?A qui¨¦n teme Putin?
Con la ley represiva de las marchas y las redadas en casas de opositores, el Kremlin puede haber dado a la disidencia un gran empuj¨®n de popularidad
No nos equivoquemos. No es que Vlad¨ªmir Putin no quiera tener oposici¨®n, lo que ocurre es que la quiere ¡ªy la necesita¡ª de dise?o. Unos requisitos que no cumple el abigarrado movimiento que, a falta de mejor definici¨®n, podr¨ªamos llamar oposici¨®n informal.
Cae dentro de la l¨®gica pues que, como explica la prensa rusa, el presidente firmara la semana pasada un proyecto de ley destinado a aumentar la multa individual hasta 300.000 rublos (unos 7.200 euros) por participar en ¡°protestas ilegales¡± y hasta un mill¨®n de rublos por organizarlas, cuando antes rondaba los 5.000 rublos en ambos casos.
El argumento a favor de esta ley que hizo aprobar Rusia Unida, el principal pero menguante partido en la Duma, es la necesidad de garantizar la protecci¨®n de los transe¨²ntes contra posibles actos de violencia de los manifestantes. Lejos quedan, como recordaba recientemente el conocido diario Nezavisimaya Gazeta (que dej¨® hace tiempo de ser la voz cr¨ªtica que fue anta?o), las declaraciones del entonces presidente Dmitri Medv¨¦dev, que afirmaba en noviembre de 2010 que ¡°el derecho a celebrar actos p¨²blicos est¨¢ directamente relacionado con los derechos de los ciudadanos a participar en la gesti¨®n de los asuntos del Estado, a la libertad de opini¨®n, y otros derechos constitucionales¡±.
Los rusos quieren dejar de ser tratados como sujetos feudales
A pesar de todo, los l¨ªderes de esta oposici¨®n informal han llamado para ma?ana martes a participar en la primera gran manifestaci¨®n de protesta desde la vuelta al poder de Putin en su tercer mandato (esta vez de seis a?os de duraci¨®n, en lugar de cuatro anteriores). Se espera que la concentraci¨®n sea masiva pero, en verdad, el poder de convocatoria que vamos a presenciar es a¨²n una inc¨®gnita. De hecho, es muy posible que, con la ley represiva y las redadas en las casas de los m¨¢s destacados l¨ªderes opositores, el Kremlin haya regalado a los disidentes un magn¨ªfico empuj¨®n a su popularidad y acabe cosechando lo contrario de lo que pensaba sembrar.
Esta nueva oposici¨®n que ha conseguido un lugar visible en el espacio p¨²blico es sin duda un fen¨®meno nuevo, a¨²n dif¨ªcil de discernir, y todo permite pensar que su representatividad es m¨¢s alta que lo que las meras cifras de los participantes en las manifestaciones callejeras indican. La sociedad rusa se ha diversificado y la proporci¨®n de los que ya no dependen directamente del Estado ha pasado a ser mayoritaria. Por otra parte, el innegable aumento del nivel de vida material, que hab¨ªa silenciado a amplias capas sociales durante varios a?os, ya no es suficiente para compensar una creciente exigencia de los rusos de ser tratados como ciudadanos modernos y no como sujetos feudales.
La oposici¨®n a¨²n sufre el lastre de la rivalidad entre personalidades
Sin embargo, la ausencia de Estado de derecho en Rusia deja a la oposici¨®n en una situaci¨®n muy compleja a la hora de dise?ar t¨¢cticas de momento y estrategias de futuro. Como observa con acierto Aleksey Malashenko, un destacado analista ruso, ¡°el equipo de Putin cuenta con el poder del presidente y el de sus seguidores; el equipo de los opositores solo puede confiar en sus propias fuerzas¡±. Pero el problema va m¨¢s all¨¢. Esta oposici¨®n es estructuralmente d¨¦bil, ideol¨®gicamente muy diversa, y a¨²n demasiado dependiente del viejo lastre ruso de la rivalidad entre personalidades. De momento, su principal factor de fuerza y cohesi¨®n es precisamente la l¨®gica opositora (el enemigo com¨²n) pero le queda mucho camino que recorrer para llegar a ser una alternativa real (el proyecto com¨²n). Aun as¨ª, y aunque la manifestaci¨®n no llegue a cumplir las expectativas, a medio plazo, la victoria para el actual poder ser¨¢ p¨ªrrica.
Carmen Claud¨ªn es Directora de investigaci¨®n en el Centro de Estudios y Documentaci¨®n Internacionales de Barcelona (CIDOB).
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