Voces y cuerpos de la historia
La historia nos habla, con voz potente, a trav¨¦s de una part¨ªcula invisible, una s¨®lida conjetura cient¨ªfica que hace saltar las l¨¢grimas de los f¨ªsicos
La historia ha entrado ¨²ltimamente en una ¨¦poca muy mala. Nunca ha sabido ad¨®nde iba, pero ahora ni siquiera est¨¢ segura de su propia existencia. Su corporeidad, tan efectiva cuando era solo una rolliza musa del Parnaso, la memoriosa Cl¨ªo, se desvanece en la ¨¦poca de instantaneidad digital. Es el momento glorioso en que ella lo es todo y, en consecuencia, se acerca a la nada. Un partido de f¨²tbol o de tenis, un gol a lo Panenka, una noche de negociaci¨®n sobre la salvaci¨®n de bancos quebrados, un auto judicial sobre delitos comunes cometidos por ciudadanos nada comunes, hacen historia; mientras matanzas, invasiones y atrocidades de todo tipo se hunden en los bajos llenos de neblina de las p¨¢ginas digitales y en las columnas de breves de los diarios en papel.
Francis Fukuyama la hab¨ªa dado por liquidada hace ya algunos a?os, en la ¨¦poca del mundo unipolar y antes de que todo esto se pusiera de nuevo patas arriba. La hab¨ªa revitalizado, en cambio, la teor¨ªa del relato, que pone la realidad en manos de los guionistas, y los guionistas, a sueldo de las multinacionales, partidos y Gobiernos. As¨ª es como la musa de anta?o se hace carne gracias a trucos de serie de televisi¨®n, la estructura de un discurso pol¨ªtico o una campa?a de publicidad viral. Todo se le permite a quien haga pol¨ªtica salvo perder el hilo del relato, quedarse sin historia que contar.
La historia ha tomado esta semana dimensiones colosales. Ocupada diariamente en la crepitaci¨®n del instante, el tuiteo de un famoso, la consistencia narrativa de un pol¨ªtico o una supermarca deportiva, de pronto se adentra en las oscuras explicaciones de los or¨ªgenes del universo. La prensa con reputaci¨®n ha sacado sus titulares mayores para anunciar el descubrimiento de una part¨ªcula subat¨®mica que encierra la cohesi¨®n de la materia y la clave de los or¨ªgenes. Una maravillosa jerga digna de la mejor imaginaci¨®n literaria o teol¨®gica adorna estas primeras p¨¢ginas como si fuera una broma contra el periodismo y su oportunista trivializaci¨®n de la historia: hadrones, bos¨®n, part¨ªcula de Higgs, acelerador de part¨ªculas.
Sobre las explicaciones, mejor no entrar en detalles. Basta con atender a los futuros descubrimientos que se seguir¨¢n del feliz hallazgo. Sandro Bertolucci, el director del CERN (Laboratorio Europeo de F¨ªsica de Part¨ªculas), nos lo cuenta con palabras calcadas a las que usaba Donald Rumsfeld, secretario de Estado de Defensa de Estados Unidos cuando Bush, para hablar de las armas de destrucci¨®n masiva: hay hechos desconocidos cuya existencia conocemos y hechos desconocidos que no sabemos que no conocemos. Estos ¨²ltimos, a la vista del bos¨®n, son el 96% del universo. No es Bankia, pero es noticia. Primera p¨¢gina. Abriendo. La historia nos habla, con voz potente, a trav¨¦s de una part¨ªcula invisible, una s¨®lida conjetura cient¨ªfica que hace saltar las l¨¢grimas de los f¨ªsicos.
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