Una respuesta a la crisis
La habilidad neoconservadora, la de los actores financieros, la de las agencias de calificaci¨®n consiste en hacernos olvidar las correcciones de fondo que necesita el modelo de econom¨ªa financiera sin regulaci¨®n y llena de humo que nos llev¨® a esta cat¨¢strofe
Cuarto a?o de crisis y la perspectiva nos lleva a pensar en la famosa d¨¦cada perdida de Am¨¦rica Latina en los a?os ochenta del pasado siglo. A estas alturas se tiende a olvidar que el origen estuvo en la implosi¨®n de un sistema financiero desregulado, lleno de ingenier¨ªa financiera cargada de humo, sin relaci¨®n con la econom¨ªa productiva. Esto arrastr¨® a la econom¨ªa real a una recesi¨®n mundial, especialmente grave en los pa¨ªses centrales, como epicentro de este disparatado sistema.
Hoy se enfrenta la situaci¨®n de la deuda soberana derivada de la crisis financiera, como un problema de solvencia, que no existe, aunque lo m¨¢s grave sea la falta de liquidez y de crecimiento econ¨®mico generador de empleo. Error de estrategia, en particular en la zona euro, que puede contraer dram¨¢ticamente la econom¨ªa y agravar la crisis de la deuda, adem¨¢s de hacernos olvidar las causas originarias y por tanto, no actuar sobre ellas. Este enfoque est¨¢ cuestionando la cohesi¨®n social que ha definido la ¨¦poca de reconstrucci¨®n y desarrollo de Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
Toda una gran paradoja: el modelo triunfante del neoconservadurismo desregulador que se inicia en los ochenta del siglo XX, domina la escena de la globalizaci¨®n hasta el estallido de 2008 y, como respuesta, la misma corriente ideol¨®gica, mayoritaria hoy en Europa, se olvida de las causas de la crisis y centra la estrategia en las consecuencias de la misma. Las fuerzas representativas del centro izquierda progresista se sienten arrinconadas y a la defensiva en la Uni¨®n Europea y acosadas por la presi¨®n de la derecha m¨¢s extrema en Estados Unidos.
Al tiempo, crece el nacionalismo antieurope¨ªsta, el virus destructor de Europa a lo largo del siglo XX. De nuevo la paradoja: las propuestas de gobernanza econ¨®mica europea, imprescindible para que funcione la Uni¨®n Monetaria, por su err¨®neo enfoque, aceleran las pulsiones nacionalistas en todos los rincones de Europa. Una mezcla explosiva que introduce m¨¢s confusi¨®n en la ciudadan¨ªa, que ve a sus gobiernos inermes ante la hegemon¨ªa de los ¡°mercados¡±.
En estas circunstancias necesitamos, m¨¢s que nunca, una propuesta socialdem¨®crata y europe¨ªsta, desde un pensamiento renovado, capaz de comprender las implicaciones del cambio civilizatorio que vivimos a nivel global. No puede ser meramente defensiva de lo conseguido hasta ahora en ese modelo que Lula defin¨ªa como ¡°patrimonio democr¨¢tico de la humanidad¡±, para no caer en la denuncia sin alternativa del pensamiento neoconservador que nos llev¨® a la crisis.
Europa no tiene otro camino en la globalizaci¨®n que m¨¢s Europa, m¨¢s soberan¨ªa compartida para avanzar en la gobernanza econ¨®mica de la Uni¨®n y en su proyecci¨®n relevante hacia el exterior. Este impulso deber¨ªa excluir de nuestra agenda las tentaciones nacionalistas y proteccionistas que persiguen r¨¦ditos pol¨ªticos a corto plazo. Pero este impulso hacia una mayor integraci¨®n europea no puede formularse desde una estrategia equivocada como la que domina la realidad actual, provocando desesperanza ciudadana ante la contracci¨®n de la econom¨ªa, el aumento del paro, la liquidaci¨®n de las redes de cohesi¨®n y solidaridad. Se piden sacrificios reales y se ofrecen esperanzas inciertas.
Es la oportunidad para una opci¨®n renovada socialdem¨®crata y europe¨ªsta. Necesitamos ajustar nuestras cuentas p¨²blicas, controlar los deficits excesivos y la deuda en aumento. Pero no necesitamos una terapia brutal que olvide la necesidad de crecer y generar empleo. Tenemos un problema de deuda pero no de solvencia. Necesitamos liquidez para que llegue el cr¨¦dito a la econom¨ªa productiva y haya crecimiento y empleo. Podemos y debemos activar el Banco y el Fondo Europeo de Inversiones y convocar a los que quieran participar con sus excedentes de ahorro ¨Ccomo China y otros emergentes¨C en un gran fondo para invertir en infraestructuras energ¨¦ticas, de redes, de autopistas del mar¡, que impulsen la modernizaci¨®n y el crecimiento generador de empleo en Europa.
Pero no debemos olvidar el origen de la crisis. La habilidad neoconservadora, la de los actores financieros, la de las agencias de calificaci¨®n consiste en hacernos olvidar las correcciones de fondo que necesita el modelo de econom¨ªa financiera sin regulaci¨®n y llena de humo que nos llev¨® a esta cat¨¢strofe. Los gobiernos est¨¢n condicionados obsesivamente por las ¡°primas de riesgo¡±, las valoraciones de las agencias ¨Csin legitimidad alguna, ni de origen ni de ejercicio¨C, enterrados en una especie de lucha de supervivencia d¨ªa a d¨ªa, que les distrae de las causas de fondo que provocaron la situaci¨®n actual. Ni siquiera se consigue el consenso m¨ªnimo para imponer una tasa a las transacciones financieras. La resistencia no se produce por los efectos recaudatorios de esa tasa, sino por los efectos regulatorios que permitir¨ªan controlar los movimientos especulativos de corto plazo que afectan dram¨¢ticamente al valor de las empresas y perturban el funcionamiento de la econom¨ªa real.
Adem¨¢s la izquierda tiene que proponer, sin miedo, las reformas estructurales necesarias para avanzar hacia una econom¨ªa altamente competitiva, que premie la productividad por hora de trabajo, la excelencia en el producto final, la innovaci¨®n y el esp¨ªritu emprendedor. Un modelo sostenible econ¨®mica y medioambientalmente, para competir en una econom¨ªa globalizada que nos est¨¢ marginando. Solo as¨ª podremos a?adir el valor suficiente para defender ¨Ca la ofensiva¨C la cohesi¨®n social que nos identifica, mejorando un sistema sanitario p¨²blico, una educaci¨®n y una formaci¨®n profesional de calidad, que nos permitan llegar a todos, igualar oportunidades y competir con ventaja.
Si queremos que haya una alternativa de izquierda mayoritaria, que incluya al centro del espectro social y pol¨ªtico, a los j¨®venes y a los mayores, tenemos que utilizar nuestros valores para aplicarlos a la nueva realidad. Nosotros, socialistas espa?oles, lo hicimos en los ochenta, antes de que otros hablaran de ¡°terceras v¨ªas¡± para la socialdemocracia. La sociedad nos entendi¨® y nos apoy¨®. Una vez m¨¢s tengo que recordar que la izquierda no puede cometer el error de confundir los instrumentos con los fines, ni la ideolog¨ªa con el ropaje vac¨ªo de ideas con que se encubren algunos. Y, en cada ¨¦poca hist¨®rica, hay que saber renovar las ideas y los instrumentos para ser fieles a los valores de solidaridad y libertad que nos impulsan.
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