La reina que naci¨® colgada de un ¨¢rbol
Isabel II celebra hoy 60 a?os en el trono del Reino Unido
La entonces princesa Isabel se acost¨® una noche colgada de un ¨¢rbol en Kenya y se despert¨® convertida en la reina Isabel II. Era el 6 de febrero de 1952 del que este lunes se cumplen 60 a?os. Isabel nunca sabr¨¢ exactamente en qu¨¦ momento se convirti¨® en reina porque su padre, Jorge VI, falleci¨® mientras dorm¨ªa. Aunque la salud del monarca era fr¨¢gil, su muerte fue inesperada y por eso sorprendi¨® a la heredera de viaje oficial en Kenya con su marido, el pr¨ªncipe Felipe, duque de Edimburgo.
La pareja se alojaba esa noche en una espectacular caba?a construida por un militar y hotelero brit¨¢nico, el comandante Eric Walker, en lo alto de un ficus gigante cerca de lo que ahora es el parque nacional de Aberdare, en Kenya. Aquel edificio, un pabell¨®n adyacente al hotel que all¨ª regentaban los Walker, arder¨ªa no mucho despu¨¦s, durante la revoluci¨®n de los Mau-Mau.
Cuando Isabel empez¨® a reinar, el primer ministro brit¨¢nico era Winston Churchill y el pa¨ªs a¨²n padec¨ªa el racionamiento de algunos alimentos, como el az¨²car de ca?a. Harry S.Truman presid¨ªa Estados Unidos, Stalin a¨²n gobernaba la Uni¨®n Sovi¨¦tica y Konrad Adenauer era el canciller alem¨¢n. El muro de Berl¨ªn no solo no hab¨ªa ca¨ªdo, sino que ni siquiera se hab¨ªa levantado. La revoluci¨®n cubana tambi¨¦n estaba por llegar. Y todav¨ªa no se hab¨ªa formado la Comunidad Europea del Carb¨®n y del Acero, germen de la actual Uni¨®n Europea.
Aquel a?o se abri¨® la primera tienda de Kentucky Fried Chicken, Elvis Presley a¨²n no era nadie, Rocky Marciano era campe¨®n del mundo de boxeo, ning¨²n ser humano hab¨ªa pisado todav¨ªa la cumbre del Everest, Brasil no hab¨ªa ganado jam¨¢s la Copa del Mundo de f¨²tbol y no exist¨ªa la UEFA. No solo no hab¨ªa ordenadores ni tel¨¦fonos m¨®viles, sino que a¨²n no hab¨ªa empezado la carrera espacial y la televisi¨®n era en blanco en negro y solo se conoc¨ªa en una veintena de pa¨ªses.
La coronaci¨®n de Isabel II meses despu¨¦s, cuando ya hab¨ªa guardado el luto necesario para honrar la muerte del padre y el fr¨ªo invierno hab¨ªa dado paso a la tibios calores de final de primavera, la ceremonia de la coronaci¨®n provoc¨® la primera venta masiva de aparatos de televisi¨®n en el pa¨ªs. En cierto sentido, ese hecho trivial es un s¨ªmbolo del cambio gigantesco que iba a dar el Reino Unido y el mundo entero en los 60 a?os transcurridos desde entonces.
A pesar del apego brit¨¢nico a las tradiciones, la Gran Breta?a de 1952 tiene muy poco que ver con la de 2012. En diciembre de 1952, Londres padeci¨® la llamada Gran Niebla: una acumulaci¨®n del humo generado por las calefacciones de carb¨®n combinado con un anticicl¨®n. Esa niebla, que no era niebla, dur¨® cinco d¨ªas y mat¨® al menos a 4.000 personas por problemas respiratorios, aunque estudios m¨¢s actuales elevan esa cifra a 12.000 muertos.
Aquel Londres ya no es el mismo que el que se dispone este verano a celebrar los Juegos Ol¨ªmpicos¡ y el Jubileo de Isabel II. Pero, ?ha cambiado la monarqu¨ªa a la misma velocidad que la sociedad brit¨¢nica? No. Ha cambiado, s¨ª, pero no tanto. Ahora, la reina paga impuestos y sus hijos se divorcian, pero la pompa y el envaramiento de los Windsor siguen estando ah¨ª, quiz¨¢s para siempre. Isabel, desde luego, ha hecho muy pocos esfuerzos por perder el aire de mujer distante y fr¨ªa que ha tenido siempre. Su hijo Carlos es incapaz de disimular su altaner¨ªa. Quiz¨¢s los nietos, Guillermo y Enrique, pueden ser capaces de inyectar algo de normalidad en los Windsor, pero a menudo esos gestos terrenales parecen surgir del c¨¢lculo de profesionales de la comunicaci¨®n.
Pero, ?quieren los brit¨¢nicos que la reina y sus herederos se parezcan un poco m¨¢s al ciudadano medio? ?Quieren que la monarqu¨ªa sea menos altanera? Probablemente, no. Los brit¨¢nicos adoran el boato y la tradici¨®n y la monarqu¨ªa los eleva a su m¨¢xima expresi¨®n. Para bien o para mal, nadie es capaz de imaginar a Isabel II tomando un vuelo de Ryanair para ir a de compras a una capital europea. Para la reina de Inglaterra, lo m¨¢s parecido a descender al mundo de los mortales es pagar impuestos y resignarse a que los laboristas enviaran al desguace su querido yate real Britannia, en el que dicen que hab¨ªa pasado algunos de los mejores momentos de su reinado.
?Ha sido Isabel II una buena reina? Seguro que las encuestas confirman que s¨ª lo ha sido. Que lo est¨¢ siendo. Los brit¨¢nicos parecen apreciar especialmente lo que llaman su ¡°profesionalidad¡±. Los libros que han aparecido en los ¨²ltimos meses coincidiendo con el 60 aniversario de su llegada al trono destacan que es una trabajadora incansable: no solo acude cada a?o a centeneras de actos que no le interesan en absoluto y que pueden empezar a parecer una carga excesiva para una mujer que roza ya los 86 a?os, sino que lee sin falta cantidades ingentes de documentos que le hace llegar a diario el Gobierno. Su gobierno.
A diferencia de su hijo Carlos o de su marido Felipe, Isabel rara vez ha metido la pata. Sin embargo, la revista The Economist le daba un aprobado justo cuando en 2002 se cumpli¨® medio siglo de su acceso al trono. Quiz¨¢s porque entonces a¨²n estaba relativamente reciente el que pasa por haber sido su mayor error: el desd¨¦n con el que reaccion¨® tras la muerte de Diana. Tuvo, al menos, la virtud de darse cuenta de que se estaba equivocando y acept¨® los consejos de dar marcha atr¨¢s: la bandera onde¨® a media asta en el palacio de Buckingham, interrumpi¨® sus vacaciones en Balmoral y se dirigi¨® a los brit¨¢nicos de manera solemne por televisi¨®n ¡°como vuestra reina y como abuela¡± para honrar a la princesa muerta. Desde entonces, la imagen de Isabel II no ha hecho m¨¢s que consolidarse. Quiz¨¢ porque cada vez se parece m¨¢s a una abuela y menos a la reina que naci¨® colgada de un ¨¢rbol en Kenya.
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