La cumbre: traducci¨®n libre
Aspectos clave de un Acuerdo Internacional, seg¨²n la declaraci¨®n solemne de los jefes de Estado, que tiene que acabar de confirmarse hoy
M¨¢s Europa. Avance del federalismo, cesi¨®n de soberan¨ªa al centro, reglas fiscales m¨¢s claras. La Uni¨®n de los 23+3: solo Reino Unido queda fuera, aislado, tratando de proteger a la City de Londres. Alemania gana m¨¢s uni¨®n fiscal con sanciones para los incumplidores, disciplina, austeridad, esas cosas. Eso s¨ª, no hay m¨¢s dinero, el BCE no ha hecho aparici¨®n, Europa est¨¢ en manos del FMI y en definitiva las cosas est¨¢n como estaban. Las decisiones vinculantes para la pr¨®xima generaci¨®n de europeos llegaron esta madrugada, y puede que por eso las conclusiones apresuradas de la cumbre suenen algo alteradas por la nocturnidad, el ruido, el habitual exceso de palabras (y la falta de hechos concretos) propios de este tipo de cumbres. Estos son algunos de los aspectos clave de un Acuerdo Internacional, seg¨²n la declaraci¨®n solemne de los jefes de Estado, que tiene que acabar de confirmarse hoy. Tanto el BCE como el FMI, dos de los agentes imprescindibles para resta?ar las heridas de la crisis fiscal y bancaria europea, han aplaudido ya ese pacto. Pero Europa sigue a la espera de una dama: es la canciller alemana Angela Merkel quien tiene que salir en televisi¨®n explicando con sencillez y claridad ¨Ctodo lo que ha faltado a los l¨ªderes europeos durante dos a?os y medio¡ªque este es el acuerdo. Y que a partir de aqu¨ª el BCE puede ponerse a trabajar con la compra de bonos a gran escala que disipe todas las dudas. De momento, los palos est¨¢n claros: austeridad, disciplina, reglas del d¨¦ficit cero constitucionales, pacto fiscal. Al cabo, los palos siempre est¨¢n claros. Ahora falta la zanahoria. Si el acuerdo es realmente lo que Berl¨ªn y Fr¨¢ncfort (lo que Alemania y el BCE) persiguen, eso se ver¨¢ el lunes en las mesas de los operadores que compran y venden deuda p¨²blica.
23+3 no son 27, pero casi: Ante la imposibilidad de avanzar con el Tratado actual por el veto del Reino Unido, los 17 del euro y seis de sus aliados (Polonia, Dinamarca, Estonia, Letonia, Rumania y Bulgaria) acuerdan firmar un ¡°Acuerdo Internacional¡± para establecer un nuevo pacto fiscal, que implica reglas m¨¢s estrictas para controlar el d¨¦ficit p¨²blico e imponer sanciones m¨¢s severas a los incumplidores. Suecia y Rep¨²blica Checa tienen que pensarlo. Hungr¨ªa da se?ales de que tambi¨¦n podr¨ªa sumarse a ese grupo de reflexi¨®n. Solo Reino Unido rechaza los cambios ante el miedo a que la City pierda su estatus de centro financiero europeo: Europa quiere nuevas reglas para los mercados y no acepta el veto brit¨¢nico. El centro financiero debe estar en la Europa continental (probablemente, en Francfort) y bajo las reglas de la Uni¨®n. En fin, 23 est¨¢n a favor, de momento hay dos abstenciones (m¨¢s Hungr¨ªa) y un voto en contra: esa no es la fractura de Europa que algunos esperaban. Aunque no hay que descartar que Londres d¨¦ un golpe de efecto.
Disciplina a la alemana. Alemania siempre gana: ¡°El resultado de la cumbre es m¨¢s Europa y un avance del federalismo y la cesi¨®n de soberan¨ªa al centro¡±, dice el economista Jos¨¦ Carlos D¨ªez. Esa es la tesis alemana. Con todas sus consecuencias: se fija una regla fiscal en todas las constituciones para no superar el 0,5% estructural. En Espa?a eso ya est¨¢ pr¨¢cticamente hecho. Adem¨¢s, se avanza por el camino de las sanciones autom¨¢ticas en el caso de los incumplidores, y cada pa¨ªs tendr¨¢ que informar de las emisiones de deuda (aunque no queda claro si habr¨¢ limitaciones para emitir). Una vez m¨¢s, gana Alemania (aunque cuando Alemania incumpli¨® esos mismos criterios, hace siete a?os, exigi¨® un cambio de normas: ese pasado reciente le quita credibilidad al resultado final). El acuerdo, por cierto, se firmar¨¢, como muy tarde, en marzo. Incluso se abre la puerta a que esa firma se haga antes. Por fin algo de velocidad a la escler¨®tica reacci¨®n institucional europea.
Rescates. Se acuerda ¡°el desarrollo de herramientas de estabilizaci¨®n para hacer frente a los desaf¨ªos a corto plazo¡±, seg¨²n el enrevesado lenguaje de Bruselas. Traducci¨®n bastarda: reglas claras para el fondo de rescate. El BCE supervisar¨¢ el EFSF, que se convertir¨¢ en permanente a mediados del a?o pr¨®ximo, antes de lo previsto. El l¨ªmite de endeudamiento ser¨¢ de medio bill¨®n de euros, pero atenci¨®n: en marzo podr¨ªa elevarse esa cifra. Adem¨¢s, en el plazo de 10 d¨ªas habr¨¢ un acuerdo para dar pr¨¦stamos bilaterales al FMI por 200.000 millones, en caso de que alg¨²n pa¨ªs de la eurozona (?Italia? ?Espa?a?) lo necesite. Y una cosa m¨¢s: se eliminan las cl¨¢usulas de acci¨®n colectiva que Berl¨ªn y Par¨ªs acordaron hace un a?o en Deauville y que precipitaron la crisis de la deuda p¨²blica porque supon¨ªan admitir que los pa¨ªses pueden suspender pagos. Eso solo vale ya para Grecia. ¡°Grecia es un caso ¨²nico¡±, han repetido Merkel y Sarkozy en los ¨²ltimos d¨ªas. Eso no va a suceder en ning¨²n otro caso, seg¨²n el acuerdo. Hay quien dice que eso son deseos sin base real. Pero es evidente que la deuda p¨²blica era hasta esta crisis el activo m¨¢s seguro y que con ese tipo de cl¨¢usulas se gener¨® un estigma que no va a ser f¨¢cil eliminar.
Flaubert se cuela en Bruselas. Evidentemente, se trata de un gran paso adelante, que se une a las medidas extraordinarias aprobadas por el BCE para defender a la banca. Pero no es suficiente: no es el final de la crisis del euro, lo que Flaubert denominaba ¡°la rabia de querer concluir¡±, la pulsi¨®n tan l¨®gica de los europeos por querer acabar con la crisis de un plumazo (as¨ª lo cuentan Ant¨®n Costas y Xos¨¦ Carlos Arias: La torre de la arrogancia). De momento est¨¢n claros los palos, pero no las zanahorias: nadie dice c¨®mo va a volver el crecimiento con tanta austeridad, nadie dice c¨®mo va a volver la confianza a un mercado que estigmatiza la deuda p¨²blica europea, nadie pone un solo euro sobre la mesa por el momento. A corto plazo todo sigue igual. Las dudas sobre el futuro de la eurozona no se han disipado. Para que eso ocurra faltan dos declaraciones solemnes, de la dama m¨¢s poderosa de Europa y del hombre m¨¢s poderoso del continente. Angela Merkel y Mario Draghi tienen la palabra.
Esperando a Merkel. La canciller alemana sali¨® de madrugada de la cumbre sin hacer declaraciones. No coment¨® la declaraci¨®n final, un documento de seis p¨¢ginas escrito con una sintaxis retorcida y con una nomenclatura incomprensible para alguien que no tenga por costumbre leer ese tipo de novelas de misterio de la UE. Pero es evidente que ese texto se parece mucho a lo que quiere Alemania. La rueda de prensa de Merkel deber¨ªa haber sido fundamental. No obstante, simplemente ha dado el visto bueno a los resultados de la reuni¨®n, sin grandes alharacas, y ha dicho que es un paso en la buena direcci¨®n, aunque ha reiterado que la salida del t¨²nel ser¨¢ larga. Tibieza alemana, a pesar de que ha conseguido la mayor parte de lo que quer¨ªa.
Supermario. Si Alemania se va satisfecha, Draghi tendr¨¢ la pelota en su tejado. El presidente del BCE ha pedido un ¡°pacto fiscal¡± cre¨ªble, y en teor¨ªa ya lo tiene. Ped¨ªa un acuerdo amplio, claro y estricto para disciplinar las finanzas p¨²blicas europeas: ah¨ª est¨¢. Se ha negado centenares de veces a apretar el bot¨®n nuclear, la compra de deuda p¨²blica a gran escala, hasta que eso estuviera listo. Los mercados dictar¨¢n sentencia el lunes sobre cu¨¢nta niebla ha disipado la cumbre de Bruselas. Pero Draghi es quien tiene el bazoca en las manos: si decide que Europa ha dado realmente el paso adelante que el BCE reclamaba, har¨¢ lo mismo que hizo en su d¨ªa su antecesor, Jean-Claude Trichet: por la ma?ana negaba que fuera a comprar deuda p¨²blica y por la tarde lo hac¨ªa. Con una diferencia: esta vez tiene que hacerlo convencido, de forma masiva, comprometido, sin taparse la nariz. Un tr¨¢gala nada f¨¢cil para un banquero central que en teor¨ªa debe ocuparse de la inflaci¨®n y la estabilidad financiera, que piensa que hacer eso es dar los incentivos equivocados porque cuando la presi¨®n se esfume nadie har¨¢ recortes ni reformas. La alternativa es seguir con el agua al cuello, con esta disciplina de mercado que tiene a Italia al borde de un accidente, y al euro al borde del infarto. Nada es gratis: el BCE se juega mucho en el envite. Se supone que esta vez los pol¨ªticos han hecho los deberes. Europa, en fin, est¨¢ en manos de Draghi, un italiano de Roma, exejecutivo de Goldman Sachs, exestudiante en Estados Unidos, excelente diplom¨¢tico y economista, que no ha tenido reparos en dar todas las facilidades a la banca para evitar un Lehman Brothers europeo, pero que hasta ahora no ha seguido esa misma regla de oro con los Estados por ese argumento retorcido que son los incentivos perversos cuando Europa se juega el futuro de la pr¨®xima generaci¨®n.
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