"He visto muchas guerras, pero nunca la crueldad del r¨¦gimen de El Asad"
El m¨¦dico franc¨¦s atendi¨® a civiles heridos en una cl¨ªnica clandestina en la provincia de Homs
Hace unos d¨ªas, en Al Qusayr (provincia de Homs, Siria), el cirujano Jacques B¨¦r¨¨s (de 71 a?os) miraba una radiograf¨ªa a contraluz. En ella se apreciaba perfectamente una bala incrustada en el cr¨¢neo de un hombre de unos 50 a?os herido por un francotirador de Bachar El Asad, ingresado en el hospital clandestino del pueblo. ¡°Tiene mala pinta¡±, dec¨ªa, negando con la cabeza con un gesto de impotencia. B¨¦r¨¨s ha estado en casi todas las guerras de los ¨²ltimos 40 a?os y es cofundador de M¨¦dicos sin Fronteras y M¨¦dicos del Mundo. ¡°Cuando vi lo que ocurr¨ªa en Siria no dud¨¦ en venir, pero me ha costado mucho llegar hasta aqu¨ª. [...] Pero merece la pena, es peor que Bagdad¡±.
B¨¦r¨¨s ha terminado de coser la herida de otro paciente, un soldado del Ej¨¦rcito Libre al que hab¨ªan disparado en la espalda, y se sienta a descansar en la sala trasera de este centro m¨¦dico que el ej¨¦rcito gubernamental ha intentado bombardear en m¨¢s de una ocasi¨®n, aunque sin atinar. Ah¨ª vive el doctor y los enfermeros que le acogen y le arropan, agradecidos por contar con la experiencia del ¡°doctor Yak¡±, como le llaman en el pueblo. ¡°He estado en L¨ªbano, Chechenia, Sud¨¢n, Irak¡ en todos sitios. He visto muchas guerras, pero nunca la crueldad del r¨¦gimen de El Asad. Entran en los hospitales centrales y ejecutan a los heridos. Es tremendo¡±.
El doctor escudri?a a sus interlocutores con mucha atenci¨®n y abre los ojos ligeramente cuando se escucha el estruendo de un mortero, dispuesto a ponerse en pie y salir corriendo para atender al pr¨®ximo paciente. ¡°Tengo miedo, como todos, pero es razonable tener miedo. No puedo comparar Homs a ninguna otra zona de guerra en la que estado. Quiz¨¢ Grozny. Como all¨ª, no hay protecci¨®n para la poblaci¨®n. Adem¨¢s, la ferocidad en el ataque y la represi¨®n eran comparables.
B¨¦r¨¨s ha estado en ocasiones cerca de la muerte. ¡°Una vez cre¨ª estar muerto, en Vietnam. El vietcong me captur¨® y me llev¨® a ejecutarme. El muro estaba lleno de restos de sesos. Cerr¨¦ los ojos, dispararon. Cuando los abr¨ª, vi a unos ni?os re¨ªrse de m¨ª y pens¨¦: qu¨¦ raro es morirse. No me hab¨ªan dado¡±, recuerda. ¡°La recompensa es cuando un ni?o al que le has salvado la vida luego viene y te tira del pantal¨®n, pidi¨¦ndote un caramelo¡±, afirma, risue?o. Se oyen gritos en el exterior, B¨¦r¨¨s cambia de expresi¨®n y se levanta preocupado, con dificultad pero determinaci¨®n. ¡°Me voy, que debe haber heridos¡±, se despide. ¡°La medicina es maravillosa. He visto miles de heridas, y como los seres humanos, no hay dos iguales¡±.
Hace unos d¨ªas, el veterano m¨¦dico regres¨® a Par¨ªs pero en breve volver¨¢ a Siria, seg¨²n dijo a este diario. Buena suerte, doctor Yak.
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