Bien como candidato, discutible como presidente
El Congreso escuch¨® el martes un buen discurso del candidato Barack Obama pero un discutible discurso del presidente Obama.
Obama acentu¨® sus diferencias con los m¨¢s probables aspirantes republicanos a la presidencia y se?al¨® una estrategia con la que puede recuperar parte de la ilusi¨®n perdida entre sus seguidores y extraer votos de la irritaci¨®n que en estos momentos domina en la calle. Pero no identific¨® con suficiente valent¨ªa los principales problemas del pa¨ªs ni fue capaz de aportar pruebas convincentes de que ¨¦l sea el mejor hombre para resolverlos.
Un presidente que lleva ya tres a?os en la Casa Blanca deber¨ªa tener algo m¨¢s que ofrecer que el evidente contraste con sus oponentes para reclamar la reelecci¨®n. Deber¨ªa tener construida una obra que exhibir y un proyecto que merece cuatro a?os m¨¢s para ser completado.
Nada de eso apareci¨® n¨ªtidamente en el discurso sobre el estado de la Uni¨®n. Obama mencion¨® desde el principio sus logros innegables, la muerte de Osama Bin Laden y el final de la guerra de Irak, pero ocult¨® la reforma sanitaria y repas¨® muy por encima otros resultados de su presidencia, como la reforma financiera o el exitoso rescate de la industria automovil¨ªstica. Sin duda, porque no cree que nada de eso sea muy popular en estos momentos.
Insisti¨® en lo que s¨ª que es muy popular: el desequilibrio en la distribuci¨®n de la riqueza y la escasez de oportunidades para los m¨¢s pobres. Como repiti¨® ayer en Iowa, donde inici¨® una gira electoral por cinco Estados, su objetivo en estos momentos es el de ¡°recuperar un pa¨ªs en el que todo aquel que trabaje duro encuentre una recompensa y todos act¨²en bajo las mismas reglas¡±.
Con ese mensaje, Obama probablemente conectar¨¢ con una clase media que siente que ha perdido poder adquisitivo y que su progreso se ha detenido por la voracidad de los capitalistas sin escr¨²pulos que provocaron la crisis de 2008, capitalistas ejemplarmente representados por Mitt Romney.
Es indiscutible que ese es uno de los problemas que Estados Unidos tiene en la actualidad, pero no es el ¨²nico ni, seguramente, el m¨¢s importante. Si el paro es alto y el futuro incierto no es solo por la desorbitada riqueza acumulada por Wall Street. El problema de la econom¨ªa norteamericana es el de su incapacidad para competir con China y otras naciones emergentes y el de la crisis de su modesto y arcaico estado del bienestar.
No se puede, honestamente, prometer ¡°una econom¨ªa para durar¡± ignorando la carga insostenible de la Seguridad Social, de Medicare y Medicaid, evitando toda referencia al problema de la gigantesca deuda nacional y omitiendo cualquier alusi¨®n a las reformas estructurales que EE UU necesita para frenar su declive.
Ciertamente, como prueban las encuestas, eso no es muy popular entre los democr¨¢ticas ni entre la clase media, que ¨²nicamente quieren soluciones al paro. Pero Obama deber¨ªa haber acumulado ya suficiente capital pol¨ªtico como para exponerle a la naci¨®n algunas realidades que no son muy populares.
Obama tiene un buen argumento a su favor. ¡°Cojamos el dinero que nos ahorramos en la guerra y dediquemos la mitad a infraestructuras y la otra mitad a reducir la deuda¡±, dijo. Las infraestructuras norteamericanas requieren una modernizaci¨®n y la econom¨ªa de este pa¨ªs, probablemente, necesita m¨¢s inversi¨®n p¨²blica. Pero ignorar la deuda, como el presidente hizo en todo el resto del discurso, es huir de la realidad.
Un aumento de los impuestos a los ricos puede ser una causa justa y con toda seguridad va a encontrar muchos adeptos. Pero es una soluci¨®n muy f¨¢cil para problemas que son mucho m¨¢s complejos. Si resulta tan lamentable que los republicanos est¨¦n secuestrados por el extremismo del Tea Party, tambi¨¦n ser¨ªa triste ver a los dem¨®cratas presos de la demagogia de Ocupa Wall Street.
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