Esperando a Romney
El candidato republicano tiene ahora que mostrar un perfil aceptable para la mayor¨ªa


El expresidente Jimmy Carter, un polo de disidencia en sus ¨²ltimos a?os, sorprendi¨® esta semana a todos al afirmar que se sentir¨ªa ¡°c¨®modo¡± con Mitt Romney en la presidencia. ¡°Creo que Romney se ha comportado en el pasado como un moderado o un progresista, fue competente como gobernador y tambi¨¦n dirigiendo los Juegos Ol¨ªmpicos de Salt Lake City¡±, declar¨® a la cadena de televisi¨®n NBC.
Sin mencionar a Carter, la Casa Blanca reaccion¨® inmediatamente con un discurso del vicepresidente, Joe Biden, en el que asegur¨® que Romney ve el mundo ¡°desde el prisma de la guerra fr¨ªa¡± y, recordando unas palabras recientes en las que el candidato republicano afirmaba que Rusia era ¡°el enemigo estrat¨¦gico n¨²mero 1 de Estados Unidos¡±, advirti¨® de que su victoria en las elecciones presidenciales de noviembre significar¨ªa el regreso al pasado de un mundo polarizado y en conflicto.
Las encuestas le dan el 43,6%, frente al 47,9% del presidente Obama
Poco ha dicho hasta ahora el propio Romney en esta campa?a electoral para dar definitivamente la raz¨®n a uno o a otro. Concentrado esencialmente en obtener la nominaci¨®n frente a rivales m¨¢s conservadores que ¨¦l y en un partido cuya base ha girado fuertemente a la derecha desde hace tiempo, Romney no ha tenido hasta ahora oportunidad de dirigirse al conjunto del pa¨ªs.
Pero ese momento ya ha llegado. Su principal contrincante, Rick Santorum, est¨¢ fuera de la carrera y convocando a la unidad. Newt Gingrich, a punto de retirarse tambi¨¦n, ha perdido toda relevancia. Romney tiene ya asegurado su nombramiento en la convenci¨®n republicana del mes de agosto y est¨¢ obligado, por tanto, a darse a conocer a la naci¨®n.
Su posici¨®n de partida es buena. No ha cometido errores irreparables a lo largo de las primarias, no hay, que se sepa, borrones peligrosos en su historial personal, su campa?a tiene un fuerte apoyo financiero y su figura es fotog¨¦nica y presidencial. Diferentes encuestas lo sit¨²an entre siete puntos de desventaja con Barack Obama y un empate. La media de la p¨¢gina web Real Clear Politics mostraba ayer un 47,9% para Obama y un 43,6% para Romney, lo que permite anticipar unas elecciones competitivas y abiertas.
El desaf¨ªo para Romney es el de acertar con el perfil que va a mostrar a sus compatriotas ahora que ha llegado la hora de hacerlo. El candidato republicano es en estos momentos, esencialmente, un desconocido. Su respaldo actual est¨¢ m¨¢s basado en la oposici¨®n al actual presidente y en la esperanza ciega de que algo mejor lo sustituya, que en los m¨¦ritos reconocibles del aspirante. Romney compite, adem¨¢s, contra un hombre que goza de un afecto personal muy superior al apoyo a su gesti¨®n. En una encuesta reciente de The Wall Street Journal-NBC, un 63% expresaba una opini¨®n positiva sobre Obama, un 30%, de ellos, muy positiva. Romney tendr¨¢ que demostrar, por tanto, no solo que tiene buenas ideas para mejorar la situaci¨®n econ¨®mica, sino tambi¨¦n que posee la personalidad que los norteamericanos esperan de su presidente.
Lo que hemos visto hasta ahora en las primarias, con descalificaciones de cariz ideol¨®gico a cualquier aspecto de la gesti¨®n de Obama, incluida su ampliamente respaldada pol¨ªtica de seguridad, no apuntan en la direcci¨®n centrista y moderada que se requiere para obtener los votos de los independientes y conformar las mayor¨ªas necesarias para ganar unas elecciones. Radical en su oposici¨®n al aborto y el control de natalidad, Romney se ha creado dificultades con el voto femenino. Sin contemplaciones con la inmigraci¨®n ilegal, el candidato republicano tiene en estos momentos peores cifras entre los electores hispanos que las que obtuvo John McCain hace cuatro a?os. Confiado en que la situaci¨®n econ¨®mica es su gran baza para una victoria, se ha negado a reconocer la evidencia de la reducci¨®n del desempleo y del crecimiento del producto interior bruto, aunque ambos sean de forma modesta. Hace unos d¨ªas, Romney pronunci¨® un mitin criticando el alto ¨ªndice de paro, sin reparar que lo hac¨ªa en una f¨¢brica de Ohio en la que se hab¨ªan perdido cientos de empleos durante la gesti¨®n de George W. Bush y se han recuperado una parte de ellos en la actual Administraci¨®n.
Los m¨¢s cr¨ªticos le reprochan su facilidad para cambiar de opini¨®n
Ese Romney conservador y ardientemente anti-Obama parece imprescindible para aglutinar al Partido Republicano y generar el deseo de un cambio de rumbo. Pero se conoce la existencia de otro Romney, ese que le ofrece tranquilidad a Carter y que convenci¨® a los electores de un Estado progresista como Massachusetts, el territorio de los Kennedy, para que lo eligieran como gobernador. Ese Romney moderado y pragm¨¢tico aparece en su biograf¨ªa desde el momento mismo de la cuna: su padre, George Romney, fue un gobernador centrista de Michigan ¡ªapoy¨® el movimiento por los derechos civiles¡ª y candidato presidencial republicano, derrotado en 1968 por Richard Nixon por mostrar ciertas dudas sobre la guerra de Vietnam.
Criado en el mundo de los negocios ¡ªy de los negocios de alto riesgo, como la firma de inversiones Bain Capital, de la fue cofundador en 1984 y donde trabaj¨® durante 15 a?os¡ª, ha entendido la pol¨ªtica, esencialmente, como la labor de resolver problemas colectivos de la forma m¨¢s eficaz posible. Tanto en su tiempo de ejecutivo como en el de pol¨ªtico, ha evitado la confrontaci¨®n personal y el conflicto, entendidos como una p¨¦rdida de tiempo. En 1994 compiti¨® y perdi¨® con Edward Kennedy por un esca?o en el Senado, y acab¨® la campa?a convertido en un buen amigo del gran t¨®tem de la izquierda, una relaci¨®n que dur¨® hasta su muerte.
Lo que es una virtud para adaptarse a las circunstancias, en el caso de Romney puede convertirse tambi¨¦n en un serio inconveniente. Lo que m¨¢s ha trascendido sobre ¨¦l hasta el momento es su facilidad para cambiar de opini¨®n. Se le ha llamado ¡°la pizarra m¨¢gica¡±, esas en las que se hace desaparecer al instante el ¨²ltimo dibujo para sustituirlo por uno nuevo. El otro ¨¢ngulo de Romney en el que se ceban los humoristas es el de su dinero. Aunque cada d¨ªa repite que no tiene por qu¨¦ pedir perd¨®n por su ¨¦xito como empresario, ciertamente un hombre con una fortuna superior a los 250 millones de d¨®lares y que paga un 15% de impuestos no es, precisamente, el americano medio.
Habr¨¢ que esperar al otro Romney, al que se sospecha que existe, al que una vez existi¨®, para comprobar si puede compensar los defectos del actual.
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