Las pizarras de la discordia

Lu¨ªs, mucho mejor hoy que hace unos d¨ªas donde parec¨ªa usted expulsar sapos y culebras desde lo m¨¢s profundo de sus entra?as. Una digesti¨®n dif¨ªcil de metabolizar, la de la p¨¦rdida de autoridad en Latinoam¨¦rica, que definitivamente no se calla ni debajo del agua. Insiste usted en ¡°las reglas del juego¡± sin dar m¨¢s explicaciones de por qui¨¦n y en qu¨¦ testamento se han establecido dichas reglas. Intuyo que las reglas son las del liberalismo, y que como reza la teor¨ªa Mariana de la econom¨ªa local, no hay otro camino posible (las reglas del juego), si uno quiere estar en el club de los decentes. El ¡°fin de la historia¡±, ideol¨®gica y econ¨®mica, que anunciara hace unos d¨ªas Mariano Rajoy. Lo cierto es que el mantra liberal est¨¢ en la uvi, revisando su moral, o fabric¨¢ndose una a la medida, seg¨²n se mire. Para muchos lo amoral no es el capitalismo sino las personas, o estados, que lo practican de mala fe. Pero si el capitalismo est¨¢, en sus fundamentos, fuera de la cr¨ªtica moral, los sistemas sociales que perge?a tambi¨¦n lo estar¨ªan, y por lo tanto no podr¨ªamos determinar si son justos o injustos, puesto que la moral solo es aplicable a las personas. Y son estas personas que defienden las reglas del juego liberal, las que desde los p¨²lpitos medi¨¢ticos vienen a dar lecciones de moral, seg¨²n unos principios que, como ha quedado de manifiesto, no poseen. No basta por tanto con ser una decente democracia, si no se pasa por la vicar¨ªa del liberalismo, no se obtiene la licenciatura en libertades y moral, que conceden la "academia". Un observador poco respetuoso con las teor¨ªas de las reglas del juego, y con la mala fe de los dem¨¢s, se dar¨ªa cuenta que hay otras explicaciones de los acontecimientos. Todos los pa¨ªses que tienen reservas en riquezas naturales, tienden a protegerlas, con m¨¢s o menos acierto, de los depredadores habituales, que son, dependientes de ellas, con el objetivo de protegerlas, y preservarlas para que sean ellos los primeros beneficiarios. Cuando Ir¨¢n nacionaliz¨® sus reservas energ¨¦ticas, los que dependen de ellas para la supervivencia de sus modelos sociales, montaron en c¨®lera. C¨®lera que les dura hasta la fecha y que en su d¨ªa incluso elevaron sus protestas ante la ONU, en lo que consideraban un esc¨¢ndalo y un robo, como ocurre hoy con YPF, las consecuencias de aquello son de sobra conocidas; un genocidio para preservar los principios morales del capitalismo. Espa?a es un pa¨ªs pobre, es decir, dependiente de los recursos naturales que tienen otros. Como por otra parte somos muy sensibles con el medio ambiente, no queremos centrales nucleares ni perforar las costas canarias en busca del combustible que no tenemos, y claro, as¨ª nos va. Sudam¨¦rica es una colosal mina de riquezas, de la que dependen pa¨ªses como EE.UU. y China para su desarrollo.

Cuesti¨®n de geolog¨ªa variable.

Se precisan ge¨®logos de urgencia para dirigir la pol¨ªtica exterior de los pa¨ªses. Antes de hablar con un pa¨ªs, saber de qu¨¦ se compone su subsuelo, no vaya a ser que metamos la pata y luego nos siegue la hierba bajo los pies.

Es cierto que en Sudam¨¦rica hay mucha pobreza, pero cada vez menos, sin duda esto debe ser gracias al capitalismo. Deber¨ªamos estar todos muy contentos por la fortuna haber logrado gracias a la ayuda del liberalismo y de los tratados de Libre Comercio, tan ventajosos para los ¡°muertos de hambre¡±, sacar a millones de personas de la pobreza. En vez de alegrarnos por esta ¡°primavera econ¨®mica¡± y celebrarlo, todo son caras largas y de preocupaci¨®n; su primavera es nuestro invierno. Algunos, en su enajenaci¨®n acusan de robo a los que durante tanto tiempo fueron robados y, exterminados. En esto del robo, los que denuncian ser robados, tienen una larga y documentada experiencia sobre el asunto. S¨ª la colonizaci¨®n y neocolonizaci¨®n posterior no fueron un robo absoluto de los recursos naturales, am¨¦n de otros actos civilizadoramente sangrientos, tampoco lo debe ser lo que pueda traernos la actividad humana posterior. Los subdesarrollados, era el nombre con el se conoc¨ªa a un gran n¨²mero de pa¨ªses para diferenciarlos de los desarrollados, o algo menos pero no tanto; en v¨ªas de desarrollo, o algo m¨¢s que la media; del tercer mundo, directamente ¡°muertos de hambre¡±, hoy muchos de aquellos son emergentes, una categor¨ªa m¨¢s acorde a la nueva distribuci¨®n de la riqueza mundial, propiciada por el humanitario capitalismo. Como dice el ex presidente Menem, que en su d¨ªa privatizase la petrolera; ¡°los tiempos han cambiado, votar¨¦ a favor de la nacionalizaci¨®n de YPF¡± Si la actividad humana es din¨¢mica tambi¨¦n lo deben ser las ¡°reglas del juego¡± que van actualiz¨¢ndose a la nueva situaci¨®n. La nueva situaci¨®n es la que se deriva de la reivindicaci¨®n del poder que de facto detentan, los llamados emergentes, frente a los que hist¨®ricamente hab¨ªan detentado. El affaire Odyssey nos revela cuales son las reglas del juego, las que establece la ¡°justicia¡± de los tribunales, obligan a la empresa buscadora de tesoros a devolver a Espa?a el contenido recogido de la fragata Nuestra Se?ora de las Mercedes, por haber sido retirados en aguas nacionales, si bien el oro que hab¨ªa en sus bodegas hab¨ªa sido robado a lo que hoy es Per¨². Quiero decir que el concepto de lo que nos pertenece seg¨²n el derecho internacional, es sospechoso. Uno tiene la sensaci¨®n de que el derecho fue construido para dar legalidad a una situaci¨®n que de facto era ilegal. Este es el laberinto de la historia de la civilizaci¨®n en el que nos encontramos.(http://www.elclarin.cl/web/index.php?option=com_content&view=article&id=4468:repsol-despierta-la-bestia-colonialista&catid=13:politica&Itemid=12)