyo objetivo es rescatar la eurozona. Pero en Francia, el federalismo tiene un significado diferente que en Alemania. El socialista Hubert V¨¦drine, uno de los soberanistas m¨¢s recalcitrantes, advierte sobre los malentendidos. Seg¨²n V¨¦drine, la definici¨®n francesa de federalismo es ¡°que las deudas se ponen en com¨²n y Alemania tiene que pagar m¨¢s¡±.
?Es posible que esa sea su verdadera intenci¨®n?
V¨¦drine, estrecho colaborador en su d¨ªa del presidente Fran?ois Mitterrand y, entre 1997 y 2002, ministro de Exteriores en el gabinete del entonces primer ministro Lionel Jospin, estaba en el Gobierno durante la introducci¨®n del euro. En aquel entonces, dice, los alemanes se opusieron con firmeza a salvaguardar la uni¨®n monetaria mediante un Gobierno econ¨®mico, como quer¨ªa Jacques Delors, el socialista franc¨¦s que presidi¨® durante tanto tiempo la Comisi¨®n.
V¨¦drine asegura que ¨¦l siempre ha sido partidario de un Gobierno econ¨°mico como soluci¨®n intergubernamental, siempre que est¨¦ claro qui¨¦n toma las decisiones y qu¨¦ se decide. Pero insiste en que no es necesario nada m¨¢s. V¨¦drine, que ense?a pol¨ªtica exterior y de seguridad en la elitista facultad de Science Po (Ciencias Pol¨ªticas) de Par¨ªs, no est¨¢ de acuerdo en absoluto con la idea de unos Estados Unidos de Europa. La comparaci¨®n con EE UU le parece ¡°absurda¡±.
Falta de legitimidad
Por consiguiente, se opone a la propuesta del expresidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, cuyo mandato termin¨® hace poco, de crear el puesto de ministro de finanzas conjunto para la eurozona. Si esta nueva instituci¨®n dispusiera de un presupuesto europeo, explica V¨¦drine, y pudiera establecer un presupuesto europeo para todos los dem¨¢s, carecer¨ªa de legitimidad democr¨¢tica.
Para V¨¦drine, la soberan¨ªa presupuestaria es la base de las democracias europeas, y debe permanecer en manos de los parlamentos nacionales. Opina que los europeos no est¨¢n dispuestos a ceder m¨¢s soberan¨ªa a Bruselas.
V¨¦drine defiende la creaci¨®n de alianzas estrat¨¦gicas sin ninguna cesi¨®n de soberan¨ªa en un euroclub reforzado. Grecia, dice, deber¨ªa retirarse del euro durante un tiempo. Habr¨ªa que introducir los eurobonos con unas condiciones estrictas fijadas por los pagadores alemanes. Cada pa¨ªs deber¨ªa acceder voluntariamente a limpiar su presupuesto y estimular el crecimiento.
Los colegas socialistas de V¨¦drine no desarrollan mucho m¨¢s el concepto. Est¨¢n a favor de un Gobierno econ¨®mico europeo, una agencia de calificaci¨®n europea independiente y un impuesto sobre las transacciones financieras. Pero Fran?ois Hollande, un protegido de Delors, al que los socialistas acaban de designar candidato para las elecciones presidenciales en la primavera de 2012, no tendr¨ªa seguramente potestad, como presidente, para profundizar la integraci¨®n mucho m¨¢s que Sarkozy.
La opci¨®n de salirse
Es evidente que Francia, como Alemania, tambi¨¦n tiene entendidos y expertos pol¨ªticos con una visi¨®n menos inflexible del tema. Jean-Dominique Giuliani, de 55 a?os, que dirige desde el a?o 2000 la Fundaci¨®n Robert Schuman, un importante think tank con sede en Par¨ªs, tiene depositadas sus esperanzas en la capacidad del eje franco-alem¨¢n para revivir e incluso reconstituir Europa. Si Alemania y Francia llevan adelante la integraci¨®n, por ejemplo con un acuerdo sobre impuestos conjuntos, otros ir¨¢n detr¨¢s, afirma Giuliani. Alemania y Francia, como ¡°pareja¡±, podr¨ªan acelerar de esa forma la integraci¨®n, sin el Consejo, la Comisi¨®n ni el Parlamento.
Giuliani tambi¨¦n conf¨ªa en un n¨²cleo europeo, porque, explica, Gran Breta?a y varios pa¨ªses peque?os est¨¢n obstruyendo el camino hacia el federalismo. Seg¨²n Giuliani, ya no es aceptable que todos los pa¨ªses tengan la misma voz y el mismo voto en la UE. ¡°Quien paga manda¡±, afirma. Si Alemania va a garantizar las deudas de unos pa¨ªses que en el pasado han manipulado sus cifras o se han complicado la vida, entonces debe fijar las reglas. Giuliani cree que los alemanes y los franceses necesitan asegurarse el respeto debido en la UE, y que quien no quieran participar puede salirse.
Por THOMAS DARNST?DT, JAN PUHL, HANS-J?RGEN SCHLAMP, CHRISTOPH SCHULT YHELENE ZUBER
Traducci¨®n del ingl¨¦s de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
? 2011 Der Spiegel
Distribuido por The New York Times Syndicate
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