El fracaso alem¨¢n a mando ¨²nico de Europa
Jacques Delors dijo que la situaci¨®n hace mucho que dej¨® de necesitar bomberos para exigir un arquitecto, y Merkel no ha sido capaz, hasta ahora, de ejercer ese papel.
Intentar comprender lo que sucede en Europa sin hacer un esfuerzo por acercarse a las posiciones de Angela Merkel es, probablemente, injusto y, seguramente, est¨¦ril. Pero es tambi¨¦n insufrible que el Gobierno alem¨¢n no acepte la evidencia: ha estado cuatro a?os dirigiendo, casi en solitario, la pol¨ªtica econ¨®mica de la eurozona y pr¨¢cticamente ninguna de sus decisiones ha dado resultado. Inyectar 100.000 millones de euros en la banca espa?ola, pero hacerlo pesar sobre la deuda, dispar¨® la prima de riesgo, como ya le advirti¨® el Gobierno de Madrid que ocurrir¨ªa, por mucho que lo negara ante los sufridos espa?oles.
De nada sirve a los alemanes quejarse de que Espa?a estuvo diez a?os inmersa en una burbuja inmobiliaria. Merkel sabe perfectamente que PSOE y PP ya sacrificaron todo lo sacrificable al incluir en la Constituci¨®n que el pago de la deuda ser¨ªa la prioridad absoluta de generaciones de espa?oles y que nunca sobrepasar¨ªan el d¨¦ficit que le indicara la UE.
La realidad es que, con Alemania al frente, la eurozona ha ganado meses, pero no ha encontrado una salida. Como dijo Jacques Delors, la situaci¨®n hace mucho que dej¨® de necesitar bomberos para exigir un arquitecto, y Merkel no ha sido capaz, hasta ahora, de ejercer ese papel. Nadie en la Uni¨®n Europea puede ya tener muchas dudas al respecto. No es culpa solo de Berl¨ªn, desde luego, sino tambi¨¦n de una d¨¦bil Comisi¨®n, con un d¨¦bil presidente, c¨®modamente decidido, como muchos otros Gobiernos europeos, a dejar en las poderosas manos alemanas la soluci¨®n de un problema que tem¨ªan que les desbordara.
El Gobierno alem¨¢n? ha estado cuatro a?os dirigiendo y pr¨¢cticamente ninguna de sus decisiones ha dado resultado.
El problema hoy no es que algunos pa¨ªses del sur hayan sido, o est¨¦n siendo, humillados por esas pol¨ªticas; al fin al cabo, un dicho popular espa?ol afirma que de la humillaci¨®n nace muchas veces el coraje. Pero del fracaso nace el suicidio y los totalitarismos no se edifican sobre sus virtudes, sino sobre los errores de los dem¨®cratas, como explic¨® Camus y como se ha dejado escrito en miles de libros de historia europea.
La construcci¨®n de la UE atraviesa sus semanas m¨¢s peligrosas y hay ya poco tiempo para reaccionar. Alguien tan poco dado a dramatizar como el exresponsable de la pol¨ªtica exterior y de seguridad de la UE Javier Solana advirti¨® que tiene que acabar de una vez ¡°este juego macabro¡±. No es cierto que no haya forma de pararlo. El Parlamento Europeo, por ejemplo, con el apoyo de una gran mayor¨ªa, aprob¨® el pasado mi¨¦rcoles un doble paquete de normas que dibuja una salida estable, incluyendo un Fondo de Amortizaci¨®n de Deuda que absorba la que supere el 60% del PIB de los pa¨ªses en problemas y que permita refinanciarla a 25 a?os y a un 3% de inter¨¦s
El proceso de la Uni¨®n es algo precioso, una de las ideas m¨¢s atrayentes, inteligentes y fruct¨ªferas de nuestra historia reciente, como para que sea concebible un fracaso, v¨ªctima de la fuerza ciega del dinero, es decir, de la indefinici¨®n de una moneda, el euro, que naci¨® hip¨®critamente coja y que ya no puede andar sin la pol¨ªtica fiscal y la uni¨®n bancaria. Claro que la historia demuestra que todo lo que puede ir mal, va mal si no se pone remedio.
Nuestro modelo es un ejemplo benevolente para el resto del mundo. Necesita, sin duda, adecuarse a nuevos problemas y a dif¨ªciles desaf¨ªos, pero nace de un compromiso b¨¢sico que debe ser respetado y que debe incluir a Grecia, cuyos ciudadanos votan de nuevo hoy domingo, y a los que, a cambio de verdaderas reformas, hay que permitir una renegociaci¨®n del tipo propuesto ahora por el Parlamento de Bruselas.
Homero, aquel griego que sol¨ªa ser traducido en las escuelas de toda Europa hasta el siglo pasado y que daba siempre sensatos consejos, ense?¨® a millones de muchachos y muchachas que ¡°los dioses traman la destrucci¨®n de los mortales para que sus herederos tengan cosas que contar¡± y que siempre es mejor marchar acompa?ado, porque ¡°si no es uno, es el otro el que advierte lo que es m¨¢s necesario, mientras que si uno anda solo, aunque piense, el esp¨ªritu es tardo y penosas las resoluciones¡±.?
solg@elpais
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