¡°Somos un objetivo militar para El Asad¡±
Los sanitarios de un hospital clandestino en Siria trabajan sin apenas medios bajo los bombardeos
Esa pared, blanca y desconchada, es lo ¨²ltimo que centenares de sirios ven antes de morir. Es la vista desde la camilla de los pacientes desahuciados del hospital clandestino de Al Qusayr, una ciudad siria bombardeada sin descanso por las tropas de Bachar el Asad, donde hombres, mujeres y ni?os pierden la vida por falta de medios y de personal m¨¦dico. ¡°A veces me hundo, siento que podr¨ªa hacer m¨¢s¡±, dice el ¨²nico m¨¦dico del centro, el doctor Kasim Alzin, mir¨¢ndose las manos con impotencia, ¡°pero no podemos tratar a los que llegan con heridas en la cabeza. No tenemos cirujanos, ni apenas anestesia, ni ox¨ªgeno. Hacemos lo que podemos¡±. Cuando se prev¨¦ que el paciente no sobrevivir¨¢, casi la totalidad del personal sanitario, unas 20 personas, espera en la habitaci¨®n hasta que el herido expira. Algunos rezan por su alma.
La media es de uno o dos muertos al d¨ªa. Cuando el caso es muy grave se env¨ªa a los heridos al vecino L¨ªbano, a solo siete kil¨®metros de distancia, aunque el hospital m¨¢s cercano est¨¢ en Baalbek, a 40 kil¨®metros de la frontera, pr¨¢cticamente blindada por las tropas gubernamentales que disparan contra los coches que los trasladan. Muchos no llegan o mueren por el camino. ¡°Hace poco enviamos a un chico y no pudo cruzar. Lo trajimos de vuelta y solo pudimos esperar el momento final¡±, explica el doctor. Las operaciones se practican en una habitaci¨®n con material sanitario donado por magnates sirios que viven en el extranjero, seg¨²n Alzin. ¡°Ayer se hizo la primera intervenci¨®n en un cuello y se salv¨® la vida de un chico¡±, asegura.
Para entrar en el edificio, en la zona controlada por el Ej¨¦rcito Libre Sirio (ELS), hay que descalzarse, el suelo est¨¢ cubierto por pl¨¢stico transparente para poder limpiar mejor la sangre. ¡°Somos un objetivo militar. Nos han ca¨ªdo ya ocho bombas. ?Y qu¨¦? S¨¦ que Dios nos ayuda, lo s¨¦. Si no, ?c¨®mo es posible que salvemos vidas en estas condiciones? Es un milagro, somos las manos de Al¨¢", afirma Hasim Kuliani, uno de los enfermeros. Los m¨¦dicos de la revoluci¨®n est¨¢n en la lista negra del r¨¦gimen, pero ya no tienen miedo a dar la cara en los medios. ¡°Nos han matado a dos enfermeras y otros tres est¨¢n en prisi¨®n. Yo he puesto a mi familia a salvo, y mi deber es ayudar aqu¨ª, no me ir¨¦, es imposible ignorar como ser humano lo que est¨¢ pasando¡±, concluye Kuliani.
Casi todos han perdido a alg¨²n familiar o amigo en la guerra, o han sobrevivido a una explosi¨®n o disparo. Uno de los voluntarios del centro, Mahid Harba, tiene la cara destrozada, llena de cicatrices. Hace un mes, sufri¨® un accidente provocado por un francotirador en el centro de la ciudad, donde todav¨ªa quedan soldados gubernamentales apostados en la azotea del hospital central, ahora inaccesible. ¡°Yo iba en moto a buscar a dos sanitarios porque hab¨ªa que realizar una operaci¨®n. Por el camino dispararon a un conductor y me atropell¨®¡±, explica.
En Al Qusayr creen que solo el azar decide entre la vida y la muerte. ¡°Un chico de unos 18 a?os que vino a traer dos heridos, un ni?o y un familiar. Cuando lleg¨® a la puerta, cay¨® un proyectil y le mat¨®. Los dos heridos sobrevivieron. Nunca se sabe¡±, relata Ghazi, otro enfermero. ¡°Otro tuvo m¨¢s suerte. Entr¨® porque le hab¨ªan disparado y tra¨ªa una bala incrustada en el vientre, seg¨²n dec¨ªa. Cuando le examinamos, el tiro le hab¨ªa alcanzado exactamente en la hebilla del cintur¨®n, que era de hierro. Solo ten¨ªa un rasgu?o y apenas estuvo ingresado cinco minutos. Tuvo suerte¡±, recuerda otro caso
¡°Lo peor son los ni?os¡±, interviene el doctor Alzin. ¡°Esta ma?ana ha llegado una ni?a de 11 a?os con la cabeza aplastada, ?qu¨¦ se puede hacer? Verla morir y entregarla despu¨¦s a su familia, nada m¨¢s¡±. Mahid baja la cabeza y murmura: ¡°El Asad tendr¨ªa que tener vistas a esa pared desconchada¡±.
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