¡°Mohamed fue siempre demasiado deprisa y equivoc¨® el camino¡±
Solo el due?o del taller de chapa donde trabaj¨® el yihadista y una joven se atreven a hablar en Les Izards, el suburbio de Toulouse donde vivi¨® el joven de 23 a?os que mat¨® a siete personas
¡°?Marcharos de aqu¨ª, putain (co?o), no queremos periodistas, no queremos c¨¢maras, es mejor para vosotros si os vais ya, largo de aqu¨ª!¡±. Los j¨®venes vendedores de droga de la Ruie Van Dyck, la calle principal de Les Izards, el suburbio de Toulouse donde vivi¨® los ¨²ltimos siete a?os de su vida el soldado franc¨¦s de Al Qaeda Mohamed Merah, est¨¢n hoy francamente agitados. La polic¨ªa busca c¨®mplices de su difunto vecino, el joven de 23 a?os que en solo siete a?os pas¨® de peque?o delincuente a aprendiz de chapista y cruel soldado islamista, y en solo ocho d¨ªas de locura asesin¨® a cuatro adultos y tres ni?os.
Quiz¨¢ piensan que hablar en p¨²blico de Merah pueda acelerar una posible detenci¨®n. No hace ni 24 horas que su amigo fue abatido por las fuerzas de seguridad y el hermano mayor de Mohamed, Abdelkader, ¡ªque seg¨²n se dice en el barrio fue quien le lav¨® el cerebro¡ª sigue detenido. As¨ª que cuando los periodistas se alejan unos metros para hablar con una joven vecina que no se arruga, los aterrorizados muchachos franco-magreb¨ªes de la banlieue empiezan a tirar piedras.
El amago de Intifada sugiere que alguien ha impuesto la ley del silencio en este ¡°barrio sensible¡± ¡ªgran hallazgo literario para no decir gueto miserable¡ª, que apenas tiene algunas tiendas dignas de ese nombre y est¨¢ punteado por fr¨¢giles casas de cemento de colores pastel y desconchones.
Poblado en un 90% por franceses musulmanes, no es el barrio m¨¢s inseguro del gran Toulouse, la ciudad roja y la provincia del Airbus, y aunque en algunas zonas de la periferia de N¨¢poles ser¨ªa un lugar envidiado, el taxista cuenta que ¡°nadie del centro se atreve a venir aqu¨ª de noche¡±. El ambiente remite al pol¨ªgono de Las 3.000 Viviendas de Sevilla, salvando las distancias de recursos y urbanismo: hay ¨¢rboles, un campo de f¨²tbol de hierba, y a la salida del metro Trois Cocus (Tres Cornudos) se yergue una flamante biblioteca municipal con los muros de cristal, que a las once de la ma?ana est¨¢ completamente vac¨ªa.
Abdelkader, el hermano mayor, ha sido detenido. En el barrio dicen que fue quien lav¨® el cerebro a Mohamed
La paradoja libros-sin-lectores es una met¨¢fora m¨¢s del naufragio de las pol¨ªticas de integraci¨®n en los suburbios y de la brutal distancia social y cultural que separa todav¨ªa a los hijos de los inmigrantes de las excolonias de los valores republicanos. Una brecha explosiva ¡ªvisible ya en los graves disturbios de 2005 y 2008¡ª que nadie parece capaz de cerrar. El abogado de Merah y varios psiquiatras y educadores han explicado estos d¨ªas, tratando de buscar una raz¨®n a la locura, que el malestar y la desafecci¨®n que el muyahidin mostraba hacia Francia son habituales en este tipo de barrios.
Quiz¨¢ porque la banlieue no vota, o apenas lo hace, en Les Izards, donde la egalit¨¦, la fraternit¨¦ y la libert¨¦ se resumen en un subsidio social de 400 euros para los j¨®venes sin empleo, el RSA que impuls¨® Nicolas Sarkozy para tratar de mitigar la crisis en 2009; una vetusta oficina de viviendas municipales, y un centro de acogida para menores y j¨®venes, llamado Los Camellos, que parece un reformatorio.
Las secretarias son simp¨¢ticas y enseguida avisan al director, pero este repite la misma letan¨ªa que los amigos de Merah: ¡°No puedo hablar, el Ayuntamiento no nos deja¡±.
Les Izards es hoy un hipermercado de la droga, una f¨¢brica al aire libre de fracaso escolar, paro, delincuencia, c¨¢rcel y radicalismo
Es un cl¨¢sico que los vecinos de los villanos m¨¢s depravados digan, cuando se descubre de repente la maldad del susodicho, que era una buena persona, un tipo que siempre daba los buenos d¨ªas en la escalera. La tradici¨®n se cumple tambi¨¦n con el cruel muyahidin de Toulouse. Los amigos que hoy callan han contado en los ¨²ltimos d¨ªas que era un chico normal, educado, aficionado al f¨²tbol y a los porros. Y a las mujeres. La joven valiente matiza esa impresi¨®n: ¡°Era amable y simp¨¢tico, pero he o¨ªdo que peg¨® a una chica¡±. La historia se conoci¨® ayer: una vecina denunci¨® hace un a?o que Merah le dio una paliza a su hija cuando esta se neg¨® a ver unos v¨ªdeos de decapitaciones. La polic¨ªa ignor¨® la denuncia.
Les Izards es hoy un hipermercado de la droga, una f¨¢brica al aire libre de fracaso escolar, paro, delincuencia, c¨¢rcel y radicalismo. Ese fue el itinerario de Mohamed Merah, que naci¨® en el suburbio de Mirail pero vino a Les Izards cuando cumpli¨® 16 a?os, al dejar la escuela. Sus viejos profesores han recordado que ten¨ªa capacidad real, y talento para el dibujo. Pero su trayecto fue el contrario: procesado varias veces por delitos menores (hurto de m¨®vil, tirar piedras a un autob¨²s¡), acab¨® cumpliendo 18 meses de c¨¢rcel por dar un tir¨®n.
Antes de eso, prefiri¨® probar con la chapa y la pintura en un taller cercano, Carrocer¨ªas Nugo. El taxista conoce al due?o: ¡°Naser suele dar trabajo a chicos salidos de la c¨¢rcel que quieren reinsertarse¡±. Un chico flaco y sin pelo, casi un clon de Mohamed Merah, deja de lijar la chapa de un Peugeot y entra a buscar al patr¨®n. Su recibimiento es peor que el de las piedras. El patr¨®n sale completamente desnudo, y niega ser Naser. Luego, m¨¢s relajado, admite: ¡°Se confundi¨® y equivoc¨® el camino. Mohamed fue siempre demasiado deprisa¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.