Un presidente sin pasiones
Herman van Rompuy, un gran desconocido e intrascendente para el Parlamento Europeo
Detesto la pasi¨®n. Siempre termina mal. No importa qu¨¦ pasi¨®n, pasi¨®n por una ideolog¨ªa, pasi¨®n en el amor¡±. Herman van Rompuy (64 a?os, casado, cuatro hijos), el primer presidente del Consejo Europeo, cuyo mandato acaban de renovar por otros dos a?os y medio los jefes de Gobierno de la UE, ha reconocido siempre que es un hombre fr¨ªo, amante de la pol¨ªtica, pero muy poco dado a las ¡°visiones¡±. Lo que nadie le ha negado nunca es que sea un hombre h¨¢bil. Lo suficientemente h¨¢bil como para haber estrenado el cargo en mitad de la peor crisis jam¨¢s sufrida por la Uni¨®n Europea, sin levantar en estos dos a?os y medio ni la menor pol¨¦mica o discusi¨®n. ¡°The grey mouse¡± (el peque?o rat¨®n gris), le caricaturizan en Gran Breta?a. Para algunos es una virtud. Para otros, un defecto.
?El primer presidente de la UE es muy apreciado entre los jefes de Gobierno por su discreci¨®n, pero a mitad de su mandato sigue siendo alguien perfectamente desconocido para los ciudadanos e irrelevante para el propio Parlamento Europeo, donde cada vez se le identifica m¨¢s como un buen servidor de los dos grandes ¡ªAlemania y Francia¡ª y donde sus comparecencias, obligadas despu¨¦s de cada cumbre, pasan sin la menor pol¨¦mica o impacto medi¨¢tico. Desde luego, Herman van Rompuy no responde a la pregunta que formul¨® en su d¨ªa Henry Kissinger: ?A qui¨¦n tengo que llamar si quiero hablar con Europa? Cuando el Consejo Europeo decidi¨® finalmente aprobar la segunda tacada de ayudas para Grecia, a Barack Obama, por ejemplo, no se le pas¨® por la cabeza llamar a Van Rompuy para felicitarle. Cogi¨® el tel¨¦fono y habl¨® inmediatamente con la canciller alemana, Angela Merkel.
El presidente del Consejo Europeo no se inmuta cuando se le reprocha su falta de visibilidad o protagonismo. ¡°Si yo fuera capaz de parar el tr¨¢fico en Pek¨ªn, estar¨ªa muy pronto solo¡±, confes¨® en una de las pocas entrevistas que ha concedido en su vida. A Tony Blair, en quienes algunos pensaron como un posible primer presidente de la UE, le habr¨ªa pasado exactamente eso. Van Rompuy sigue en su puesto porque no para el tr¨¢fico, ni en Pek¨ªn ni en la mism¨ªsima Bruselas. Te¨®ricamente, cuando viaja deber¨ªa recibir honores de jefe de Estado, pero eso solo sucede cuando llega a China o India, muy cuidadosos con el protocolo. Cuando su peque?o avi¨®n alquilado aterriza en las m¨¢s importantes capitales europeas, nadie le hace mayor caso.
¡°Es injusto reprocharle falta de protagonismo o de iniciativa, porque el Tratado de Lisboa que dise?¨® ese cargo no le atribuy¨® pr¨¢cticamente competencias. ?l siempre se ha calificado a s¨ª mismo como un mediador, un facilitador que busca el consenso entre los 27 miembros de la Uni¨®n¡±, le defiende un miembro de su reducido equipo de colaboradores. Todo el mundo estaba seguro en Bruselas de que los jefes de Gobierno le iban a renovar en el puesto.
¡°No ha hecho nada equivocado. Ha sido un buen ayudante de los grandes. Incluso ha hecho algunas cosas bien. ?Por qu¨¦ no iban a reelegirle?¡±, explicaba esta semana en la web de Europolitics un diplom¨¢tico europeo.
"No ha hecho nada equivocado. Incluso ha hecho cosas bien. ?Por qu¨¦ no iban a reelegirle?", dice un diplom¨¢tico europeo
El ¨²nico peligro que pod¨ªa haber corrido es su imagen de excesiva dependencia de Merkozy, algo que, seg¨²n sus allegados, ha empezado a preocuparle. La evidente postergaci¨®n de las instituciones europeas en estos ¨²ltimos a?os, arrasadas por los planteamientos intergubernamentales y, sobre todo, por la potencia alemana, ha hecho verdaderos estragos en Bruselas.
¡°Todas las instituciones tenemos que replantearnos nuestro papel¡±, admite el comisario encargado de la Competencia, el espa?ol Joaqu¨ªn Almunia. ¡°El que menos ha sufrido ha sido el Banco Central Europeo, porque tiene una estructura claramente federal e independencia, pero las dem¨¢s instituciones han quedado afectadas porque se han tomado muchas decisiones de manera muy poco transparente¡±. ?Qu¨¦ se puede esperar si, como recuerda Almunia, los jefes de Gobierno discutieron largamente cu¨¢ntos minutos pod¨ªa estar el presidente del Parlamento Europeo en las cumbres de jefes de Estado?
Van Rompuy no tiene ese problema porque su ¨²nica competencia es, precisamente, preparar y conducir las reuniones del Consejo Europeo, pero en estos dos a?os y medio ha quedado tambi¨¦n en evidencia en m¨¢s de una ocasi¨®n porque Angela Merkel y Nicolas Sarkozy anunciaron acuerdos ignorando su existencia, como cuando ¡°convocaron¡± un consejo extraordinario mientras ¨¦l estaba de visita en Luxemburgo. El hecho de que el presidente europeo no haya expresado nunca en p¨²blico el menor disgusto por esos ¡°olvidos¡± ha hecho que otros pa¨ªses empiecen a desconfiar de su excesiva complacencia con los m¨¢s fuertes.
Herman van Rompuy era un pol¨ªtico m¨¢s bien desconocido cuando fue elegido primer presidente del Consejo Europeo. Su mejor carta de presentaci¨®n era ser belga. ¡°Si alguien es capaz de gobernar B¨¦lgica, es capaz de gobernar cualquier cosa¡±, es una sentencia que se atribuye al franc¨¦s Jacques Attali. Y, efectivamente, Van Rompuy, dirigente de un partido democristiano flamenco, hab¨ªa demostrado ser capaz de gobernar su pa¨ªs. Fue ministro de Presupuestos y primer ministro (2008-2009). Se le atribu¨ªa tambi¨¦n ser eficaz en la sombra, estar dispuesto a negociar ad nauseam y conocer muy bien los dosieres econ¨®micos. Y su toque ¡°espiritual¡± y po¨¦tico (estudi¨® filosof¨ªa y escribe peque?os haikus, poemas de origen japon¨¦s de extremada disciplina formal) le daba cierto halo a su biograf¨ªa.
El presidente europeo se afana en cultivar todos esos rasgos, que de alguna manera tapan su otra imagen, menos favorable, de r¨ªgido cat¨®lico flamenco, especialista en mundos peque?os y cerrados, en los que siempre supo utilizar los movimientos subterr¨¢neos para deshacerse de enemigos pol¨ªticos. Durante estos dos a?os y medio solo ha demostrado llevarse mal con dos personas, precisamente de su propia cuerda pol¨ªtica: el italiano Silvio Berlusconi y el portugu¨¦s Jos¨¦ Manuel Dur?o Barroso.
Se cuenta que tiene un rechazo visceral por el pol¨ªtico italiano desde que, en uno de sus primeros encuentros, Berlusconi le dijo: ¡°Usted y yo somos cat¨®licos. Confesamos el viernes y el fin de semana vamos a pecar¡±. El disgusto de Van Rompuy fue patente. Su catolicismo es de otra ¨ªndole: se recluye dos o tres veces al a?o en una de las hermosas abad¨ªas benedictinas belgas, escribi¨® el libro El cristianismo, un pensamiento moderno y siempre ha cre¨ªdo que el proyecto europeo tiene que ver con su ra¨ªz cristiana (en su momento neg¨® que Turqu¨ªa, un pa¨ªs musulm¨¢n, pudiera ser miembro de la UE). Tanto insiste la prensa flamenca en su religiosidad, que ¨¦l mismo sali¨® un d¨ªa al quite: ¡°Tampoco hay que exagerar. La Biblia no es de ninguna ayuda cuando se trata de resolver dificultades presupuestarias¡±.
"La Biblia no ayuda a resolver las dificultades presupuestarias", comenta este pol¨ªtico, cat¨®lico ferviente
Sin embargo, es f¨¢cil verle en alguna de las siete parroquias del pueblo en el que vive, Sint-Genesius-Rode (casi un barrio de Bruselas, a la salida del maravilloso bosque La For¨ºt de Soignes). Siempre le acompa?a su esposa, Geertrui Windels, una psic¨®loga flamenca y cat¨®lica, con la que tiene cuatro hijos. El matrimonio Van Rompuy no ha cambiado de casa, pese al sustancioso sueldo que recibe como presidente del Consejo, unos 30.000 euros mensuales (id¨¦ntico al que cobra el presidente de la Comisi¨®n).
Con Barroso, un democristiano portugu¨¦s, los problemas son de otra ¨ªndole que con Berlusconi. En este caso se trata de profunda desconfianza mutua. El presidente de la Comisi¨®n tiene, seg¨²n los tratados, bastantes m¨¢s poderes que el presidente del Consejo, pero, seg¨²n algunos testimonios, Van Rompuy intenta presentarse como la persona de la que los jefes de Gobierno pueden fiarse y construir as¨ª, poco a poco, una red de influencias internas. Y eso es precisamente lo que Dur?o Barroso detesta porque achica su papel.
Est¨¢ claro que la Comisi¨®n no facilita la tarea de Van Rompuy, quien debe limitarse a un equipo de una treintena de personas para organizar su trabajo. Su despacho, de color blanco y despojado de papeles y de adornos (salvo una escultura de Guillaume Bill que representa tres bolas de billar en un nido de p¨¢jaro), est¨¢ flanqueado por una sala, tambi¨¦n blanca, frecuentemente alegrada con rosas blancas, en la que Van Rompuy se re¨²ne con sus invitados.
Su agenda, por lo menos la agenda que cuelga de su web, es m¨¢s bien ligera. Hay d¨ªas enteros en los que no est¨¢ previsto ning¨²n encuentro, aunque sus colaboradores afirman que la agenda no registra conversaciones telef¨®nicas. ¡°Por ejemplo, el presidente habla todas las semanas con Angela Merkel¡±. Cuando no est¨¢ de viaje, Van Rompuy se marcha pronto a casa, ¡°con papeles¡±, mantienen en su oficina. Adem¨¢s de escribir haikus, a Van Rompuy no se le conocen hobbies. Se sabe que, como buen flamenco, disfruta del ciclismo y de un buen vaso de cualquiera de las grandes cervezas del lugar. Mantiene frecuentes encuentros con sus hijos y con su hermano Eric, que es tambi¨¦n pol¨ªtico cristiano, nacionalista, y no ha perdido el contacto con su hermana Tine, una conocida trotskista.
Van Rompuy se esforz¨® desde el primer momento en establecer contactos personales con todos los primeros ministros o jefes de Estado de los 27 Estados miembros de la Uni¨®n, pero no se puede decir que mantenga amistad con ninguno de ellos. Su relaci¨®n es siempre formal y no se le conocen demostraciones de afecto por sus colegas. Salvo en un caso: Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero suscit¨® todas sus simpat¨ªas. Van Rompuy cree que el pol¨ªtico socialista tom¨® decisiones impopulares con mucho valor y responsabilidad. Pidi¨® entrevistarse con ¨¦l en la ¨²ltima cumbre a la que asisti¨® el espa?ol y le alab¨® en p¨²blico: ¡°El liderazgo de Rodr¨ªguez Zapatero ha sido vital para estabilizar la situaci¨®n. Si lo que ha hecho Jos¨¦ Luis no es coraje pol¨ªtico, ?qu¨¦ lo es?¡±. Un Zapatero agotado se lo agradeci¨® en privado: ¡°Esta es una de las pocas tardes agradables que he pasado en las ¨²ltimas semanas¡±.
Herman van Rompuy cultiva tanto la discreci¨®n que algunos creen que est¨¢ imprimiendo un tono demasiado gris a una instituci¨®n reci¨¦n creada, que hubiera necesitado m¨¢s calado pol¨ªtico: ¡°Una cosa es que el Tratado le otorgue pocas competencias, y otra que el primer presidente que tiene Europa se convierta en una especie de diplom¨¢tico al servicio de Merkozy. Nada le obliga a imprimir ese tono tan gris que ha caracterizado su primer periodo¡±, mantiene un especialista en ¡°comunicaci¨®n europea¡±. En estos dos a?os y medio no ha habido ni un solo momento Van Rompuy, critica.
El presidente utiliza cada vez m¨¢s su Twitter (@euHvR). Pero sus mensajes tienen poco impacto y sus relativamente frecuentes discursos pasan desapercibidos. Incluso sus contactos directos con la prensa son frustrantes: los que realiza en p¨²blico ¡°matan¡± de aburrimiento y los que practica en privado (con un grupo de 20 a 30 periodistas, a los que recibe con ocasi¨®n de cada Consejo), m¨¢s divertidos, incluso con algunas menciones a la ¡°rigidez protestante¡± de Alemania, son deep background, es decir, no publicables. Una t¨¢ctica que le ayuda a mantenerse en buenas relaciones con la prensa de Bruselas, pero que no mejora su imagen de ¡°rat¨®n gris¡±.
Calma, insiste el primer presidente de Europa: ¡°Hay que comprender que hay cosas que est¨¢n fuera de tu alcance¡±. Van Rompuy hizo nada m¨¢s llegar un intento de cambiar algunas cosas. Convoc¨® en febrero de 2010 una cumbre informal en un espacio inusitado: la Biblioteca Solvay, un bello edificio de 1902, en Bruselas, donde es posible alquilar una sala deliciosa, forrada de madera y de libros, muy acogedora. Pidi¨® a los primeros ministros o jefes de Estado que fueran solos, sin ministros de Exteriores. Se trataba de hablar relajadamente de pol¨ªtica: c¨®mo hacer a Europa m¨¢s din¨¢mica. ¡°De repente, Van Rompuy se vio presidiendo un acalorado debate sobre dinero¡ e inmediatamente se dio cuenta de las limitaciones de su cargo¡±, relat¨® The Economist.
No maneja presupuesto comunitario ni tiene a un pa¨ªs detr¨¢s (el suyo, para colmo, ha pasado buena parte de este periodo sin tener ni tan siquiera Gobierno). ?Aprovechar¨¢ este ¨²ltimo periodo para dar algo m¨¢s de brillo a la primera presidencia europea? Como es l¨®gico, tiene sus propias ideas. Por ejemplo, que no es posible recortar tan deprisa los d¨¦ficits sin ahogar la econom¨ªa. De hecho, como primer ministro tuvo buen cuidado de no tensar demasiado esa cuerda: redujo el d¨¦ficit del 5,7% del PIB al 5,3%. Cree tambi¨¦n que ¡°la vida es navegar en el mar del tiempo. Pero solo el mar queda¡±, dice uno de sus haikus m¨¢s conocidos. As¨ª que algunos temen que este ¡°relojero de acuerdos imposibles¡±, como fue saludado por alguna prensa alemana, se limite a dar cuerda al cuc¨² y deje la presidencia europea, en 2015, sin tocar ni manchar, pero tambi¨¦n sin haber tenido una iniciativa.
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