Salvar al Euro, ?en qu¨¦ condiciones?
Los Gobiernos que quieran seguir en el club Euro deber¨¢n someter sus presupuestos nacionales al escrutinio y potencial veto por parte del resto de miembros
Lo que hasta hace solo unos meses parec¨ªa inimaginable, opiniones radicales propias de lun¨¢ticos, ya no lo es: el euro podr¨ªa disgregarse, con las consecuencias catastr¨®ficas que eso acarrear¨ªa. Cabe preguntarse c¨®mo se ha llegado hasta aqu¨ª. La suerte del euro se ha ido deslizando en un encadenamiento de malas decisiones y peores ejecuciones, acompa?adas de mercados financieros que ya no responden a fundamentos econ¨®micos s¨®lidos. O sea, una especie de tormenta perfecta en un oc¨¦ano econ¨®mico-pol¨ªtico.
En la carrera por salvar al euro, los pr¨®ximos d¨ªas son cruciales. Comenzando con las reuniones del Eurogrupo y Ecofin de esta semana, seguida de la reuni¨®n del BCE, y las cumbres decisivas (?cu¨¢ntas van ya?) del euro y Consejo Europeo que comenzaron hoy.
En este recorrido, ya ha dejado de ser un secreto que se est¨¢ dise?ando una Eurozona a dos velocidades. Alemania y Francia negocian planes para lo que se va conociendo como una ¡°uni¨®n fiscal¡±, que posiblemente estar¨ªa abierta a todos los pa¨ªses del Euro, pero solo si est¨¢n dispuestos a cumplir las duras condiciones que impone la se?ora Merkel. O sea, el m¨¦todo comunitario sustituido por un Deutchland dictat. Por lo que se va filtrando parece que para Alemania y sus pa¨ªses sat¨¦lites uni¨®n fiscal tiene que ver esencialmente y ante todo con la imposici¨®n de la disciplina presupuestaria a cualquier precio.
Los Gobiernos que quieran seguir en el club Euro deber¨¢n someter sus presupuestos nacionales al escrutinio y potencial veto por parte del resto de miembros, con sanciones que se aplicar¨ªan autom¨¢ticamente para los incumplidores. Una especie de avance federalista del euro, pero dibujado con colores germanos, donde solo cuenta el control del d¨¦ficit. Los necesarios cambios en el Tratado que se requiere ser¨ªan sorteados mediante un acuerdo intragubernamental, una especie de Tratado del Euro, fuera de las instituciones comunitarias. C¨®mo quedar¨ªa la relaci¨®n con el resto de pa¨ªses, del euro blando y fuera del euro, queda lejos de estar claro.
Pese a las ambiciones de Merkel, es dif¨ªcil creer que alg¨²n pa¨ªs miembro del euro est¨¦ dispuesto a ceder la soberan¨ªa de su m¨¢s preciado instrumento de pol¨ªtica econ¨®mica, como es el presupuesto, sin nada a cambio. Por eso, la clave de las negociaciones se encuentra en las contrapartidas que Alemania tendr¨ªa que ofrecer: eurobonos. Es decir, a cambio del control del presupuesto que garantice la disciplina fiscal, los pa¨ªses reclaman la garant¨ªa de que Alemania les rescatar¨¢ si las cosas van mal. Ese ser¨ªa el pacto, el gran Bargain que se cocina en despachos entre Berl¨ªn, Par¨ªs y Bruselas estos d¨ªas.
Pero los alemanes se resisten, pues para ellos los eurobonos no son una forma de solidaridad y respaldo mutuo, sino que equivalen a cheques en blanco entregados a sus vecinos del sur para pagar la factura de sus desmanes. Y si la fiesta se alarga, temen que al final el cheque tenga una cifra y sea pasado para su cobro; lo llaman ¡°Transfer Uni¨®n¡±. No deber¨ªa sorprender a nadie que Alemania requiera garant¨ªas estrictas y fehacientes de control presupuestario, antes de aceptar una mutualizaci¨®n de la deuda, que ellos saben caer¨ªa sobre sus hombros si las cosas fueran mal. Lo que no es tan razonable es que exijan lo primero (control estricto sobre los presupuestos del vecino, incluido veto y sanciones), sin ofrecer lo segundo (eurobonos).
La falta de acuerdo o uno parcial no generar¨¢ la estabilidad necesaria, acercando un poco m¨¢s la Eurozona al precipicio, tal vez est¨¢ vez sin vuelta atr¨¢s. Merkel lo sabe y por eso lo razonable es confiar en que al final acepte alg¨²n tipo de emisi¨®n de eurobonos, como contrapartida a sus demandas. Un acuerdo en estos t¨¦rminos que incluya a toda la eurozona se ver¨ªa muy reforzado si fuera acompa?ado de la decisi¨®n del BCE de actuar como prestamista de ¨²ltima instancia para respaldar al euro y adem¨¢s bajar¨¢ un poco m¨¢s los tipos de inter¨¦s. Con ello, se calmar¨ªan casi seguro los mercados ¡ªya m¨¢s optimistas tras las ¨²ltimas inyecciones de liquidez a los bancos¡ª reduciendo las primas de riesgo. Este contexto permitir¨ªa ganar tiempo a los pa¨ªses de la eurozona para aprobar las reformas en el funcionamiento y tama?o del fondo de rescate, que en el futuro deber¨¢ jugar el papel que ahora se pide que haga el BCE. Aqu¨ª la cuesti¨®n sigue siendo de d¨®nde saldr¨¢ el dinero para aumentar el tama?o del fondo que le dote del poder disuasivo necesario.
Por ¨²ltimo, la atenci¨®n en lo urgente (estabilizar los mercados financieros y asegurar el futuro del euro) no debe hacer olvidar lo importante: recuperar el crecimiento. La OCDE alert¨® esta semana sobre el riesgo de una nueva recesi¨®n global, empujada por Europa, cuyo crecimiento previsto cay¨® del 2% al 0,2% en 2012. Parece claro que la estrategia de austeridad acelerada en el contexto actual, como ¨²nica receta de salida de la crisis, no funciona. Pero, ?cu¨¢ntos meses de estancamiento, alto desempleo y deterioro de las condiciones de vida est¨¢n dispuestos a esperar los Gobiernos del sur de Europa antes de darse cuenta de ello?
Manuel de la Rocha V¨¢zquez es coordinador de Econom¨ªa Internacional de la Fundaci¨®n Alternativas.
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