Entre la democracia y la dictadura
Hay razones para tener miedo en Hungr¨ªa. Est¨¢ surgiendo en Europa un nuevo Estado de partido ¨²nico. La nueva Constituci¨®n que patrocina el primer ministro no es m¨¢s que su tapadera
Seg¨²n las tres agencias de calificaci¨®n principales, la econom¨ªa de Hungr¨ªa se sit¨²a en la peor categor¨ªa posible: la de la basura. Un pa¨ªs basura, con una Administraci¨®n basura y un primer ministro tambi¨¦n basura. Adem¨¢s, Viktor Orb¨¢n y su Gobierno no son la soluci¨®n para la econom¨ªa h¨²ngara, sino el problema. Esto deber¨ªa bastar para desplazarlos y para sustituir a los adeptos de esta corte partidista, compuesta mayormente por aficionados, por un Gobierno de tecn¨®cratas que rigiera el pa¨ªs hasta las elecciones siguientes, previstas para 2014. La tecnocracia proporcionar¨ªa la oportunidad de buscar v¨ªnculos fruct¨ªferos entre la izquierda y la derecha h¨²ngaras. El pa¨ªs est¨¢ enfermo y su pol¨ªtica interna es escenario de una guerra civil entre suced¨¢neos de derecha y de izquierda, ambos carentes de arraigo hist¨®rico alguno (lo cual podr¨ªa explicar sus diferencias aparentemente irreconciliables).
En su mayor¨ªa, los actores principales son hijos de peque?os cuadros rurales del Partido Comunista, algunos incluso antiguos cargos de su rama juvenil o del propio partido. Todos de la misma camada, podr¨ªamos decir, aunque sus resentimientos sean de variada procedencia. Lo que ha aislado a la Hungr¨ªa rural son las cr¨ªticas de unos intelectuales urbanos que, aunque en ocasiones se afanen por superar esa distancia, comport¨¢ndose como alumnos aplicados, suelen darse por ofendidos, entreg¨¢ndose de buen grado a vengativas fantas¨ªas. Deseosos de identificarse con la naci¨®n y con los trabajadores, sus afanes los llevan constantemente a caminar de puntillas. Inclinarse ante el legado cultural europeo es agotador y lo que ellos preferir¨ªan es hacer reverencias ante sus propias estatuas.
Por mi parte, no soy adepto ni de la derecha ni de la izquierda, sino que me alineo con una democracia que, al dejar hablar a todo el mundo, nos permita ver qu¨¦ clase de gente est¨¢ intentando gobernarnos. La principal ventaja de la democracia es que, por ley, protege la dignidad humana de sus ciudadanos frente a la humillaci¨®n a manos de sus dirigentes. Protege del poder omn¨ªmodo a los d¨¦biles, otorg¨¢ndoles herramientas para protegerse ellos mismos si fuera necesario. ?Qu¨¦ puede conceder a una sociedad o a su l¨ªder autoridad absoluta sobre nosotros? En la Hungr¨ªa actual, es el hecho de que tres tercios de los parlamentarios asienten autom¨¢ticamente a cualquier deseo del hombrecillo que los dirige, y este miembro antieuropeo de la UE ¡ªun engendro¡ª antepone su propia soberan¨ªa a su pertenencia a Europa, peg¨¢ndole la etiqueta de ¡°nacional¡± a cualquier cosa, incluida la soberan¨ªa de su propio Gobierno. Dicho de otro modo, a su propia autocracia.
Empieza a parecerse a las dictaduras postsovi¨¦ticas de Asia central. Algunas la llaman incluso Orbanist¨¢n"
Es tan f¨¢cil caer en la idealizaci¨®n del Estado-naci¨®n. Y a ella se aferra esta intelectualidad neopopulista y en ocasiones neofascista, tom¨¢ndola por la tramoya que la sustenta. La emotividad nacionalista tambi¨¦n sirve para silenciar las disensiones internas y f¨¢cilmente se entusiasma con el lema Un pueblo, un Estado, un l¨ªder. Puede haber fascismo aunque no haya jud¨ªos a los que echar mano. Basta con poner por encima de todo al Estado, y con ¨¦l, bien alto, su s¨ªmbolo, la milenaria Corona de San Esteban. El problema, claro est¨¢, es que debajo de esta no hay cabeza. Pero no resulta dif¨ªcil imaginar cu¨¢l podr¨ªa ponerse. En los cuentos de hadas a veces se corona al hijo menor cuando ha dado muerte al drag¨®n. Si no hay drag¨®n a la vista, basta con invent¨¢rselo: por ejemplo, el anterior ministro, del partido rival, al que se encierra. Pero si eso no funciona, si los tribunales obstaculizan los doctos veredictos pol¨ªticos, entonces hay que rehacer todo el sistema judicial.
La victoria debe ser total. ?Renovaci¨®n a toda costa! El primer ministro de esta nueva autoridad y oficina de censura no deja en su sitio a nadie que su propia voluntad no haya nombrado. Est¨¢ claro que un hombre as¨ª tiene su propia y ¡°heterodoxa¡± visi¨®n de la historia, la econom¨ªa y la pol¨ªtica, adaptada a cierta gama de oyentes. Es una especie de kitsch maquiav¨¦lico y vulgar. Aunque en Hungr¨ªa no tenemos por costumbre encarcelar a nuestros oponentes, los elegidos pueden f¨¢cilmente ser esposados y exhibidos durante largas temporadas de arresto preventivo. Las variaciones no son infinitas. Despu¨¦s de todo, ?qu¨¦ opciones tiene un hombrecillo al que el poder absoluto le ha ca¨ªdo del cielo o, para ser m¨¢s exactos, que ha ido arranc¨¢ndoselo a los dem¨¢s mediante todo tipo de triqui?uelas legales? El nuevo y henchido jefe menosprecia a sus adversarios. Se niega a negociar o a enmendar sus acciones. Se venga y no le faltan razones para hacerlo. Nunca recula, porque hacer concesiones desinflar¨ªa el mito de su poder. Nadie creer¨ªa en ¨¦l y su salida ser¨ªa definitiva. Viktor Orb¨¢n perdi¨® en una ocasi¨®n el poder y est¨¢ decidido a no perderlo de nuevo. Su bien templada ansia de poder le dice que ha llegado el momento de mostrarse duro como una roca. Recular accediendo a las concesiones solicitadas por la UE y el FMI desatar¨ªa un proceso de desintegraci¨®n, derrota y servidumbre que supondr¨ªa el final de su propia soberan¨ªa. Que no me den lecciones. S¨¦ lo que hago. ?Ya ver¨¦is con qu¨¦ vigor garantiza el Consejo de los Medios de Comunicaci¨®n (que por supuesto yo controlo) la libertad de pensamiento! De hecho, un a?o despu¨¦s de su creaci¨®n, los programas de la ¨²nica emisora de radio independiente, con cientos de miles de oyentes, han sido suspendidos gracias a acusaciones falsas. En algunos de sus espacios se criticaba al Gobierno.
El 2 de enero de 2012, Viktor Orb¨¢n y su s¨¦quito, rodeados por un nutrido grupo de agentes de polic¨ªa, se homenajearon a s¨ª mismos en la ?pera de Budapest. Orb¨¢n estaba bautizando su publicaci¨®n, la nueva y flamante Ley Fundamental, que viene a sustituir a la Constituci¨®n. El nuevo documento ha puesto fin a la Rep¨²blica de Hungr¨ªa y a la democracia pluralista y, de mantenerse en vigor, garantizar¨¢ durante mucho tiempo la permanencia en el poder de la Administraci¨®n actual. Importantes invitados accedieron al edificio protegidos por un muro de tablones de madera cubierto de tela negra y lo abandonaron por la puerta trasera, mientras casi 100.000 personas se manifestaban delante, en el Bulevar Andr¨¢ssy, en defensa de la Rep¨²blica democr¨¢tica y contra la nueva dictadura constitucional del primer ministro Viktor Orb¨¢n. Pero nada de eso mostr¨® la televisi¨®n p¨²blica. La emisora de radio que cubri¨® las protestas ser¨¢ silenciada el mes pr¨®ximo, privada de la frecuencia por la que emite gracias a una artera estratagema. Mi patria est¨¢ comenzando a parecerse a las dictaduras postsovi¨¦ticas de Asia central; algunos la llaman incluso Orbanist¨¢n. Cada vez hay m¨¢s j¨®venes h¨²ngaros que se plantean abandonar el pa¨ªs, la mayor¨ªa hacia Europa occidental. Como ocurri¨® durante el oto?o de 1956 con quienes vieron caer las tinieblas sobre su futuro, ahora se trata, casi siempre, de los m¨¢s audaces, de los m¨¢s dotados. En general, los que se quedan en Hungr¨ªa hablan de lo que deben hacer con sus modestos ahorros, ya que el Gobierno ya ha metido la mano en sus planes de pensiones privados. El Estado se ha apropiado de lo que puede, concentrando el control de todo. En Hungr¨ªa ya no podemos hablar de democracia liberal.
Para qu¨¦ sirve este artero texto que han calificado de nueva Constituci¨®n, en el que las libertades intelectuales ya no cuentan con garant¨ªa alguna?"
?Para qu¨¦ sirve este artero texto que han calificado de nueva Constituci¨®n, en el que las libertades intelectuales ya no cuentan con garant¨ªa alguna? Su objetivo es garantizar que el r¨¦gimen de Orb¨¢n dure tanto como el semifascista de Mikl¨®s Horthy y el comunista de J¨¢nos K¨¢d¨¢r. No es algo que ni yo ni muchos otros ciudadanos h¨²ngaros necesitemos. Ahora que est¨¢ surgiendo un nuevo Estado de partido ¨²nico, hay razones para tener miedo. Esta Constituci¨®n no es m¨¢s que su tapadera. Como demuestra la historia, cualquier r¨¦gimen cimentado en la propaganda y la credulidad est¨¢ condenado a caer tarde o temprano. He asistido con placer a la ca¨ªda de dos reg¨ªmenes autoritarios: el fascismo y el comunismo. El final del tercero est¨¢ a la vista, ya que se asienta en falsedades, y su derrumbe ser¨¢ cualquier cosa menos elegante. Podr¨ªamos hab¨¦rnoslas arreglado para evitar este mal. Espero que, por lo menos, aprendamos de ello.
A Hungr¨ªa, que en este momento navega por el filo de la suspensi¨®n de pagos, no le faltan economistas de talento, preparados y con experiencia pol¨ªtica. Los hay dentro del pa¨ªs y en las esferas acad¨¦mica y gubernamental, y est¨¢n dotados de realismo y de sentido pr¨¢ctico, hablan muchos idiomas y son conocidos y respetados, tanto en Estados Unidos como en Europa. Todav¨ªa est¨¢n disponibles. Son personas que pueden comunicarse entre s¨ª como colegas inteligentes, y unir a la derecha y la izquierda. No les da miedo construir consensos y tienen ocupaciones a las que podr¨ªan regresar (en la ense?anza, la escritura), una vez que hayan cumplido una legislatura o dos en el poder, algo que promete ser interesante. Si consigui¨¦ramos recuperarlos para las tareas gubernamentales, podr¨ªamos incluso sentar un precedente. Estoy hablando de individuos con credibilidad.
Gy?rgy Konr¨¢d es escritor h¨²ngaro.
Traducido del h¨²ngaro al ingl¨¦s por Jim Tucker. Traducci¨®n castellana de Jes¨²s Cu¨¦llar Menezo. ? Gy?rgy Konr¨¢d / Salon Syndicate.
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