El islamismo aspira a transformar Egipto
Los Hermanos Musulmanes quieren instaurar una ¡°nueva civilizaci¨®n¡± en el pa¨ªs con el proyecto Renacer para impregnar la sociedad de los principios religioso
Los Hermanos Musulmanes han ganado las elecciones. Es ahora cuando llega la hora de la verdad, de poner en pr¨¢ctica el modelo de sociedad, con el que llevan so?ando m¨¢s de medio siglo. La Junta Militar no les dejar¨¢ las manos libres para hacer y deshacer a su antojo. Pero por primera vez tienen poder ejecutivo y un cierto margen de maniobra para tratar de mejorar la vida de los millones de egipcios empobrecidos y abandonados a su suerte durante la era de Hosni Mubarak.
En su primer discurso tras conocerse su victoria, Mohamed Morsi, el nuevo presidente, prometi¨® gobernar para todos los egipcios, 10% de cristianos egipcios incluidos. Fue una intervenci¨®n muy conciliadora con la que quiso ahuyentar los temores de muchos egipcios que piensan que los islamistas les llevar¨¢n poco menos que de vuelta a la edad media. ¡°Ser¨¦ el presidente de todos los egipcios¡±, dijo.
Su alocuci¨®n estuvo tambi¨¦n plagada de referencias a Al¨¢ y al Cor¨¢n y a ratos pareci¨® m¨¢s un serm¨®n religioso que un discurso presidencial. Porque una cosa es que el nuevo presidente se comprometa a respetar a los que no comparten su islamismo y otra, que tenga intenci¨®n de renunciar a su ideario. Dotar al pa¨ªs de una nueva identidad bajo el lema ¡°el islam es la soluci¨®n¡± es su misi¨®n. Crear ¡°una nueva civilizaci¨®n¡± en Egipto; una que se inspire en los principios del islam, es la herc¨²lea tarea que tiene por delante este ingeniero educado en California.
Su proyecto de pa¨ªs tiene un nombre. Se llama Renacer y abarca todo lo abarcable: sociedad civil, Estado y sector privado. Se trata de un ambicioso compendio de ideas inspiradas en el Cor¨¢n y traducidas en pol¨ªticas concretas. En Nasser City, a las afueras de El Cairo se encuentra el cuartel general de Renacer. All¨ª, Gehad el Haddad, miembro del consejo directivo y portavoz de la Hermandad, explica qu¨¦ modelo de pa¨ªs tienen en la cabeza.
En perfecto ingl¨¦s y tableta en mano asegura que ¡°la idea es partir de cero. Crear una nueva civilizaci¨®n¡±. Explica que en 1997 empezaron a esbozar Renacer. Lanzaron proyectos piloto montando ONG y empresas que cumplieran los preceptos isl¨¢micos ¡ªnada de vender tabaco o alcohol entre muchas otras prohibiciones¡ª. Se trataba de destilar los textos del Cor¨¢n; de aplicar los principios generales del islam a la sociedad egipcia. Desarrollo urban¨ªstico, pol¨ªtica fiscal, financiera¡ todo quedar¨ªa impregnado de los preceptos isl¨¢micos. Para ello, formaron comit¨¦s mixtos en los que los sabios religiosos trabajaron codo con codo con economistas o ingenieros.
Tahrir sigue en pie de guerra
Que Mohamed Morsi haya ganado las elecciones no quiere decir que sus seguidores vayan a desmontar el campamento levantado en la plaza de Tahrir. La escena era este lunes lo m¨¢s parecido a la ma?ana siguiente de un festival de rock. Los festejos electorales hab¨ªan durado hasta entrada la ma?ana. La multitud dormitaba por el suelo. Los tenderetes, que desde el pasado martes han ido poco a poco cubriendo la c¨¦ntrica plaza y que dan algo de sombra en este verano abrasador, no se hab¨ªan movido. A primera hora de la tarde, el tr¨¢fico estaba de nuevo cortado y la plaza tomada por los manifestantes.
Los Hermanos Musulmanes quieren mantener la presi¨®n. El primer paso ¡ªque se reconociera su victoria en las urnas¡ª ya lo han conseguido. Ahora toda la presi¨®n de la calle va dirigida a forzar a los militares a dar marcha atr¨¢s. Los congregados en Tahrir quieren que la Junta Militar derogue el decreto constitucional por el que recorta las atribuciones del presidente y se hace con el control del poder legislativo. ¡°Presionar hasta que se alcance un acuerdo y siempre que podamos seguir proporcionando comida y agua¡±, explica un portavoz de la Hermandad.
Tahrir vuelve a ser el campo de batalla de la lucha pol¨ªtica, pero, esta vez, los protagonistas son los islamistas. Hay algunas mujeres, aunque la gran mayor¨ªa son hombres. Muchos de ellos llevan barba recortada al estilo salafista y han venido en autobuses de todas las provincias del pa¨ªs.
A la hora del rezo, las inclinaciones religiosas de los manifestantes quedan bien claras. La plaza se convierte en una interminable sucesi¨®n de hileras formadas por hombres, que rezan arrodillados en el suelo. Hay quien dice que esta es como una segunda revoluci¨®n, pero, esta vez, de corte islamista.
La Hermandad contaba ya con mucha infraestructura. Desde su creaci¨®n, en 1928, los Hermanos hab¨ªan tejido una inmensa red de servicios sociales. Aunque eran un grupo ilegal, operaban a trav¨¦s de ONG y empresarios. La represi¨®n de los tiempos de Mubarak hac¨ªa la vista gorda, porque la Hermandad prestaba a la poblaci¨®n la atenci¨®n que el Estado no ofrec¨ªa. Los Hermanos engordaban mientras hac¨ªan el trabajo al r¨¦gimen. Su existencia resultaba adem¨¢s crucial para un r¨¦gimen que justificaba su existencia ante financiadores como EE UU zarandeando el espantajo del peligro islamista. La cofrad¨ªa cifra ahora en 15.000 las ONG repartidas por el pa¨ªs con las que trabajan.
El r¨¦gimen confiscaba, por ejemplo, aquellas empresas que destacaban por su ¨¦xito, lo que oblig¨® a la Hermandad a centrar su estrategia en muchos negocios, pero peque?os y discretos, lo que a su vez fortaleci¨® el planteamiento de trabajo en red con el que ya operaban. Luego vinieron la revoluci¨®n y la ca¨ªda de Mubarak. Los Hermanos se encontraron en primera l¨ªnea pol¨ªtica. Las miradas se volvieron hacia ellos. Todo el mundo quer¨ªa saber qu¨¦ ten¨ªan que ofrecer. Ellos comprendieron que ahora se trataba de rentabilizar pol¨ªticamente esa red.
?Pero qu¨¦ papel va a tener en la pr¨¢ctica la religi¨®n en todo esto? Amr Darrag, secretario general del partido en Giza lo explica en su lujoso despacho, en el que compatibiliza su liderazgo pol¨ªtico con su profesi¨®n de ingeniero. ¡°La mayor¨ªa de los egipcios son religiosos, pero hay que ir paso a paso. Tiene que ser un proceso gradual¡±, dice sin ofrecer m¨¢s detalles. Michael Hanna, experto de la estadounidense Century Foundation explica que nadie sabe a estas alturas si el discurso moderado de Morsi refleja sus planes de futuro. Pero cree que la Hermandad ¡°conocen bien los l¨ªmites de los cambios que los egipcios est¨¢n dispuestos a tolerar¡±.
Darrag explica que en los ¨²ltimos meses, ¨¦l y otros miembros de los Hermanos han visitado y han recibido delegaciones de infinidad de pa¨ªses entre ellos Brasil, Turqu¨ªa, o Espa?a. Se han fijado en sus modelos econ¨®micos, en la relaci¨®n entre religi¨®n y Estado, en las transiciones pol¨ªticas. De Espa?a, dice, han aprendido que hay que lidiar con el Ej¨¦rcito de manera gradual.
Las relaciones con el Ej¨¦rcito son en estos momentos el principal foco de tensi¨®n. La Junta Militar se ha comprometido a ceder el poder a los civiles antes del uno de julio, pero a la vez ha consolidado su poder a golpe de decretazo. ¡°El Ej¨¦rcito lleva d¨¦cadas controlando el pa¨ªs. Son un imperio econ¨®mico y no est¨¢n sujetos a las leyes. No podemos ser demasiado revolucionarios, hay que ser pragm¨¢ticos¡±, dice Darrag.
El pragmatismo es una de las principales virtudes que se le atribuyen a una Hermandad, que ha demostrado ser capaz de navegar en todas las aguas y de aliarse con el diablo siempre que ha hecho falta. Esa flexibilidad es para sus detractores una simple falta de principios. Piensan que son capaces de venderse a cualquier precio para alcanzar sus objetivos pol¨ªticos. Por eso, por mucho que los islamistas se empe?en ahora en tomar Tahrir y enfundarse el manto revolucionario, son muchos los que desconf¨ªan de las palabras de Morsi, quien ha prometido que seguir¨¢ adelante con la revoluci¨®n. Para sus detractores, los Hermanos son parte del sistema, casi tanto como el Ej¨¦rcito.
Nuevo o antiguo r¨¦gimen, lo cierto es que los Hermanos miran ahora hacia adelante, hacia un futuro que quieren moldear seg¨²n sus creencias. Renacer echar¨¢ a andar en cuesti¨®n de d¨ªas. La cofrad¨ªa es consciente de que Morsi asume el poder maniatado por los militares, pero aseguran que nadie conseguir¨¢n minar su tes¨®n. ¡°Nosotros nunca dejamos de trabajar, nunca nos damos por vencidos¡±, sentencia Darrag.
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