Desencanto ¨¢rabe 2.0
Los blogueros de las revoluciones Facebook de T¨²nez y Egipto, magullados por la ca¨ªda desde el ciberespacio hasta la realidad
El ascensor no funciona y hay que subir a pie por una escalera que huele a orines de gato hasta la segunda planta de este edificio de la calle de Kasr el Nil donde tiene su sede la editorial Dar Merit. All¨ª se presenta el libro Ultras, de Mohamed Gamal Beshir, m¨¢s conocido como Gemyhood. Los almu¨¦danos ya llamaron a la oraci¨®n de la tarde, el sol se puso sobre El Cairo y los atascos siguen siendo descomunales.
Gemyhood es eso que la periodista Lali Sandiumenge llama ¡°un guerrillero del teclado¡± en el libro que acaba de publicar sobre el papel de Internet en la primavera ¨¢rabe. O sea, un popular bloguero que fue detenido y torturado en tiempos de Mubarak y que particip¨® activamente, desde el ciberespacio y sobre el asfalto de la plaza de Tahrir, en la revoluci¨®n del 25 de enero que en 2011 derroc¨® al fara¨®n.
Sentado en un heter¨®clito conjunto de divanes ra¨ªdos, sillas met¨¢licas y taburetes desvencijados, un p¨²blico juvenil se api?a en la sala donde va a celebrarse la presentaci¨®n. Los chicos llevan barbitas, cubren sus cabezas con gorras de b¨¦isbol o capuchas de sudaderas y no paran de teclear en sus tel¨¦fonos m¨®viles. Las chicas, con el cabello descubierto o tapado por un hiyab, teclean con el mismo furor en sus aparatos. Nadie ha apagado a¨²n un televisor donde dan, en ingl¨¦s y con subt¨ªtulos en ¨¢rabe, la pel¨ªcula Los Picapiedra.
Gemyhood llega al fin y va saludando a la parroquia. Parece un cantaor flamenco: est¨¢ en torno a los treinta a?os de edad, es alto y robusto, de rostro oliv¨¢ceo, nariz fara¨®nica, ojos almendrados, boca gruesa y cabello negro como el bet¨²n recogido en una coleta. Aunque confiesa que le gusta m¨¢s el baloncesto que el f¨²tbol, ha escrito este libro por las conexiones entre los ultras del balompi¨¦ egipcio y la saura, la revoluci¨®n que termin¨® con Mubarak. Bien organizados, curtidos en enfrentamientos con la polic¨ªa y de indomable rebeld¨ªa, los ultras, especialmente los de El Ahly, el equipo de las clases populares cairotas, aportaron contingentes significativos a los manifestantes de Tahrir.
Todo es pol¨ªtica en Egipto en este comienzo del segundo a?o sin Mubarak, pero con su aparato militar y administrativo intacto y en el poder. Tambi¨¦n el f¨²tbol. Ahora mismo el pa¨ªs del Nilo debate apasionadamente sobre la reciente matanza de Port Said. ?Qui¨¦nes montaron la espeluznante agresi¨®n a los ultras de El Ahly que all¨ª segu¨ªan a su equipo y que se sald¨® con m¨¢s de setenta muertos? ?Fueron los militares o sus servicios secretos, como creen los revolucionarios dem¨®cratas? ?O agentes subversivos al servicio de una muamara o conspiraci¨®n de potencias extranjeras, como proclaman los militares?
As¨ª que a Gemyhood lo que le interesa del hooliganismo egipcio es su dimensi¨®n pol¨ªtica.
Hasta finales de la primera d¨¦cada de este siglo, los ultras del futbol eran el ¨²nico sector organizado y combativo en la sociedad civil nil¨®tica, excepci¨®n hecha de Al Ijuan, la cofrad¨ªa de los Hermanos Musulmanes. Pero entonces ocurri¨® algo trascendental: los activistas dem¨®cratas encontraron un lugar donde agruparse: el ciberespacio. Su trabajo en Internet y sus redes sociales fueron la levadura que termin¨® congregando a cientos de miles de egipcios en Tahrir y, en 18 d¨ªas, consigui¨® que los propios militares depusieran a su colega Mubarak.
En T¨²nez, el pa¨ªs pionero de la primavera ¨¢rabe, hab¨ªa ocurrido m¨¢s o menos lo mismo, porque el mundo comenz¨® a hablar de la ¡°revoluci¨®n de los blogueros¡±. Ellos ser¨ªan lo que los ilustrados a la revoluci¨®n francesa, los bolcheviques a la rusa o los disidentes a la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn.
Hoy, un a?o y pico despu¨¦s de las ca¨ªdas del tunecino Ben Ali y el egipcio Mubarak, a las que les seguir¨ªan las del libio Gadafi y el yemen¨ª Saleh, y el alzamiento contra el clan sirio de los Asad, la blogosfera democr¨¢tica ¨¢rabe padece una fuerte resaca. Internet fue muy ¨²til para superar el aislamiento, romper el muro del miedo y lanzar las revoluciones, pero ya se prob¨® insuficiente para conseguir la ca¨ªda de los dictadores ¡ªeso se hizo, y se hace, en la calle y al precio de mucha sangre derramada¡ª y a¨²n m¨¢s para construir luego verdaderas democracias. La euforia de los primeros meses de 2011, cuando el mundo entero hablaba de las revoluciones Facebook, ha ido dando paso a un realismo desencantado aunque a¨²n combativo.
Y es que el contrataque de las fuerzas reaccionarias ¨¢rabes ¡ªmilitares autoritarios, pol¨ªticos de colmillo retorcido, millonarios corruptos, islamistas moderados, salafistas delirantes, medios de comunicaci¨®n conservadores¡¡ª est¨¢ siendo feroz. Y mientras la influencia de los blogueros queda limitada a los j¨®venes de las clases medias urbanas con acceso a Internet, los poderes de siempre tienen muchos instrumentos para llegar a las masas populares: las mezquitas, los aparatos del Estado, los diarios, radios y televisiones oficialistas. Su mensaje es primario: ya est¨¢ bien de revoluciones que solo han tra¨ªdo inseguridad y huida del turismo; hay que volver al trabajo bajo el imperio de la ley y el orden, seg¨²n los militares, o de la religi¨®n, seg¨²n los islamistas.
Ahora los blogueros contin¨²an entrando y saliendo de la c¨¢rcel mientras, en el mejor de los casos, alumbran sus primeros libros. Es lo que ha hecho Gemyhood con su obra sobre los ultras del f¨²tbol y tambi¨¦n su compatriota Wael Ghonim. En versiones ¨¢rabe e inglesa, Ghonim acaba de publicar Revoluci¨®n 2.0 en la editorial egipcia Shorouk.
Nacido en El Cairo en 1980, en una familia de clase media, Ghonim es un ingeniero inform¨¢tico que en 2008 comenz¨® a trabajar para Google y dos a?os despu¨¦s fue nombrado director de marketing de esa empresa para Oriente Pr¨®ximo y el norte de ?frica. Terminar¨ªa siendo el m¨¢s conocido de los ciberactivistas egipcios.
¡°Ocurri¨® sin la menor planificaci¨®n¡±, rememora. ¡°En 2010, cuando El Baradei volvi¨® a Egipto y anunci¨® que quer¨ªa intentar cambiar las cosas, pens¨¦ que deb¨ªa ayudarle con aquello que yo sab¨ªa hacer¡±. Ghonim, que viv¨ªa en Dub¨¢i en raz¨®n de su trabajo, puso manos a la obra y cre¨® la p¨¢gina en Facebook de El Baradei, exdirector de la Agencia Internacional de la Energ¨ªa At¨®mica, premio Nobel de la Paz y la gran esperanza de los opositores dem¨®cratas a Mubarak.
Poco despu¨¦s, en junio de ese a?o, un joven inform¨¢tico llamado Jaled Said fue detenido en un cibercaf¨¦ de Alejandr¨ªa y golpeado hasta su muerte por la polic¨ªa. ¡°Triste y enfadado¡±, Ghonim cre¨® la p¨¢gina Todos somos Jaled Said, a la que se adhirieron 36.000 personas en su primer d¨ªa.
A comienzos de 2011 lleg¨® la ca¨ªda de Ben Ali en T¨²nez, la primera vez que un tirano ¨¢rabe era derribado por un movimiento popular, democr¨¢tico y pac¨ªfico. A trav¨¦s de Todos somos Jaled Said, Ghonim se sum¨® a la convocatoria de otros grupos ciberespaciales egipcios como Kifaya y el 6 de Abril para celebrar ¡°un d¨ªa de la ira¡± contra Mubarak el 25 de enero en la plaza cairota de Tahrir. ¡°Escrib¨ª que si sal¨ªamos 10.000 personas a la calle, ya nadie podr¨ªa detenernos¡±.
El ingeniero inform¨¢tico viaj¨® desde Dub¨¢i hasta El Cairo, dejando atr¨¢s a su preocupad¨ªsima esposa, una norteamericana, y sus dos hijos peque?os. No tard¨® en ser arrestado y pas¨® 11 d¨ªas en una celda, ¡°con los ojos vendados, las manos esposadas y, lo m¨¢s duro, sin saber lo que pasaba fuera¡±. Y lo que pasaba era que la concentraci¨®n en Tahrir y las manifestaciones en El Cairo, Alejandr¨ªa y otras ciudades eran tan colosales como las polvaredas del desierto.
Cuando fue liberado, Ghonim dio una entrevista a una cadena de televisi¨®n privada que ser¨ªa reproducida v¨ªricamente en YouTube e inyectar¨ªa m¨¢s energ¨ªa a las protestas. En directo, rompi¨® a llorar y dijo: ¡°Quiero decir a los padres que estos d¨ªas han perdido a sus hijos que lo siento, pero no es nuestra culpa. Juro por Al¨¢ que no es nuestra culpa, es la culpa de aquel que se eterniza en el poder¡±. Luego envi¨® por Twitter este mensaje: ¡°La libertad es una bendici¨®n por la que merece la pena luchar¡±. Y se fue a Tahrir, donde la muchedumbre lo acogi¨® como a un h¨¦roe.
Revoluci¨®n 2.0 es un relato de aquellos d¨ªas en los que Ghonim lleg¨® a estar sentado ante la pantalla de su port¨¢til hasta quince horas seguidas subiendo al ciberespacio informaciones, testimonios y convocatorias. D¨ªas febriles en los que escribi¨® en Facebook: ¡°Dije que Internet cambiar¨ªa la escena pol¨ªtica en Egipto y algunos amigos se rieron de m¨ª¡±.
Ghonim, al que Time consider¨® una de las 100 personas m¨¢s influyentes de 2011, vive hoy entre Dub¨¢i y El Cairo, disfruta de un periodo sab¨¢tico en Google, anima a una ONG para luchar contra la pobreza mediante la tecnolog¨ªa y est¨¢ apartado de la vida pol¨ªtica. Su supuesto gusto por el estrellato le vale fuertes cr¨ªticas en la blogosfera egipcia y algunos de sus detractores incluso animan una p¨¢gina en Al Feis, que as¨ª llaman los ¨¢rabes a Facebook, titulada Los que odian a Wael Ghonim.
?l a¨²n ve el vaso medio lleno. ¡°En Egipto han cambiado un mont¨®n de cosas en un a?o¡±, dice. ¡°Un n¨²mero muy importante de personas ha perdido el miedo a decir lo que piensa, y eso es dif¨ªcilmente reversible. Decenas de miles de egipcios participan en partidos y movimientos pol¨ªticos, y millones de ellos votaron libremente el pasado oto?o. No es poco viniendo de donde venimos¡±.
En la primera d¨¦cada de este siglo, al calor de las liberaciones en la telefon¨ªa y las correspondientes bajadas de las tarifas, el uso de tel¨¦fonos m¨®viles y ordenadores port¨¢tiles conectados a Internet se fue extendiendo por el norte de ?frica y Oriente Pr¨®ximo. Con esos instrumentos, muchos j¨®venes comenzaron a hablar libremente. Luego, las redes sociales les permitieron comprobar que no estaban solos, y as¨ª empezaron a armarse de valor.
Sus l¨ªderes fueron los blogueros, y existen rasgos comunes entre los de la primavera ¨¢rabe. Est¨¢n entre los 20 y 35 a?os, proceden de las clases medias urbanas, tienen estudios universitarios, son pol¨ªglotas, desean ver a sus pa¨ªses convertidos en democracias decentes y bastantes, como Ghonim, adoran la pel¨ªcula V de Vendetta.
Uno de los pioneros fue el economista tunecino Zuhair Yahyayui, que, en los primeros a?os de este siglo, cre¨® la p¨¢gina web opositora Tunezine, y al que muchos consideran el primer ciberm¨¢rtir: muri¨® en 2005, a los 37 a?os de edad, de un ataque cardiaco. Antes hab¨ªa pasado un espantoso periodo en las celdas de Ben Ali.
Por aquel entonces los blogueros tunecinos hab¨ªan inventado un personaje imaginario, Ammar 404, para burlarse de la f¨¦rrea censura de Internet del r¨¦gimen de Ben Ali, que hac¨ªa muy frecuente la aparici¨®n en las pantallas del mensaje ¡°Error 404 not found¡±, el que informa de que no se puede acceder a una determinada p¨¢gina web.
Tambi¨¦n podr¨ªa decirse que los blogueros desempe?aron ¡ªdesempe?an¡ª el papel de periodistas ¡ªciudadanos periodistas, si se prefiere¡ª en el mundo ¨¢rabe. Reventaron un monopolio informativo de los reg¨ªmenes tir¨¢nicos que ya hab¨ªan empezado a quebrarse con la aparici¨®n de cadenas de televisi¨®n por sat¨¦lite como Al Yazira.
El caso de la tunecina Lina Ben Mhenni es paradigm¨¢tico. El 17 de diciembre de 2010 ocurri¨® en su pa¨ªs algo decisivo: un joven llamado Mohamed Buazizi se prendi¨® fuego para protestar por la incautaci¨®n policial del carro con el que vend¨ªa frutas y verduras. De inmediato, Ben Mhenni se convirti¨® en informadora incansable del acontecimiento y de lo que provoc¨®: manifestaciones juveniles de protesta que, pese a la represi¨®n, fueron extendi¨¦ndose. Combatiendo sus problemas de salud, recorri¨® T¨²nez con un m¨®vil y un port¨¢til subiendo noticias, fotos y v¨ªdeos a su blog en Internet, A tunisian girl, y a su muro en Facebook. Al mismo tiempo informaba a trav¨¦s de Skype a cadenas de televisi¨®n internacionales como Al Yazira y France 24.
Ben Mhenni comparte una idea generalizada hoy entre sus colegas ¨¢rabes. ¡°Una revoluci¨®n¡±, dice, ¡°no se puede ganar tan solo delante de la pantalla de un ordenador. La tunecina no fue una revoluci¨®n Facebook, empez¨® en tierra con la inmolaci¨®n de Buazizi y sigui¨® en tierra con la lucha de mucha gente y con cientos de muertos y heridos¡±.
¡°Internet¡±, a?ade, ¡°solo fue un instrumento, desempe?¨® el papel de medio de comunicaci¨®n de masas en un momento en que los medios tradicionales estaban controlados por Ben Ali¡±.
De 28 a?os, Ben Mhenni es hija de un opositor tunecino que pas¨® a?os en prisi¨®n, trabaja como profesora de ingl¨¦s en la universidad y forma parte de la comunidad ¨¢rabe de ciberactivistas democr¨¢ticos que se forj¨® en los foros de blogueros de 2008 y 2009 en Beirut. A mediados del pasado a?o public¨® su primer libro, titulado La revoluci¨®n de la dignidad en su edici¨®n espa?ola.
El 14 de enero de 2011, Ben Ali huy¨® a Arabia Saud¨ª, el baluarte cr¨®nico de la reacci¨®n ¨¢rabe. Pero a su derrocamiento no tard¨® en seguirle el regreso de las divisiones entre las fuerzas opositoras tunecinas. Y no solo entre los blogueros dem¨®cratas y los islamistas ¡ªque no hab¨ªan sido protagonistas de la Revoluci¨®n del Jazm¨ªn, pero terminar¨ªan ganando las primeras elecciones legislativas libres¡ª, sino tambi¨¦n en el seno de los primeros. Lleg¨® la cacofon¨ªa.
Probablemente, los blogueros tunecinos y egipcios triunfaron en las jornadas revolucionarias porque estas, como ellos mismos, fueron espont¨¢neas, ca¨®ticas y batalladoras. Sin embargo, cuando lleg¨® la hora de la pol¨ªtica cl¨¢sica, sus carencias de liderazgo, organizaci¨®n y capacidad de negociaci¨®n se evidenciaron fatales. Individualistas, la mayor¨ªa de ellos se neg¨® a formar parte de un partido, a¨²n menos de un Gobierno.
Los pocos que lo hicieron, como el tunecino Slim Amanu, conocido por su alias de @Slim404, fueron severamente reprendidos por sus compa?eros. Amanu form¨® parte durante unas semanas del Gobierno de transici¨®n tunecino como secretario de Estado de Juventud y Deportes; termin¨® dej¨¢ndolo argumentando que la Red volv¨ªa a ser censurada. Tambi¨¦n Lina Ben Mhenni estuvo un tiempo, muy poco, en la instancia creada para promover reformas pol¨ªticas.
Algo semejante ocurri¨® en Egipto, donde la transici¨®n a la democracia deja a¨²n m¨¢s que desear que en T¨²nez y donde tambi¨¦n los islamistas ganaron los primeros comicios sin el s¨¢trapa. Pero, aunque la saura, la revoluci¨®n, haya sido secuestrada por los militares ¡ªque detentan el poder ejecutivo¡ª y los Hermanos Musulmanes ¡ªmayoritarios en el legislativo¡ª, la partida no est¨¢ terminada. Mucha gente habla ahora libremente y el campo de los liberales ¡ªf¨®rmula que, como en Estados Unidos, designa aqu¨ª a los dem¨®cratas progresistas¡ª no ha arrojado la toalla.
Ahora bien, como en tiempos de Mubarak, ese hablar libremente te puede llevar a la c¨¢rcel. La pasada Navidad, tras pasar semanas entre rejas, Alaa Abdel Fatah conoci¨® a su primer hijo, Jaled. El beb¨¦, llamado as¨ª en memoria de Jaled Said, hab¨ªa nacido durante el tiempo en que el bloguero hab¨ªa estado privado de libertad. La escena de Alaa; su esposa, Manal, y su hermana Mona Seif abraz¨¢ndose en torno al beb¨¦ es ahora una de las m¨¢s poderosas en el imaginario democr¨¢tico egipcio.
Alaa Abdel Fatah es un programador inform¨¢tico de 30 a?os, barba eternamente mal rasurada y, a diferencia del reservado Wael Ghonim, jovialidad desbordante. Es el creador de las series #TweetNadwa, un importante instrumento de comunicaci¨®n de los j¨®venes combatientes egipcios. Salvo en la sonrisa permanente, su hermana Mona Seif no se le parece f¨ªsicamente en nada. Si a los dos hermanos se le a?ade Manal, la esposa de Alaa, tenemos la trinidad m¨¢s popular entre los blogueros del valle del Nilo.
En su libro Guerrillers del teclat, reci¨¦n publicado por La Magrana, Lali Sandiumenge relata el protagonismo que los ciberactivistas desempe?aron en la creaci¨®n de una conciencia com¨²n ¨¢rabe partidaria de la libertad y la dignidad (karama) desde la llegada masiva de Internet al norte de ?frica y Oriente Pr¨®ximo, hacia 2001, hasta la ca¨ªda de Mubarak, una d¨¦cada despu¨¦s. Y c¨®mo las herramientas digitales fueron evolucionando desde los foros y blogs iniciales hasta, a partir de 2007, las redes sociales Facebook y Twitter.
¡°La blogosfera pol¨ªtica egipcia ha sido, y es, la m¨¢s potente del mundo ¨¢rabe, y siempre ha tenido un pie en la Red y otro en la calle¡±, dice Sandiumenge. Naci¨® en 2004 con Kifaya (Basta ya), y all¨ª ya estaban Alaa y Manal Abdel Fatah aportando el primer agregador de blogs egipcio, omraneya.net. Con la llegada de Facebook y Twitter, la ciberdisidencia emigr¨® hacia esas plataformas.
La primera experiencia de uso de Al Feis fue la del Movimiento 6 de Abril que apoy¨® las huelgas de los obreros de las f¨¢bricas textiles de Mahala contra el deterioro de sus salarios y condiciones laborales. Twitter empez¨® a servir para coordinar las protestas y seguir la pista a los detenidos. Luego, Ghonim crear¨ªa en Facebook Todos somos Jaled Said, la primera p¨¢gina que conseguir¨ªa la adhesi¨®n de decenas de miles de internautas. Por ¨²ltimo, todos confluir¨ªan en la convocatoria del D¨ªa de la Ira. Medio mill¨®n de personas cliquearon ¡°Asistir¨¦¡± en la p¨¢gina de Ghonim.
El 25 de enero de 2011, cuando Tahrir se pobl¨® de manifestantes, all¨ª estaba Mona Seif. Su hermano Alaa decidi¨® volver a Egipto desde Sud¨¢frica, donde viv¨ªa refugiado, y lleg¨® a tiempo de participar en la batalla del camello del 2 de febrero, aquella que les opuso a los esbirros enviados por Mubarak a lomos de dromedarios.
Pero la detenci¨®n, el pasado 30 de octubre, de Alaa Abdel Fatah confirm¨® que los militares que depusieron a Mubarak y desde entonces detentan el poder no est¨¢n muy convencidos de que los egipcios deban disfrutar de la democracia plena por la que lucharon en Tahrir.
El mudawen o bloguero fue enjaulado con pretextos peregrinos. Se hab¨ªan producido unas protestas de los cristianos coptos de Egipto por el acoso al que les someten los salafistas y la escasa protecci¨®n que les brinda la Junta Militar. Las protestas fueron brutalmente reprimidas, con muchos muertos, y Alaa encabez¨® un movimiento para que los familiares de las v¨ªctimas reclamaran autopsias, dado que se les daba oficialmente como fallecidos por ¡°causas naturales¡±.
Encarcelado en un santiam¨¦n, Alaa fue acusado de haber agredido f¨ªsicamente a los soldados que reprim¨ªan a los coptos, y ello con la intenci¨®n de robarles las armas y en compa?¨ªa de otro ciberactivista, Wael Abbas, que en esas fechas se encontraba en T¨²nez participando en la tercera edici¨®n del foro de blogueros ¨¢rabes. Estuvo entre rejas del 30 de octubre al 25 de diciembre.
¡°Es frustrante¡±, dice, ¡°revivir la misma experiencia que con Mubarak: en la misma prisi¨®n y con las mismas acusaciones absurdas¡±. Alaa ya hab¨ªa sido encerrado en tiempos del rais.
Como en el caso de la tunecina Ben Mhenni y otros blogueros ¨¢rabes, el compromiso democr¨¢tico de Alaa y su hermana Mona es una tradici¨®n familiar. Su padre, un abogado defensor de los derechos humanos, fue encarcelado y torturado bajo Mubarak; su madre, profesora de matem¨¢ticas, lleva lustros luchando por la libertad.
Trabajadora en un laboratorio cairota de investigaci¨®n del c¨¢ncer, Mona Seif es hoy un miembro infatigable del grupo que lucha contra los juicios militares a los civiles. Desde febrero de 2011, m¨¢s de 12.000 egipcios han sido juzgados sumar¨ªsimamente por tribunales de uniformados. Mona graba sus testimonios, los sube al blog Tahrir diaries y sigue siendo optimista. ¡°Lo ¨²nico que me sumir¨ªa en el pesimismo¡±, dice, ¡°es ver que la gente vuelve a callarse cuando se atenta contra sus derechos, pero eso no ha ocurrido¡±.
Los j¨®venes ciberdisidentes han hecho m¨¢s que movilizar a una generaci¨®n rebelde. Tambi¨¦n han cuestionado las barreras entre lo p¨²blico y lo privado en el norte de ?frica y Oriente Pr¨®ximo, y, en el camino, han estimulado el despertar pol¨ªtico y social de las mujeres. Decenas de miles de ellas desempe?an hoy un papel de vanguardia en la nueva ¨¢gora ¨¢rabe.
Una de las m¨¢s audaces es la bloguera egipcia Aliya el Mahdy, conocida por desafiar en el ciberespacio seculares prejuicios machistas. A mediados del pasado noviembre, alcanz¨® notoriedad internacional por publicar en su blog fotograf¨ªas en las que aparec¨ªa desnuda. Denunciada por islamistas escandalizados, El Mahdy replic¨® lanzando una campa?a para que los hombres solidarios con las mujeres se vistieran jocosamente con el hiyab o pa?uelo isl¨¢mico.
Han ido cayendo fichas del domin¨® autocr¨¢tico ¨¢rabe y ahora es el turno de Siria, donde el clan de los Asad practica la m¨¢s salvaje de las represiones. Hace un par de semanas, sus esbirros apresaron en Damasco a la bloguera Razan Ghazzawi. De 31 a?os y doble nacionalidad, siria y estadounidense, Ghazzawi, que escribe en su blog sin seud¨®nimo, estuvo en octubre entre el centenar de ciberdisidentes llegados de Siria, L¨ªbano, Arabia Saud¨ª, Egipto y otros pa¨ªses que, tras las ediciones de 2008 y 2009 en Beirut, se reunieron en T¨²nez en el Tercer Foro de Blogueros ?rabes. All¨ª estaban tambi¨¦n la tunecina Lina Ben Mhenni y su compatriota Astrubal, del colectivo Nawaat.
El ambiente del foro combin¨® el orgullo por lo conseguido con la melancol¨ªa por lo no conseguido. Entristecidos por la lentitud de los cambios, inexistentes en los Gobiernos surgidos de las ca¨ªdas de Ben Ali, Mubarak, Gadafi y Saleh, perdiendo a diario seguidores, los blogueros ¨¢rabes reflexionaron sobre sus pr¨®ximos pasos.
Aunque la Junta Militar lo situara al lado de Alaa Abdel Fatah intentando robarles armas a los soldados, Wael Abbas tambi¨¦n estaba en T¨²nez. Periodista profesional, Abbas comenz¨® a colocar informaciones en su blog personal hacia 2004. Con pruebas concluyentes, incluidos v¨ªdeos, denunci¨® diversos casos de brutalidad policial. El r¨¦gimen replic¨® acus¨¢ndole de ser delincuente, homosexual y converso al cristianismo, y fue despedido de la agencia de noticias para la que trabajaba.
A falta de ver sus ideas convertidas en leyes y gobiernos, los blogueros de T¨²nez y Egipto pueden felicitarse por haber ampliado la libertad de expresi¨®n en sus pa¨ªses; aunque esta, como lo han demostrado la detenci¨®n de Alaa Abdel Fatah y otros episodios, no sea una conquista irrevocable. Tambi¨¦n de haber transmitido su rebeld¨ªa y su entusiasmo por Internet a una nueva generaci¨®n: los ni?os y adolescentes ¨¢rabes.
El pasado 15 de febrero, la cadena privada por sat¨¦lite On TV, la m¨¢s liberal de Egipto, reuni¨® en su programa Ajer Kalam (La ¨²ltima palabra) a un grupo de blogueros de edades comprendidas entre los 11 y los 16 a?os. Los chavales acordaron all¨ª mismo crear una web colectiva que bautizaron como Revoluci¨®n sin carn¨¦ de identidad.
No, el cap¨ªtulo final de esta historia no est¨¢ escrito. Vestido con vaqueros, chaquet¨®n y botas de cuero, Gemyhood sigue charlando sobre f¨²tbol, pol¨ªtica e Internet para el grupo de seguidores reunidos esta tarde cairota en la editorial Dar Merit. El bloguero ha rehusado sentarse en la cl¨¢sica mesa de conferencias, repleta de papeles, ceniceros con colillas y tazas con los posos del caf¨¦. Es uno m¨¢s entre el p¨²blico, salvo que es el que m¨¢s habla ¡ªen ¨¢rabe, acentuando sus palabras con en¨¦rgicos movimientos de las manos¡ª y el que se reserva otro privilegio que va a ejercer ahora mismo.
Gemyhood saca un Marlboro y se pone a fumar. Uno, dos, tres, varios asistentes le siguen con manifiesto alivio, y la sala se va ahumando como uno de esos caf¨¦s cairotas de Naguib Mahfuz. Pero, atenci¨®n, aqu¨ª hay algo diferente: la ruptura del ayuno de fumar ha dado tambi¨¦n la se?al para que la pe?a saque sus m¨®viles y se ponga a teclear.
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