Misterio Monti
El tecn¨®crata que lleg¨® de Europa para salvar a Italia es el pol¨ªtico con m¨¢s popularidad de la historia reciente. Pero agotado el relumbr¨®n de sus primeras medidas, empiezan los problemas. Nadie ve en Italia el final del t¨²nel ni signos de crecimiento. Y el tiempo de las palabras ya pas¨®
A los romanos les apasionan las preguntas sin respuesta, tambi¨¦n llamadas misterios. Por ejemplo, ?por qu¨¦ en la cripta de la bas¨ªlica de San Apolinar, junto a cardenales y obispos, est¨¢ enterrado Enrico de Pedis, uno de los capos de la sangrienta banda de la Magliana, asesinado a tiros junto al Campo dei Fiori en febrero de 1990¡? No hay cap¨ªtulo de la historia antigua o reciente de Italia que no est¨¦ envuelto en el papel de regalo de los misterios. Tambi¨¦n el reinado ef¨ªmero de Mario Monti al frente del Gobierno ¡ªfue colocado en el cargo en noviembre de 2011 y tendr¨¢ que dejarlo en la primavera de 2013¡ª est¨¢ salpicado de preguntas sin respuesta. La primera de ellas: ?qu¨¦ dedo, con nombres y apellidos, lo coloc¨® en el cargo? La ¨²ltima ¡ªpor el momento¡ª puede girar en torno a su popularidad: ?por qu¨¦ un primer ministro que recorta las pensiones, abarata el despido, pone la gasolina por las nubes, resucita el impuesto de bienes inmuebles y deja sin sustento a decenas de miles de prejubilados sigue gozando de una popularidad, dentro y fuera de Italia, sin precedentes?
Hace unos d¨ªas, en el transcurso de un vuelo entre El Cairo y Roma, el flem¨¢tico Mario Monti, de 69 a?os reci¨¦n cumplidos, perdi¨® la calma. La Bolsa de Mil¨¢n, que desde hac¨ªa semanas experimentaba una ligera mejor¨ªa, hab¨ªa ca¨ªdo de nuevo y, por si fuera poco, la dichosa prima de riesgo estaba otra vez en el palomar de los 400 puntos. El antiguo comisario europeo de la Competencia y exasesor de Goldman Sachs, visiblemente enojado, exclam¨® ante sus colaboradores:
¡ª?La culpa la tiene Espa?a¡ y la Marcegaglia!
Sus colaboradores se fueron de la lengua ante los chicos de la prensa y al d¨ªa siguiente la ira inusitada del primer ministro presid¨ªa todas las portadas. Lo de Espa?a tiene f¨¢cil explicaci¨®n. Una vez corneada Grecia, parece que la fiera de la crisis busca otra v¨ªctima y Mario Monti, como el franc¨¦s Nicolas Sarkozy, prefiere que sea el reci¨¦n llegado Mariano Rajoy el que cargue con el muerto. A la hora de salvar el pellejo, no hay afinidades pol¨ªticas que valgan. Pero, ?y lo de Marcegaglia¡?
?Por qu¨¦ un primer ministro que recorta las pensiones y abarata el despido sigue gozando de tal popularidad?
Emma Marcegaglia, de 46 a?os, es la presidenta de Confindustria, la patronal italiana. Aunque ya est¨¢ de salida del cargo, durante los ¨²ltimos meses ha desempe?ado un papel muy relevante en la pol¨ªtica italiana. A finales del pasado a?o, su voz ¡ªunida a la de otros empresarios como Diego della Valle, due?o de los zapatos Tod¡¯s y restaurador del Coliseo¡ª sirvi¨® para estrechar la soga alrededor del cuello del inefable Silvio Berlusconi. Cuando el caim¨¢n todav¨ªa estaba vivo pol¨ªticamente y daba coletazos, la presidenta de los industriales tuvo la valent¨ªa ¡ªo el sentido de la oportunidad¡ª de entonar un p¨²blico basta ya. ¡°Los italianos¡±, denunci¨®, ¡°ya estamos hartos de ser el hazmerre¨ªr de la comunidad internacional. Y los emprendedores estamos cansados de ir al extranjero representando nuestros productos y ser acogidos con sonrisitas por culpas que no tenemos nosotros. Eso da?a al orgullo nacional y a nuestra capacidad de exportaci¨®n¡±.
Cobrada la pieza ¡ªy qu¨¦ pieza¡ª, Marcegaglia, como todo el pa¨ªs, acogi¨® con un suspiro de alivio la llegada al Gobierno de Italia de un hombre serio, con una s¨®lida formaci¨®n econ¨®mica ¡ªestudi¨® en Bocconi y en Yale y fue disc¨ªpulo del Nobel James Tobin¡ª, con los colmillos suficientemente retorcidos ¡ªya en los setenta particip¨® en un lobby fundado por David Rockefeller y m¨¢s recientemente asesor¨® a Coca-Cola y a Goldman Sachs¡ª y con un bagaje en Europa ¡ªdesde 1995 a 2004 fue comisario del Mercado Interior y de la Competencia¡ª que lo convert¨ªan en un profundo conocedor del laberinto europeo. De hecho, a mediados de noviembre de 2011, Europa y los mercados ¡ªo la Europa de los mercados¡ª lo colocaron al frente del Gobierno de Italia, al modo en que el Imperio nombraba a sus gobernadores para que gestionaran las provincias conquistadas. La bendici¨®n del presidente de la Rep¨²blica, Giorgio Napolitano, un viejo excomunista que goza de un respeto y una simpat¨ªa un¨¢nimes, y el alivio general por la marcha de Berlusconi hicieron el resto. Partidos pol¨ªticos, sindicatos, organizaciones empresariales ¡ªtambi¨¦n Marcegaglia¡ª y, sobre todo, los sufridos italianos otorgaron a Monti un voto de confianza, un salvoconducto para explorar los viciados y viciosos territorios de la pol¨ªtica, un ¡°doctor, proceda¡± para que amputara sin anestesia viejos y sacrosantos derechos adquiridos.
Exhibi¨® un fino sentido de la iron¨ªa desvelando qu¨¦ compr¨®, d¨®nde y cu¨¢nto pag¨® por su sobria cena de Nochebuena
Adem¨¢s, ciertos detalles de su personalidad o de su conocimiento del marketing ¡ªlleg¨® a Roma cargando su maleta de ruedas, esper¨® en el and¨¦n de Termini la llegada de su esposa, exhibi¨® un fino sentido de la iron¨ªa desvelando qu¨¦ compr¨®, d¨®nde y cu¨¢nto pag¨® por su sobria cena de Nochebuena, y no dud¨® en destituir fulminantemente a un colaborador que en el pasado se hab¨ªa dejado convidar a un hotel de lujo por empresarios de dudosa reputaci¨®n¡ª le granjearon la confianza, el respeto, la estima y la simpat¨ªa incluso de quienes, por principios, se muestran contrarios a la permanencia de un tecn¨®crata que no se someti¨® a las urnas al frente del Gobierno de la Rep¨²blica. La popularidad del profesor Monti, que lleg¨® a ser de casi un 80%, decay¨® tras los primeros ajustes, pero a¨²n sigue estando muy por encima de la de cualquier pol¨ªtico italiano del presente o del pasado, no digamos de aquel que durante dos d¨¦cadas dirigi¨® ¡ªes un decir¡ª los destinos del pa¨ªs y que ahora entretiene sus d¨ªas y su fortuna comprando palacios ¡ªel ¨²ltimo, en el lago de Como¡ª y tratando de que los jueces no lo condenen por corrupci¨®n o inducci¨®n a la prostituci¨®n de menores¡
Desde el principio, el primer ministro Monti, que adem¨¢s se reserv¨® para s¨ª la cartera de Econom¨ªa, tuvo claro que de nada servir¨ªan las reformas emprendidas en Italia si Europa y el mundo no ten¨ªan constancia de ellas. No estaba mal que los italianos lo estimaran, pero lo verdaderamente importante era que Europa, los mercados y hasta la opini¨®n p¨²blica mundial lo consideraran uno de los suyos. Su proyecto navegaba viento en popa ¡ªcon laudatoria portada de la revista Time incluida¡ª hasta que Emma Marcegaglia descolg¨® hace unos d¨ªas el tel¨¦fono y, al o¨ªdo del Financial Times, declar¨®:
¡ªLa reforma laboral de Monti es muy mala. No es la que hab¨ªamos acordado. Hubiese sido mejor no haber hecho nada, porque esta reforma no es la que necesita el pa¨ªs. En ning¨²n pa¨ªs de Europa existen unos contratos tan r¨ªgidos¡
Su tono acad¨¦mico no es exactamente divertido, pero los italianos ya se divirtieron con el anterior primer ministro
A los pol¨ªticos, y tambi¨¦n a los tecn¨®cratas metidos a pol¨ªticos, hay que juzgarlos m¨¢s por sus enfados que por sus sonrisas. Suelen ser m¨¢s sinceros los primeros que las segundas. Salvo en el caso de Berlusconi, cuyas palabras ten¨ªan la misma autenticidad que su bronceado o su creciente cabellera. Monti mont¨® en c¨®lera por las declaraciones de la l¨ªder empresarial. Hasta ese momento hab¨ªa dejado que la reforma laboral fuese gestionada por la ministra Elsa Fornero, aquella que rompi¨® en llanto al anunciar el recorte de las pensiones. El primer ministro, de hecho, se hab¨ªa dedicado a las relaciones p¨²blicas. Si, justa o injustamente, la caricatura de Rajoy es ya la de un presidente haciendo mutis por el foro del Senado, la de Monti es la de un primer ministro que habla y habla sin descanso, por la ma?ana, por la tarde, a la prensa nacional, a la prensa extranjera, a los pol¨ªticos propios y a los ajenos, en Roma y en Mil¨¢n, en Bruselas y en Londres, en Se¨²l y en Nueva York¡ Su tono acad¨¦mico no es exactamente divertido, pero los italianos ya se divirtieron suficientemente con el anterior primer ministro hasta que se les hel¨® la sonrisa y hasta el futuro. No obstante, ante las palabras de Marcegaglia, Monti perdi¨® la compostura. Se enfad¨®. Mucho, seg¨²n quienes lo escucharon y corrieron a cont¨¢rselo a la prensa. Tanto se irrit¨® el primer ministro que acus¨® a la presidenta de los industriales de esconder oscuras motivaciones tras sus cr¨ªticas al Gobierno:
¡ªEmma Marcegaglia quiere entrar en pol¨ªtica y por eso nos ataca. Y el problema es que con sus declaraciones traslada a los mercados la sensaci¨®n de que los empresarios italianos desconf¨ªan del Gobierno. Sus declaraciones [a Financial Times] hacen da?o porque tienen una enorme influencia sobre los mercados¡
En solo 24 horas se carg¨® las aspiraciones de Roma a los Juegos Ol¨ªmpicos y anul¨® la compra de 41 aviones de combate
El asunto no parece ni mucho menos anecd¨®tico. Al contrario que los remotos gobernadores del Imperio, Monti sab¨ªa d¨®nde se met¨ªa cuando a mediados del pasado mes de noviembre acept¨® el encargo ¡ªde Europa, de los mercados, del presidente napolitano y de ese dedo misterioso¡¡ª de corregir la deriva de Italia hacia el precipicio. Nada m¨¢s llegar al Gobierno, Monti aprob¨® un decreto que llam¨® Salva Italia y que contempla un ajuste de 30.000 millones de euros entre 2012 y 2014, el resultado de reducir 12.000 millones de gastos y aumentar la recaudaci¨®n en 18.000 millones. A continuaci¨®n, y sin tomarse un respiro, anunci¨® un ambicioso plan para recortar los privilegios de ciertos colectivos ¡ªdesde notarios a farmac¨¦uticos, pasando por abogados, taxistas o due?os de gasolineras¡ª que hasta ahora eran intocables. El imperturbable primer ministro italiano fue capaz, en solo 24 horas, de cargarse las aspiraciones de Roma a los Juegos Ol¨ªmpicos, de anular la compra de 41 aviones de combate, de pronunciar un discurso en Estrasburgo en el que por poco lo sacan a hombros y, para rematar la faena, de anunciar que la Iglesia italiana (la mayor casera de la Rep¨²blica) tendr¨¢ que pagar a partir de ahora el impuesto de bienes inmuebles, un viejo privilegio que Silvio Berlusconi agrand¨® ladinamente para intentar desgravar unos meses de su imparable camino hacia el infierno.
Cercano al Papa y a ¡°los poderes fuertes¡± de Italia, Mario Monti, cuyo padre naci¨® y se cri¨® en Luj¨¢n (Argentina), donde su familia hab¨ªa instalado una f¨¢brica de cervezas y licores, sigue caminando sobre las aguas de la pol¨ªtica, un mar muerto desde hace a?os por la corrupci¨®n y las malas artes. De hecho, desde que Monti lleg¨® a la vida pol¨ªtica de Italia, los esc¨¢ndalos han ido visitando a un partido tras otro sin olvidarse de uno. Tal vez sea fruto de la casualidad, de otro misterio romano o de la sibilina mano de Monti, pero lo cierto es que fiscales y polic¨ªas han destapado en las ¨²ltimas semanas un conglomerado de actuaciones irregulares que afectan a todo el arco parlamentario, desde la izquierda moderada de Pier Luigi Bersani a la derecha nacionalista, obscena y xen¨®foba de la Liga Norte, cuyo l¨ªder y baluarte de los ¨²ltimos Gobiernos de Berlusconi, Umberto Bossi, ha tenido que marcharse avergonzado por unos hijos trincones y una esposa que dedicaba el dinero de los contribuyentes a extra?os rituales de magia negra. El caso es que lo que esta semana ha advertido el ministro Luis de Guindos a la opini¨®n p¨²blica espa?ola ¡ªo hacemos los recortes nosotros o vendr¨¢ un t¨ªo de Bruselas con peores pulgas¡ª ya lo hab¨ªa dicho tambi¨¦n Mario Monti a los italianos. Yo o el caos. Ese es su lema. De hecho, en el primer conato de enfado, a finales de marzo, el profesor de Econom¨ªa amenaz¨® con tomar el portante: ¡°Si el pa¨ªs, representado por las organizaciones sindicales y los partidos pol¨ªticos, no est¨¢ listo para que hagamos una buena reforma laboral, el Gobierno puede marcharse¡¡±.
De las cuatro banderas que enarbol¨® ¡ªrigor, crecimiento, desarrollo e igualdad¡ª solo se tienen noticias de la primera
No se ir¨¢. Pero ganas no han de faltarle. La Italia que le dej¨® Berlusconi, con la colaboraci¨®n de una oposici¨®n que no pudo o no supo plantear alternativas, deja mucho que desear. Infraestructuras insuficientes y anticuadas, sanidad p¨²blica desbordada, j¨®venes con el futuro bloqueado por la gerontocracia y los enchufes, la criminalidad en aumento, las c¨¢rceles a rebosar, la Mafia poni¨¦ndose las botas ¡ªsi los bancos no prestan, a qui¨¦n acudir en busca de dinero fresco¡¡ª y una burocracia gruesa, pesada, sin capacidad para ejecutar los planes de austeridad o de lucha contra la evasi¨®n que requiere la coyuntura. El resultado es muy preocupante. De las cuatro palabras que enarbol¨® Monti como las cuatro banderas de su gesti¨®n ¡ªrigor, crecimiento, desarrollo e igualdad¡ª, solo se tienen noticias de la primera. Un rigor que de tan excesivo se puede convertir en rigor mortis. Que se lo digan si no a las decenas de miles de trabajadores que se est¨¢n quedando colgados del abismo al saltar del trabajo a la jubilaci¨®n. Muchos de ellos ¡ªel Gobierno dice que son 60.000, pero los sindicatos aseguran que ser¨¢n cientos de miles¡ª pactaron la prejubilaci¨®n con sus empresas, pero al ser aumentada la edad de jubilaci¨®n se han quedado sin nada. Sin sueldo, sin jubilaci¨®n, sin derecho al desempleo. Tienen 57, 60, 63 a?os¡ Los llaman ¡°esodati¡±, una palabra de dif¨ªcil traducci¨®n al espa?ol, pero que viene de ¨¦xodo. Son los exiliados del trabajo, la di¨¢spora del bienestar¡
El presidente Napolitano, su gran valedor, acaba de declarar que ya se acab¨® el tiempo de las grandes palabras
El tecn¨®crata que lleg¨® de Europa para salvar a Italia, el profesor en el que sus compatriotas siguen confiando, el pol¨ªtico que a¨²n tiene el apoyo del arco parlamentario, empieza a tener graves problemas. Y no solo porque sus reformas no les gusten ni a los sindicatos ¡ªque el viernes retomaron las calles¡ª ni a los empresarios, sino porque a¨²n nadie ve al final del t¨²nel alg¨²n reflejo de crecimiento, desarrollo o igualdad. Sus planes para recortar los privilegios de las castas se quedaron pr¨¢cticamente en nada y a su foto en la portada de Time le est¨¢n saliendo ojeras. Lo dif¨ªcil no es llegar, sino mantenerse. Y el presidente Napolitano, su gran valedor, el referente moral de la Rep¨²blica, acaba de declarar que ya se acab¨® el tiempo de las grandes palabras.
¡ªAhora hacen falta hechos. No basta con invocar continuamente la palabra crecimiento¡
Es el primer aviso serio. Nada m¨¢s y nada menos que del presidente de la Rep¨²blica, el que lo nombr¨® senador vitalicio unas horas antes de encargarle el Gobierno. El reinado ef¨ªmero de Mario Monti, al que se le empieza a agriar el car¨¢cter a medida que se le nubla el horizonte, est¨¢ acompa?ado de varios misterios. Se sabe que cont¨® con el apoyo expl¨ªcito e incondicional de Giorgio Napolitano, y que ¨¦ste mantuvo charlas con Angela Merkel en las v¨ªsperas de su entronizaci¨®n. Pero ?qui¨¦n lo propuso realmente? ?Cu¨¢les eran los t¨¦rminos del contrato¡? No hay contestaci¨®n a ninguna de las preguntas ni tampoco prisa por responderlas. En Roma gustan mucho los misterios. Sobre todo si son irresolubles. ?Por qu¨¦ hay un mafioso enterrado en la cripta de la bas¨ªlica de San Apolinar junto a cardenales y obispos¡?
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