Se busca espacio para Ocupa Wall Street
Unos 50 arrestados el d¨ªa que se cumple el tercer mes del movimiento
Unos 50 manifestantes fueron arrestadas a lo largo del s¨¢bado en Nueva York en diferentes encontronazos con la polic¨ªa, desde Chinatown a Times Square. ?El motivo? El movimiento Ocupa Wall Street busca un nuevo espacio en el que colocar sus sacos de dormir, aunque no todos dentro del movimiento est¨¦n de acuerdo. ¡°Todos creemos que es necesario volver a tener un espacio f¨ªsico com¨²n para las asambleas y los grupos de trabajo, pero adem¨¢s hay gente que quiere un espacio en el que poder vivir y plantar su tienda de campa?a, sobre todo quienes no son de Nueva York. Es un conflicto abierto dentro del movimiento que vamos a tener que resolver cuanto antes. ?Cu¨¢l es la prioridad? ?Dar vivienda o alimentar el movimiento? ¡± se preguntaba ayer una veterana de Ocupa Wall Street.
Desde la ma?ana, centenares de personas acudieron a la plaza Duarte, en Chinatown, un espacio peque?o y desangelado entre un solar y otra plaza m¨¢s grande que pertenece a Trinity Church, una iglesia hasta ahora considerada amiga de Ocupa Wall Street. Se trataba por un lado de celebrar que se cumpl¨ªan tres meses desde el nacimiento del movimiento, con m¨²sica, comida y diversos actos, y por otro de presionar a la iglesia para que les cediera el espacio, algo a lo que sus responsables se niegan. De ah¨ª que varias decenas de personas, entre ellas un cura jubilado, fueran arrestadas por la tarde tras saltarse la valla que rodea la propiedad de la iglesia como forma de protesta contra lo que consideran falta de solidaridad con el movimiento.
Hace exactamente tres meses y un d¨ªa nac¨ªa en Nueva York Ocupa Wall Street. Su nacimiento fue t¨ªmido, apenas 2000 personas protestando una ma?ana en el distrito financiero de Nueva York contra los abusos del poder financiero, y unas 200 acampando esa misma noche en un parque inh¨®spito y desconocido a pocos metros de la Zona Cero.
Sin embargo, amparados por la extra?a alegalidad que gobernaba aquel parque, el Zuccotti (privado pero de uso p¨²blico y del que al principio no se les pod¨ªa echar) y ayudados por la violencia policial que convirti¨® los arrestos masivos y las agresiones a los manifestantes en noticia internacional, los indignados neoyorquinos consiguieron echar ra¨ªces, multiplicarse, hacerse o¨ªr, propagar sus mensajes, conseguir apoyos sindicales y ciudadanos y colarse en el debate pol¨ªtico, en el que introdujeron conceptos hasta entonces ignorados como la desigualdad econ¨®mica o la deuda estudiantil.
Y a pesar de que a mediados de noviembre fueron expulsados del parque Zuccotti y de la mayor¨ªa de las ciudades estadounidenses donde hab¨ªan llegado a tener presencia visible, el movimiento Ocupa WallStreet se resiste a morir. Entre otras cosas porque, aunque los indignados ya no est¨¦n en las plazas p¨²blicas, el motor que mueve a los grupos de trabajo nacidos de la ocupaci¨®n (en el caso de Nueva York, m¨¢s de cien: desde uno de banca alternativa a los de educaci¨®n) sigue en marcha.
No obstante, es innegable que el no tener un espacio f¨ªsico al que la gente pueda acudir ha hecho que el movimiento pierda visibilidad en la prensa y, por el camino, a aquellos ciudadanos que sin estar implicados directamente en el movimiento a trav¨¦s de sus diferentes grupos, simpatizaban con ¨¦l y pod¨ªan acudir a diario a una plaza en la que, como en los ¨¢goras griegos, era posible discutir de pol¨ªtica, escuchar, leer, observar o simplemente estar y sentirse parte de algo m¨¢s grande que solo la perspectiva de la historia conseguir¨¢ definir con atino.
En el parque Zuccotti a¨²n se celebran a diario las asambleas generales, pero el fr¨ªo y el desasosiego que provocan los cientos de vallas y polic¨ªas que controlan el acceso a la zona convierten la experiencia en algo muy alejado del esp¨ªritu amigable, comunitario y multitudinario que rein¨® all¨ª en un principio. ¡°En la prensa insist¨ªs en darnos por muertos pero os equivoc¨¢is. Esta es una revoluci¨®n que se cocina lentamente. Y superaremos los obst¨¢culos uno a uno, aunque tardemos 30 a?os en cambiar la sociedad¡±, proclamaba un indignado en la plaza Duarte. Una estatua de Juan Pablo Duarte, uno de los libertadores de la Rep¨²blica Dominicana, que nunca pudo regresar a su pa¨ªs tras contribuir a la expulsi¨®n de los haitianos, era el testigo silencioso de la conversaci¨®n entre indignado y periodista.
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