Los Hermanos Musulmanes rechazan la huelga contra la junta militar egipcia
Cincuenta partidos, sindicatos y organizaciones juveniles convocan el paro que ha dividido al pa¨ªs
La Alianza de Revolucionarios Egipcios, una plataforma creada en noviembre que re¨²ne a m¨¢s de 50 organizaciones entre sindicatos, partidos laicos y asociaciones juveniles, ha convocado una huelga general para el s¨¢bado con la finalidad de presionar a la junta militar egipcia a abandonar el poder de forma inmediata. La acci¨®n coincide con el primer aniversario de la renuncia de Hosni Mubarak, sometido a juicio acusado de corrupci¨®n y por haber ordenado la represi¨®n contra los manifestantes durante los 18 d¨ªas que dur¨® la revoluci¨®n. A tan solo unas horas de su inicio, las perspectivas de ¨¦xito de la huelga eran escasas, sobre todo porque todas las principales instituciones religiosas del pa¨ªs, tanto musulmanas como cristianas, se han manifestado de forma inequ¨ªvoca en contra de esta protesta. Tambi¨¦n lo han hecho los Hermanos Musulmanes, cuya marca electoral, el Partido de la Libertad y la Justicia, consigui¨® en las recientes elecciones legislativas el 45% de los esca?os del nuevo Parlamento.
¡°Tenemos que reconstruir el pa¨ªs, no derribarlo ... Estas llamadas [a la huelga] son extremadamente peligrosas y amenazan a nuestra naci¨®n y a nuestro futuro¡±, declar¨® Mahmud Husein, secretario general de los Hermanos Musulmanes, quien agreg¨® que la desobediencia civil es "inaceptable". De ideolog¨ªa netamente conservadora, la noci¨®n de la desobediencia civil contrasta choca con los postulados de los islamistas, siempre temerosos de la fauda (caos).
Adem¨¢s, su posici¨®n responde tambi¨¦n a la consideraci¨®n de que cualquier escalada de tensi¨®n entre los manifestantes que acuden con frecuencia a la cairota plaza de Tahrir y el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas situar¨¢ al hist¨®rico movimiento islamista egipcio en una delicada situaci¨®n. En los ¨²ltimos meses, su estrategia ha pasado por presentarse ante la sociedad como una fuerza favorable a la revoluci¨®n, y a la vez ser capaces de pactar con la junta militar el calendario y las l¨ªneas maestras de la transici¨®n. Tras m¨¢s de ocho d¨¦cadas marcadas por la represi¨®n y el ostracismo, ahora que empiezan a saborear las mieles del poder, act¨²an con enorme cautela para evitar que el ej¨¦rcito cancele la transici¨®n.
Los islamistas est¨¢n divididos sobre el calendario y el traspaso de poder de los militares a los civiles
La dificultad de mantener ese inestable equilibrio, que tan buenos resultados les dio en las urnas, se hizo evidente durante las ¨²ltimas horas. Jairat al Shater, el n¨²mero dos en la jerarqu¨ªa de los Hermanos, apost¨® por la dimisi¨®n en bloque del Gobierno liderado por Kamal Ganzuri, y su reemplazo por un nuevo Ejecutivo escogido por el Parlamento. ¡°Deber¨ªamos acelerar la formaci¨®n de un Gabinete amplio para administrar los asuntos del pa¨ªs en esta coyuntura, y no esperar a que un presidente de la rep¨²blica sea electo¡±, afirm¨® al Shater.
Sin embargo, otros miembros de la organizaci¨®n islamista quitaron hierro a sus declaraciones, advirtiendo que eran solo una opini¨®n personal, y no una decisi¨®n aprobada por la organizaci¨®n. De acuerdo con el calendario establecido por la junta militar, ¨¦sta posee la autoridad de nombrar y cesar al Ejecutivo hasta el pr¨®ximo 30 de junio, cuando entregar¨¢ todos sus poderes a un presidente electo. En esa fecha, la c¨²pula castrense pretende que el Parlamento ya haya aprobado la nueva Constituci¨®n. Esta idea genera una gran oposici¨®n entre los grupos revolucionarios, ya que consideran que el ej¨¦rcito ser¨¢ capaz de blindar sus actuales privilegios en la Carta Magna si ¨¦sta se redacta mientras a¨²n est¨¢ en el poder.
En los ¨²ltimos cuatro meses, los grupos revolucionarios han echado numerosos pulsos a la junta militar a trav¨¦s de manifestaciones y concentraciones que han derivado, a menudo, en enfrentamientos violentos en las calles. Seg¨²n los propios datos del Ministerio de Sanidad, un centenar de personas han muerto en estos disturbios, la mayor¨ªa acaecidos en la plaza Tahrir y sus aleda?os.
Conscientes de su incapacidad de arrancar concesiones sustanciales de la c¨²pula militar solo a trav¨¦s de la presi¨®n de Tahrir, los grupos revolucionarios pretenden con las nuevas movilizaciones involucrar a nuevos grupos sociales. ¡°Estas movilizaciones son un proceso. Empezaremos con la huelga, y luego iremos escalando nuestras acciones hasta convertirnos en un movimiento de desobediencia civil, siempre pac¨ªfico¡±, dijo el jueves en una concurrida conferencia Alaa al-Aswany, escritor del best-seller El edificio Yacubian, y uno de los iconos de la revoluci¨®n.
En paralelo a la huelga, que podr¨ªa convertirse en indefinida en funci¨®n de su seguimiento, se ha organizado tambi¨¦n una campa?a para boicotear los productos elaborados por empresas controladas por los militares. ¡°?Crees que el ej¨¦rcito produce aceites, agua, productos electr¨®nicos, y posee hoteles y restaurantes solo por proporcionar un servicio, sin beneficiarse de ello?¡±, se preguntaba en tono ir¨®nico la cuenta de Twitter de la campa?a.
El presupuesto del ej¨¦rcito es uno de los secretos mejor guardados del Estado egipcio, y los expertos calculan que sus negocios podr¨ªan representar entre el 10% y el 30% del producto interior bruto. Para calentar motores ante la huelga, el viernes se convocaron diez marchas que confluyeron en la sede del Ministerio de Defensa, en el barrio de Abbasiya. Adem¨¢s de la dimisi¨®n de la c¨²pula militar, la otra gran demanda de los revolucionarios es una purga profunda del aparato de seguridad del Estado, al que consideran responsable de la muerte de m¨¢s de 70 personas la semana pasada en el estadio de f¨²tbol de Port Said.
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