Se acab¨® el chantaje, se acab¨® la par¨¢lisis
La cumbre ha alumbrado por fin un gran proyecto, a¨²n incompleto, de uni¨®n econ¨®mica que complete la uni¨®n monetaria
Ha muerto una Europa y otra ha empezado a nacer. La cumbre de Bruselas ha alumbrado por fin un gran proyecto (aunque a¨²n incompleto) de uni¨®n econ¨®mica que complete la uni¨®n monetaria iniciada con la creaci¨®n del euro en 1999. Era una asignatura pendiente clave. Iba en ella la supervivencia de la moneda ¨²nica, seguramente del mercado interior y quiz¨¢ de la propia Uni¨®n. Para garantizarla, la cumbre ha tenido que prescindir de lastre, de quienes se negaban a dar el paso, Reino Unido y Hungr¨ªa,por intereses nacionalistas, gallin¨¢ceos o fundamentalistas.
Contrariamente a lo que pueda parecer, no surge una UE m¨¢s fracturada, porque las fracturas ya estaban,pero siempre se aplazaba su sutura. No nace una Uni¨®n con menos miembros,porque los 27 seguir¨¢n siendo los 27. Pero habr¨¢ dentro de ellos una eurozona ampliada m¨¢s articulada, una Uni¨®n premium,con voluntad expresa de emprender no s¨®lo su "integraci¨®n presupuestaria", sino tambi¨¦n de trazar una "pol¨ªtica econ¨®mica com¨²n".Palabras mayores. Se inaugura as¨ª la doble velocidad formal (aunque de hecho la libertad de circulaci¨®n de Schengen y el propio euro ya ven¨ªan a constituir dobles c¨ªrculos) que permitir¨¢ cancelar el chantaje del veto de un solo socio, y por tanto la par¨¢lisis del conjunto, posibilitadas por la persistencia del voto por unanimidad. Como por ejemplo, ante la necesidad de avanzar hacia una uni¨®n econ¨®mica que comportar¨¢ una m¨¢s honda regulaci¨®n financiera y bancaria com¨²n, una convergencia impositiva (al menos en Sociedades y con la Tasa Tobin) y la desaparici¨®n de estatutos privilegiados de algunos.
Hay que celebrar esa doble velocidad, porque la velocidad ¨²nica que ten¨ªamos no era velocidad, era ir siempre al ritmo lento del socio m¨¢s perezoso o ego¨ªsta. Era, cada vez m¨¢s, la par¨¢lisis. Ahora habr¨¢ un "grupo de vanguardia" (como evocaba Jacques Delors), nutrid¨ªsimo, quiz¨¢ de 25 socios. Un "n¨²cleo duro", como por vez primera propusieron, en septiembre de 1994, los dem¨®crata-cristianos alemanes Karl Lammers y Wolfgang Schauble (s¨ª, el mismo Schauble de hoy) en un sonado documento que consagr¨® la idea de la doble velocidad. Esperaban entonces que eso no implicara "el abandono de la esperanza de que Gran Breta?a asumir¨¢ su papel en el coraz¨®n de Europa ya s¨ª en su n¨²cleo", vana esperanza.
Esas formulaciones abrieron paso en el Tratado a las "cooperaciones reforzadas" y a las "cooperaciones estructuradas", como la prevista para la eurozona en el art¨ªculo 136. Y eso no debe resultar necesariamente en una "Europa a la carta", m¨¢s desordenada, con capas impermeables de miembros siempre condenados a no promocionar de categor¨ªa. Para evitarlo conviene recordar que esas cooperaciones exigen, seg¨²n el vigente tratado, que se respete y no se fragmente el acervo jur¨ªdico comunitario; que no se diluya el peso de las instituciones comunes; que se trate de asociaciones m¨¢s estrechas pero siempre abiertas a la incorporaci¨®n de los restantes socios.
La v¨ªa abierta esta madrugada, por mayor¨ªa cualificad¨ªsima, al nuevo Tratado, certifica la segunda muerte de la EFTA, que parec¨ªa haberse infiltrado en, e infectado a, la Uni¨®n. La EFTA era la Asociaci¨®n de Libre Comercio que promovi¨® en 1959 Reino Unido para competir contra la Comunidad Econ¨®mica Europea creada por el Tratado de Roma en 1957. La alternativa de una zona de mero librecambio sin articulaciones econ¨®micas superiores muri¨® por inanici¨®n, al ingresar algunos de sus socios m¨¢s relevantes (Austria, Finlandia, Suecia) en la UE en la ampliaci¨®n "n¨®rdica" de 1995. Qued¨® en un Espacio Econ¨®mico Europeo que ha ido sirviendo como sala de espera y aprendizaje para los candidatos a¨²n no preparados para el ingreso. Pero si la EFTA-instituci¨®n qued¨® arrumbada, no as¨ª su filosof¨ªa, que Londres desarrollaba apoyando con gran ¨ªmpetu cualquier ampliaci¨®n, porque as¨ª era m¨¢s f¨¢cil diluir la articulaci¨®n o cohesi¨®n interna del club, y ejerciendo todo tipo de --siempre sofisticado--filibusterismo institucional.
En realidad, todas las ampliaciones (al Oeste, al Sur, al Norte y al Este) fueron precedidas o inmediatamente seguidas de una profundizaci¨®n, a trav¨¦s de una reforma del Tratado, para que no chirriasen las costuras de una asociaci¨®n inicialmente pensada para seis socios, hoy casi quintuplicada. El problema es que, como ha demostrado la poca vivacidad de los avances europeos desde la vigencia del ¨²ltimo gran texto, el de Lisboa, ¨¦ste estaba incompleto (sobre todo en lo econ¨®mico, con cambios menores desde Maastricht) y era poco funcional para permitir decisiones ¨¢giles de 27 Estados miembros.
Con la de ahora, las grandes mutaciones en la unificaci¨®n econ¨®mica se han producido cada veinte a?os. En1970, con el Informe Werner que abri¨® paso a una coordinaci¨®n monetaria que culmin¨® en el Sistema Monetario Europeo (la segunda serpiente) de1979; en 1991, con el Tratado de Maastricht que dise?¨® la moneda ¨²nica, creada en 1999. En 2011, cuando lo que se promet¨ªa como una uni¨®n fiscal limitada a vigilar la disciplina presupuestaria, ha puesto las bases de un compromiso m¨¢s amplio de integraci¨®n econ¨®mica.
Con el paradigma anterior, consistente en mantener a todos en el mismo barco a cualquier precio,ganaba el chantaje. Con Margaret Thatcher y John Major, pero tambi¨¦n con Toni Blair y Gordon Brown, aunque en menor medida porque era algo m¨¢s proeuropeos,en caso de conflicto el problema lo ten¨ªa Europa. Ahora el problema lo tiene Reino Unido. Si hay niebla en el canal de la Mancha, son las islas las que marginadas,contra el famoso titular de The Times, "Europa est¨¢ aislada", de la ¨¦poca imperial. Y si perdemos un poco de Gran Breta?a,ganamos a cambio un mucho de Polonia, la revelaci¨®n europe¨ªsta de la temporada.
Con la experiencia de m¨¢s de medio siglo, la nueva planta de la Uni¨®n debe plantearse la eliminaci¨®n casi completa del requisito de unanimidad. No ya por furor europe¨ªsta, sino por pragmatismo. Desde que se liberalizaron los movimientos de capitales en los a?os ochenta y se gener¨® la globalizaci¨®n, mercados y agentes financieros toman sus decisiones casi al nanosegundo. Mientras que Gobiernos e instituciones se arrastran durante meses para conseguir redactar un reglamento que, una vez impreso, requiere al instante ser modificado. Las decisiones por mayor¨ªa cualificada deben ser la norma, tambi¨¦n por ser m¨¢s r¨¢pidas. Es la ¨²nica manera de adaptarse a la velocidad de los mercados e intentar encauzarlos. La v¨ªa para superar dualidad de velocidades que debe preocuparnos: la del dinero y la de la democracia.
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