El monarca apresurado
El presidente que elige Francia cada cinco a?os es un monarca apresurado. Que es monarca aunque sea de una Rep¨²blica no ofrece duda alguna a los franceses, que cuentan entre las excepciones que diferencian a su pa¨ªs la de elegir a un presidente dotado de la pompa y circunstancia, los poderes e incluso los privilegios de un aut¨¦ntico soberano reinante. Que es apresurado lo demuestra tambi¨¦n la rapidez con que se resuelve la sucesi¨®n de un presidente al otro, en abierto contraste con la demora de la rep¨²blica que ha sido siempre espejo y a veces contraste de la francesa.
Francia resuelve su transici¨®n presidencial en 10 d¨ªas. Si pudiera, todav¨ªa utilizar¨ªa menos, tanta es la premura del tiempo. En la noche de la victoria, apenas proclamados los resultados, todos los espadachines est¨¢n ya en campa?a para las elecciones legislativas que se celebrar¨¢n los d¨ªas 10 y 17 de junio. El presidente entrante quiere una mayor¨ªa de su propio color, que le permita aplicar su programa; mientras que los amigos del presidente saliente quieren mantener su vieja mayor¨ªa para forzar una cohabitaci¨®n que ate las manos del que se acaba de instalar.
La urgencia del calendario no deriva ¨²nicamente de la pol¨ªtica interior. La fecha electoral coincide con uno de los picos anuales de la reunionitis internacional. El G-8, el G-20, la OTAN y la permanentemente agitada y reunida UE llenan el calendario del reci¨¦n elegido sin darle respiro en cosa de 15 d¨ªas. En pocas horas hay que cambiar de chip y pasar de las promesas electorales y los achuchones populares a las expresiones medidas y los saludos protocolarios de la alta diplomacia.
En el caso de Fran?ois Hollande, que no ha formado parte de ning¨²n Gobierno ni ha pisado hasta ahora las gruesas alfombras de la escena mundial, el contraste es m¨¢s acusado. La expectaci¨®n ante el desconocido es enorme. Sobre todo por la dimensi¨®n de los rompecabezas que encontrar¨¢ ante s¨ª, empezando por la crisis europea, con el brazo griego inflamado y el espa?ol infectado por el agujero de Bankia. Pero donde toda Europa le observa con atenci¨®n y suspense es en su relaci¨®n con Angela Merkel, a la que deber¨¢ convencer de que los europeos no devolver¨¢n nunca sus deudas si no crecen y no crecer¨¢n si solo se les sigue recetando una y otra vez la f¨®rmula del dolor y del recorte. El monarca apresurado tiene que darse prisa.
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