El Asad gana el primer asalto
El dictador sirio ha llevado el conflicto donde quer¨ªa: una guerra civil sectaria
Bachar el Asad visit¨® el martes 27 de marzo la machacada ciudad de Homs en lo que todo el mundo interpret¨® como un desfile de la victoria. Un a?o despu¨¦s de iniciada la revuelta popular contra su r¨¦gimen, el vencedor provisional es el tirano sirio. No solo sigue en el poder ¡ªlo que no puede decirse de sus colegas Ben Ali, Mubarak, Gadafi y Saleh¡ª, sino que ha llevado el conflicto al lugar donde deseaba: lo que, siguiendo los ejemplos tunecino y egipcio, comenz¨® con manifestaciones juveniles pac¨ªficas y democr¨¢ticas se ha ido transformando en una guerra civil extraordinariamente desigual y con crecientes tintes sectarios.
Es en este terreno, donde El Asad y los suyos, herederos del general Hafez el Asad, se sienten m¨¢s a gusto. De un lado, desatan contra los opositores toda la potencia de fuego y la crueldad de sus unidades militares y paramilitares. De otro, pueden esgrimir ante el mundo su ¨²nico argumento para seguir en el poder: yo o el caos.
A diferencia de lo ocurrido con la Libia de Gadafi, la comunidad internacional ni tan siquiera se ha planteado una intervenci¨®n militar
El Asad lo ha logrado por su actitud de aplastar las protestas a sangre y fuego y sin el menor remordimiento. Tambi¨¦n por las divisiones de las fuerzas opositoras. Y, por supuesto, porque, a diferencia de lo ocurrido con Gadafi, la comunidad internacional ni tan siquiera se ha planteado una intervenci¨®n militar. El tirano ha tenido a su favor el apoyo diplom¨¢tico de Rusia y China, el pol¨ªtico y militar de Ir¨¢n y sus aliados chi¨ªes en L¨ªbano e Irak, y las dudas de un Occidente que ya a duras penas se implic¨® en Libia y ahora debate si vali¨® la pena. Gadafi, por el contrario, estaba completamente aislado.
A comienzos de este a?o, la oposici¨®n hab¨ªa conseguido crear espacios de libertad en las ciudades de Homs y Deir el Zour y se hablaba en medios internacionales de apoyarla con alg¨²n tipo de intervenci¨®n de baja intensidad como el establecimiento de una zona de exclusi¨®n a¨¦rea y la creaci¨®n de corredores y/o santuarios humanitarios. Pero, ¡°autorizado¡± por el veto ruso y chino en el Consejo de Seguridad, el 4 de febrero, a cualquier acci¨®n extranjera en Siria, El Asad se lanz¨® a la conquista de esos espacios de libertad. Al precio de miles de muertos ¡ªla mayor¨ªa civiles sirios y tambi¨¦n algunos periodistas extranjeros¡ª sus tropas lograron adue?arse de Homs y Deir el Zour.
Ahora, como se?ala con sarcasmo Patrick Cockburn en The Independent, la Uni¨®n Europea le ¡°castiga¡± con una medida tan ¡°severa¡± como prohibir que su esposa Asma pueda hacer compras en Par¨ªs o Roma.
Bachar el Asad tambi¨¦n tiene m¨¢s apoyo interno que Gadafi. No solo el de su propio clan familiar y el de la c¨²pula y las unidades mejor armadas del Ej¨¦rcito y los servicios de inteligencia. Tambi¨¦n el de la minor¨ªa religiosa alau¨ª a la que pertenecen los Asad. Aunque algunos alau¨ªes se hayan desmarcado del r¨¦gimen para exigir una democracia multiconfesional, la mayor¨ªa cree que la ca¨ªda de El Asad dar¨ªa paso a un ba?o de sangre del que ellos ser¨ªan las v¨ªctimas. En cambio, otro apoyo tradicional del r¨¦gimen, la burgues¨ªa comerciante sun¨ª de Damasco y Alepo, se ha ido distanciando a medida que las sanciones econ¨®micas internacionales les hac¨ªan perder negocios.
La propaganda de los El Asad esgrimi¨® desde el primer momento el argumento sectario: Siria, dec¨ªa, es un mosaico ¨¦tnico y religioso que solo se manten¨ªa unido por el pu?o de hierro del r¨¦gimen; la democracia que reclamaban los manifestantes, a?ad¨ªa, pod¨ªa suponer su desmembramiento, con las correspondientes repercusiones regionales. Los El Asad pusieron manos a la obra para que la profec¨ªa se cumpliera: movilizando a los alau¨ªes y aplastando salvajemente a los opositores. Y as¨ª la rebeli¨®n ha ido adoptando el cariz de un alzamiento militar mayoritariamente sun¨ª contra el Gobierno desp¨®tico de la minor¨ªa alau¨ª. Sobre todo a partir del momento ¡ªel pasado oto?o¡ª en que sectores opositores y algunos desertores del Ej¨¦rcito crearon unidades guerrilleras.
Tiroteados a placer, los manifestantes urbanos se han ido haciendo menos visibles, mientras los guerrilleros del Ej¨¦rcito Libre de Siria han ido asumiendo mayor protagonismo. A la par, la cofrad¨ªa sun¨ª de los Hermanos Musulmanes ha ido ganando peso en la rebeli¨®n e incluso parecen haberse sumado a la mel¨¦e elementos de Al Qaeda.
Se ha forjado entretanto una coalici¨®n internacional contra los El Asad de la que forman parte Estados Unidos, la Uni¨®n Europea (con Francia a la cabeza), Turqu¨ªa y la Liga ?rabe, con Catar y Arabia Saud¨ª como tenores. El llamado Grupo de Amigos de Siria se reunir¨¢ este domingo en Estambul, pero, a tenor de su primer encuentro, el de T¨²nez en febrero, es dif¨ªcil imaginar que de all¨ª salga otra cosa que ret¨®rica. Obama no desea implicarse en otro nuevo conflicto b¨¦lico en Oriente Pr¨®ximo, y menos en un a?o electoral; la UE est¨¢ agobiada por sus quebraderos econ¨®micos y financieros; Turqu¨ªa no quiere aparentar que intenta rehacer el imperio otomano, y Arabia Saud¨ª tiene mucho dinero pero sus tropas sirven m¨¢s para desfilar que para combatir.
El Asad ha perdido el apoyo de la Liga ?rabe, y eso es muy significativo. Mayoritariamente sun¨ªes, los dirigentes ¨¢rabes, muchos de los cuales tambi¨¦n son aut¨®cratas, ya hace meses que condenaron a los El Asad al derrocamiento. El cap¨ªtulo sirio de la Primavera ?rabe se ha, pues, ido perfilando como un pulso entre sun¨ªes ¡ªTurqu¨ªa y la Liga ?rabe¡ª y chi¨ªes ¡ªlos heterodoxos alau¨ªes sirios y sus parientes de Ir¨¢n, L¨ªbano e Irak¡ª. Y para complicarlo a¨²n m¨¢s, Israel sigue barajando un ataque contra Ir¨¢n.
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