La transici¨®n encalla en Libia
Las protestas contra el Gobierno transitorio, las escaramuzas entre milicias y tribus, y la escasez de fondos atenazan el pa¨ªs y frenan el proceso pol¨ªtico
Diez meses despu¨¦s de que unas decenas de personas se congregaran en la plaza Shasara (plaza del ?rbol) de Bengasi, miles de vecinos de la ciudad donde naci¨® el alzamiento contra el r¨¦gimen de Muamar el Gadafi vuelven a protestar en el mismo lugar. Ahora contra el Consejo Nacional, el organismo que dirige la transici¨®n. Sospechan de la presencia de antiguos gadafistas en un Gobierno cuya composici¨®n desconocen porque el primer ministro, Abderrahim el Kib, no ha hecho p¨²blicos los nombres de todos sus ministros tres semanas despu¨¦s de la constituci¨®n del Gabinete. Las milicias de algunas ciudades ¨Cespecialmente Zint¨¢n y Misrata¡ª se muestran m¨¢s que reacias a entregar las armas y provocan la ira de los tripolitanos, hartos del caos y de la ausencia de instituciones en un pa¨ªs que est¨¢ intentando formar su Ej¨¦rcito y fuerzas de seguridad, y poner en marcha su industria petrolera, el man¨¢ de Libia.
La seguridad y la reanudaci¨®n de las exportaciones de crudo son dos prioridades de las nuevas autoridades, pero los desaf¨ªos son enormes para un pa¨ªs en el que nada funciona adecuadamente, un pa¨ªs que ni bajo la dictadura de cuatro d¨¦cadas de Gadafi, ni antes durante la monarqu¨ªa del rey Idris (1951-1969), cre¨® un Estado moderno organizado. El CNT se esfuerza por hacer encaje de bolillos para conjugar las ambiciones de varias regiones que se atribuyen haber soportado las mayores cargas durante la guerra de ocho meses. Los lugare?os de Misrata (que ya declar¨® una rep¨²blica independiente hace 90 a?os) recelan de sus compatriotas de Bengasi porque estos detuvieron en abril la guerra en el frente oriental, permitiendo a las tropas de Gadafi arremeter en su castigo contra Misrata; los milicianos de Zint¨¢n, en las monta?as del occidente libio, tambi¨¦n aseguran estar entre los pocos que combatieron desde el primer d¨ªa; y los tripolitanos se quejan del excesivo protagonismo de Bengasi, rival hist¨®rico de la capital. Las divisiones son evidentes.
Pero los problemas cotidianos comienzan a tener suma importancia, dos meses despu¨¦s de la muerte de Gadafi. Raro es el d¨ªa en que no hay manifestaciones, a menudo a las puertas de los hoteles donde se alojan los dirigentes pol¨ªticos en Tr¨ªpoli. Contra el ministro de Sanidad, al que culpan de la escasa atenci¨®n que reciben los cientos de mutilados (atendidos muchos de ellos en el extranjero). Protestan tambi¨¦n los controladores a¨¦reos, que el martes pasado paralizaron el despegue y aterrizaje de todos los aviones en el aeropuerto internacional de Tr¨ªpoli, que est¨¢ en manos de la milicia de Zint¨¢n, que gener¨® un altercado d¨ªas atr¨¢s en el que se vio implicado el convoy del jefe del ej¨¦rcito, Jalifa Hafter. Tambi¨¦n la comitiva del primer ministro El Kib fue atacada semanas atr¨¢s a tiros, pereciendo dos hombres de su s¨¦quito. Las escaramuzas son constantes y en algunos casos sumamente perjudiciales para normalizar la situaci¨®n: los choques cerca de la frontera con T¨²nez ha llevado a las autoridades tunecinas a cerrar la frontera varias veces.
Las manifestaciones por los problemas cotidianos que padece la poblaci¨®n comienzan a acosar al Gobierno transitorio
Los problemas se acumulan, y el temor a que la corrupci¨®n pueda desbocarse en medio del caos institucional es notorio. Un diplom¨¢tico occidental aseguraba recientemente a este diario que el ex ministro de Petr¨®leo y Finanzas, Ali Tarhuni, hab¨ªa pedido a los pa¨ªses occidentales que no descongelaran todav¨ªa los fondos soberanos libios (alrededor de 150.000 millones de d¨®lares). Teme Tarhuni que muchos de los recursos terminen en los bolsillos de dirigentes corruptos. Hasta la fecha, solo 3.000 millones de d¨®lares de esos fondos descongelados (18.000 millones) han sido efectivamente entregados al CNT.
Todos ellos son escollos que pueden superarse con inversiones y una pizca de paciencia. Sin embargo, otra realidad ser¨¢ m¨¢s complicada de solucionar. Los enfrentamientos a tiro limpio ¨Ccon frecuencia se dispara artiller¨ªa- entre milicianos y determinadas tribus son moneda cada vez m¨¢s corriente en algunas regiones de los alrededores de Tr¨ªpoli. Reaparecen viejas rencillas y los guerrilleros acusan a algunos l¨ªderes tribales de haber prestado apoyo al dictador y de haber ayudado a perpetrar atrocidades durante la contienda. La semana que viene es especialmente peligrosa.
Los enfrentamientos a tiro limpio y con artiller¨ªa entre milicianos y algunas tribus son moneda corriente en algunas regiones cerca de Tr¨ªpoli.
Decenas de miles de vecinos de Tauerga, 250 kil¨®metros al este de Tr¨ªpoli, han anunciado que regresar¨¢n a su ciudad, devastada por las milicias de Misrata, que vengaron el respaldo de los ciudadanos de Tauerga (la mayor¨ªa de ellos negros) al dictador. Los ancianos de esta localidad han decidido que los residentes vuelvan el 20 de diciembre. Pero el consejo militar de Misrata no est¨¢ por la labor y ha advertido de que es el Estado quien debe organizar el retorno de las decenas de miles que viven en tiendas de campa?a o desperdigados por cualquier rinc¨®n de Libia. Algunos mandos de los rebeldes utilizaban un lenguaje m¨¢s duro solo dos meses atr¨¢s. ¡°Despu¨¦s de lo que nos hicieron, nunca permitiremos que vuelvan¡±, afirmaba a este diario Sedik el Fituri, comandante de una brigada de Misrata.
As¨ª las cosas, va a resultar muy dif¨ªcil cumplir los plazos fijados por el CNT para celebrar las primeras elecciones legislativas, previstas para antes del verano. ¡°Todo lo que queremos es que permanezc¨¢is junto al Gobierno transitorio y que se¨¢is pacientes. Hemos tenido paciencia durante 40 a?os y creo que ser pacientes un poco m¨¢s no es demasiado tiempo¡±, declar¨® el lunes Mustaf¨¢ Abdelyalil, presidente del CNT.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.